Por las calles de Torreón…




José María Mena Rentería.

¿Te enteraste? Fue ayer, hacia el mediodía. En las afueras del Templo del Perpetuo Socorro, donde una mujer diera de gritos tras ser atacada por el ladrón que le arrebató su bolso y corrió luego unos metros hacia donde su cómplice, a bordo de una motocicleta con el motor en marcha, lo esperaba para huír y perderse ambos por las calles del primer cuadro de Torreón.

Se expresaba así un vecino del rumbo dirigiéndose a su interlocutor para dar cuenta de cómo los asaltos a transeúntes ocurren a cualquier hora, “cotidianamente”, en confluencias como la de avenida Juárez y calle Falcón, “coto de caza” de ladrones que desvalijan a personas de todas las edades, varones o mujeres, menores, jóvenes o adultos.

Tal es así, que el “centro” de la ciudad considerada es área de alto riesgo debido a que el rumbo “hierve” de asaltantes a mano armada, desvalijadores de vehículos, carteristas y sobre todo, delincuentes “especializados” en atacar a personas de la tercera edad.

Tal situación prevalece en Torreón, cuya periferia, al igual que el primer cuadro, es escenario constante de la depredación que incluye el robo de equipamiento citadino, como tapas metálicas de registro de drenaje, o de cableado de luminarias de alumbrado público.

Alejados sideralmente están los torreonenses de ese “bienestar” que proferido desde el ámbito oficial ha resonado a blasfemia a los torreonenses, carentes de la seguridad a que todo conglomerado humano tiene derecho. Para el caso, hipotéticamente, porque en la otrora “Perla de La Laguna”, su oriente va cada vez más ajado por una delincuencia que actúa a “tambor batiente”.

Entre ese batir, están los asaltos a restaurantes cuyos asiduos, ante el bandolerismo imperante, han optado por dejar de acudir a comedores y cafés donde en cualquier momento pueden ingresar los que perentoriamente suelen vociferar: ¡Este es un asalto! ¡Dejen carteras y teléfonos sobre la mesa! Algo que debe hacerse de inmediato. Sobre todo cuando se está bajo la amenaza de armas de fuego.

Caminar por las calles, aún en pleno día, es riesgoso. Eso ha quedado claro a personas como las que, de pronto, se han visto empujadas por la espalda para, una vez derribadas, sufrir el asalto de “cacos” que con “punta” en mano inmovilizan a su víctima para despojarla a placer.

En “otro planeta” la atmósfera que se respira es otra. Se trata de esa burbuja en la que a bordo de vehículos blindados, van “gobernantes” y “autoridades”. Todos, rodeados de guardaespaldas.

Para el ciudadano común, la ropa que se lleva puesta es el único “blindaje” con el que enfrenta los riesgos que a diario y durante las 24 horas del día ponen en peligro su integridad física… en calles como las de Torreón, donde no hay la seguridad a la que toda comunidad tiene pleno y legítimo derecho.