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Octubre 2013
Edición No. 296
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Luis Donaldo Colosio fue eliminado,
y hoy su hijo clama en el desierto



Jesús M. Moreno Mejía.

“Veo un México con hambre y sed de justicia…” dijo Luis Donaldo Colosio Murrieta en su memorable discurso del 6 de marzo de 1994 en tanto que hoy su hijo, Luis Donaldo Colosio Riojas, como la voz que clama en el desierto, señala: “Me preocupa que veo un país olvidado por sus líderes, quienes se concentran en sacar adelante sus partidos, antes que su gente”.

Leí en días pasados un artículo firmado por Luis Donaldo Colosio Riojas y lamento que sea como el personaje bíblico que se autoidentificaba como “La voz que clama en el desierto”, pues sus palabras se las lleva el viento ya que pareciera no haber quienes secunden con acciones el llamado a despertar y actuar en consecuencia.

Las palabras pronunciadas por el candidato oficial del PRI frente al monumento a la Revolución Mexicana el 6 de marzo de 1994, interpretadas como un rechazo a la política neoliberal del presidente Carlos Salinas de Gortari, hablando de un México agraviado y en crisis, de marcadas diferencias sociales, de injusticia prácticamente institucionalizada, también incluía la esperanza de transformaciones que abatieran dicha problemática.

“Veo un México de comunidades indígenas que no pueden esperar más las exigencias de justicia, de dignidad, de progreso… Veo un México con hambre y sed de justicia… un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley, quienes deberían de servirla. Mujeres y hombres afligidos por el abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamen- tales”, dijo Colosio Murrieta en síntesis.

Ello le valió el enojo de quienes ejercían el control político del país y la consecuencia fatal del asesinato a mansalva del candidato oficial del PRI a la Presidencia de la República, ocurrido en plena campaña en una colonia proletaria denominada “Lomas Taurinas” de la ciudad de Tijuana, Baja California, el 23 de marzo de 1994, a escasos meses de las elecciones.

Su hijo Luis Donaldo Colosio Riojas tenía nueve años de edad en ese entonces y obvio es que lloró la muerte de su padre, pero al tomar una total consciencia en su desarrollo intelectual decidió seguir los pasos de aquél, y para ello estudió la carrera de Derecho y es fundador del despacho Basave, Colosio, SánchezAbogados y catedrático de la Facultad de Derecho y Criminología de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

El llanto de un mexicano

A 20 años del asesinato de su padre, Luis Donaldo hijo pregona hoy: “Me preocupa ver un abismo de desigualdad y diferencia, permeado todo por la infame indiferencia de quienes tienen la responsabilidad de honrar la confianza de su gente”.

“Me preocupa ver que en el Congreso imperan el caos y la desunión, que los ‘triunfos’ de los diputados sean ver quién difama más a otro o quién silencia con más fuerza. Que exista un aura de trabajos inconclusos y que los pocos que se dedican al trabajo son sopesados por quienes se dedican al ultraje. Me preocupa ver más respeto en un clásico de futbol que en los escaños y curules legislativos.

“Funcionarios públicos ausentes y sumisos (NISI, porque Ni trabajan pero Si cobran); fuerzas abandonadas o corrompidas es el maltrato que nos dejan nuestros gobernantes. Benditas aspiraciones de nuestros jóvenes con tanta materia prima corrompida. No es sorpresa que Ni estudien Ni trabajen si el sistema educativo es cada vez menos adecuado y continua decayendo, gracias a quienes se supone deberían levantarlo. El empleo y las oportunidades son virtualmente inexistentes y nuestra economía es tratada con la lujuria de unos cuantos.

“Me preocupa mi tierra, sangrando a más no poder, con sangre nacional y extranjera de quienes depositaron su confianza en unos cuantos. Me preocupa que ‘esos cuantos’ tampoco sean eficaces porque ‘algunos muchos’ se empeñan en que fallen con tal de alzarse el cuello y alardear un ‘se los dije’.

“La desigualad de ideas nunca ha sido un crimen, pero el callarlas y asesinarlas es nuestro nuevo movimiento nacional”.

“Miles de millones de pesos, de nuestros impuestos, se repartes a ‘unos cuantos’ para hacer bien ‘muchos nada’ y mientras tanto nuestros niños tienen hambre, tienen sed y tienen miedo. Miedo no de inseguridad que crece sin medida, sino de lo que seguramente siendo: seres olvidados y marginados por su patria y a quienes luego se les reclame de ‘holgazanes’. Se les castigará por ineficientes y ‘por no saber aprovechar las infinitas oportunidades que tuvieron’. Nuestros niños ¿pero que demonios les hicimos?

“Me preocupan todos y cada uno de los miembros de mi familia, más de 112 millones de ellos, que miran al futuro sin un rumbo certero. Ese rumbo que mis predecesores se negaron rotundamente a asegurar y que ahora miran con desconcierto, alegando que ‘no es su culpa’. Y la pelea continúa; y las divisiones se incrementan; y las diferencias se exaltan; y nuestros niños, mientras tanto, sufren.

¿Pero qué te pasa México, en qué momento se volvió rutina suicidarte?

“Me preocupa mi gente, que prefiere esconderse frente a una pantalla de televisión que detrás de un libro, o mejor aún, de un oficio. Me preocupa que la política de desarrollo colectivo nacional en estos momentos, pareciera que se llama ‘derrota’ (difícil pelear contra las diversas mafias que se apoderan de los puestos públicos para saquear el país).

“Me niego rotunda y enfáticamente a quedarme dormido, a darme por vencido. Así me tachen de por vida de demente o inadaptado. Que ilusos somos todos al pensar que México necesita héroes, si lo único que hace falta es la atención de sus ciudadanos, o mejor quizá, unos cuantos más de éstos.

“Este es el momento de la tercera insurrección mexicana, cuyo campo de batalla se libra en nuestros propios corazones, donde las únicas armas que encontre- mos y utilicemos deberán ser la paz, el trabajo y la Patria; suficientes muertes ha soportado lo sagrado de este suelo, y la tierra se tiñe de rojo con la sangre de mi sangre es testigo de mi entrega. La batalla se gana en el corazón de nuestra gente, al denunciar nuestras propias faltas al país… y a nuestra estampa”.

Ese es el pensamiento de Luis Donaldo Colosio Riojas, que debería constituir el pensamiento de todos los mexicanos en esencia, pues no es recomendable esperar que venga un líder o un tirano que por la fuerza erradique el tumor que padecemos, equivaldría a caer en lo mismo. Debemos comenzar por nosotros mismos y así dar los primeros pasos para el anhelado cambio.

¡Hasta la próxima!

 
 
 
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