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Octubre 2013
Edición No. 296
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lluviasLas lluvias


Profesor Evaristo Velasco Álvarez

Aguascalientes, que es un estado privilegiado dentro del concierto nacional por estar en el centro, por estar situado en la altiplanicie, por contar con los recursos naturales renovables y no renovables que permiten a quienes tenemos la fortuna de vivir aquí, contar con los satisfactores económicos o de cualquier otra índole, suficientes; pero sobre todo por contar con la población tan llena de valores que nos hacen únicos en el país.

Tan sólo volteemos la mirada a nuestro alrededor y veremos población desesperada por no encontrar empleos, medicamentos, hospitales, carreteras, escuelas de todos los niveles educativos, lugares turísticos hermosos y otros con una tradición y con atractivos que no nos hacen suspirar sino sentirnos orgullosos de vivir aquí, donde no hay temblores y donde tenemos de todo y bien.

¡Con razón dicen que el agua lava todo! Con las lluvias torrenciales que hemos estado recibiendo en todo el país, tanto en el norte como en el oeste, como en el sur como en el Golfo… con la llegada de Manuel o de Ingrid, el agua ha lavado perfectamente todo y ha puesto a cada quien en su lugar. Las hermosas playas de todo el país que tienen asustados a los que fueron con todas sus ilusiones a disfrutar de sus arenas y de sus deliciosas olas; así como los cerros del centro de la nación que se han descuajado, han dejado de manifiesto que lo constante, lo especial, lo firme es y sigue siendo el centro, la bella Aguascalientes.

¡Claro que yo he disfrutado de los deleites de una tarde de sol en la playa de las hermosas playas mexicanas! ¡Claro que he disfrutado de un buen fin de semana en la ciudad de México! (Sobre todo cuando sus habitantes salieron al interior del país y me dejan la ciudad para mí solo, sin aglomeraciones o embotellamientos en sus avenidas, sin prisas y amontonamiento de gente en sus calles. Sin la alharaca de pitos, cláxones y griterío de la gente, para poder disfrutar de las delicias culinarias de toda la capital; de las bellezas del Castillo de Chapultepec, de la tranquilidad de la Alameda Central, o de la paz en los museos varios… He disfrutado del frío zacatecano, del airoso Pachuca, de lo hermoso de Real del Monte, donde encontramos los famosos Prismas Basálticos con todos sus enigmas. De un tradicional pozole en el mercado de San Juan de Dios en Guadalajara; de un plato de riñonada de cabrito en la regia Monterrey… O como negar de las emociones de estar en el cañón del Sumidero y disfrutar de un POZOL CON CHOCOLATE en Chiapa de Corzo…

Pero siempre, invariablemente he regresado, cansado, deseoso de sentir el amoroso apapacho de mi Aguascalientes, de su gente, de sus tradiciones y de su deliciosa gastronomía. Siempre esperando regresar para convivir en su tranquilidad (que los defeños llaman pasmosa ciudad bicicletera), para darme el lujo de ponerme a leer un buen libro en el jardín de San Marcos, de volver a ver las exposiciones en el 8 (Museo de Arte Moderno y Contemporáneo); y desde luego, de disfrutar de la calma que se respira en el picacho, así como de sus monumentales atardeceres.

Los desmanes que han provocado las lluvias en todo el país le dan un mayor valor a la belleza, la seguridad y el fortalecimiento que se respira, se transpira y se goza en Aguascalientes; no hay nada comparado con vivir en este paradisiaco lugar que la naturaleza ha puesto a nuestro servicio. Tan sólo veamos como nuestros vecinos, nuestros amigos de otras latitudes; nuestros conocidos (parientes o no), nos comentan de lo afortunados que somos de vivir en Aguascalientes.

¡Sí, ya se! Me dirán que eso lo digo porque no me hace falta nada y porque tengo todo lo necesario para ser feliz… pero eso mismo les puedo yo decir a todos… cada quien tiene lo que ha sembrado y a podido cosechar, nada de lo que tenemos nos ha sido dado graciosamente, ni lo bueno ni lo malo; somos lo que nosotros mismos hemos decidido ser con nuestras acciones, con nuestras determinaciones. Vivir en Mazatlán es toda una delicia, porque se cuenta todos los días con la posibilidad de disfrutar del mar, de los mariscos, del paseo del Centenario, del carnaval, etc., pero también habrá que estar dispuesto a sufrir cuando llegue algún meteoro y el mar se vuelque sobre la ciudad, como ahora está sucediendo.

Siempre estamos ambicionando una pantalla más grande, un carro más nuevo, una bicicleta cara, un empleo que me dé para muchos lujos, un cuerpo mejor que el que tengo, poder mandar mis hijos al Tec de Monterrey, darme los lujos que otros pueden darse… Pero a todos les puedo decir que si bien tengo todo lo que me hace falta, es porque lo he trabajado, y porque me fijé metas que he ido cumpliendo. Por eso les digo que todos podemos vivir en el paraíso que es nuestra casa, o en el infierno, que también es nuestra casa... Eso depende de cada uno de nosotros. Por ello, ahora que podemos, disfrutemos de todo lo que nos ofrece la patria y la naturaleza, haciendo siempre nuestro mejor esfuerzo en todo, para ¡Que viva México!

 
 
 
velasco_alvarez@yahoo.com
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