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el periodico de saltillo
Agosto 2014, ed. #306


De lenguajes y símbolos

Ariel Colín Morales.


En un principio el origen de las lenguas fue atribuido por el hombre como un regalo de los dioses, desde la noche de los tiempos en diversas latitudes geográficas el hombre arcaico comenzó a balbucear repitiendo los sonidos de la naturaleza, ya que al no tener un alfabeto solo podía reproducir lo que escuchaba sin poder entenderse con sus congéneres.

Las diversas culturas -por decirlo de alguna forma- “madre”, atribuyeron el lenguaje como un obsequio de sus dioses, siendo una circunstancia constante en cada una de ellas, variando de una región geográfica a la siguiente.

En Egipto el dios Thoth, en La India Indra, en Palestina Yaweh, en Grecia Hermes. En la actualidad es difícil decir de donde provienen las lenguas pero existen varias teorías que surgieron para tratar de explicar el origen del lenguaje.

Esta teoría llamada “Pooh pooh” establece que los primeros hombres establecieron las palabras instintivamente, con el paso del tiempo comenzaron a atribuirles un significado en particular.

Tiempo después, pasada la primera etapa de conocimiento de la naturaleza y sus sonidos, el hombre en su espíritu de conocimiento empírico, descubrió que al combinar sonidos con su respiración podía crear una vibración con sus incipientes cuerdas vocales, generando de esta forma una diferenciación de los objetos que existían en su mundo. Esta asociación de acordes en particular los especialistas la han denominado la teoría “yo-ho-ho”.

El hombre empezó a atribuirle sonidos y palabras a las cosas y de lo que estaban hechas, y poco a poco esas palabras que eran generalidades comenzaron a ser particularidades atribuyendo un nombre ya no en general sino en específico a los objetos, pasando a ser el lenguaje un catalizador del conocimiento.

Estas ideas las expresa P.E. Cleator, en su libro “Lost Lenguages” quien hace una referencia de las grandes culturas de la humanidad. Estas ideas se agolpan y vienen a mi mente cuando tengo la oportunidad de encontrarme frente a grabados o a pinturas realizados por nuestros antecesores humanos habitantes en toda la región de este hermoso Estado de la República.

Al tratar de expresar sus creencias, sus temores, sus necesidades, en pocas palabras su universo a través de expresiones gráficas, el hombre cazador-recolector trataba de expresar o de explicar su mundo conocido o por lo menos expresar lo que podía entender de él.

El nacimiento y la muerte fueron puntos constantes y principales en sus grabados, ya que se encuentran presentes en muchos sitios y en muy variados lugares, podemos afirmar que era una de sus principales preocupaciones ya que por las condiciones precarias de higiene en las que cohabitaban en su localidad no eran las mejores; recordemos que hasta en países de primer mundo como lo es Inglaterra, en el Siglo XIX al ya contar con hospitales acondicionados con la mejor tecnología de la época el índice de mortalidad infantil era muy alto al igual que la muerte de la madre al nacer; inclusive al apenas estar investigando la asepsia y la antisepsia dichos hospitales tenían la mala reputación de que aquellas mujeres que decidían atenderse en dichos nosocomios tenían una altísima probabilidad de que resultara muerta ella o su producto, motivo principal para que las parteras tuviesen una muy buena afluencia de clientes que en su mayoría resultaban complacidas al llevarse a su casa a la madre y al pequeño recién nacido.

Con las condiciones de higiene existentes en ese tiempo, podemos comprender que el nacimiento en época de los habitantes cazadores-recolectores era recibido como todo un acontecimiento, ya que fortalecía a la tribu trayendo mano de obra para los cazadores y más población para los recolectores en caso de que fuese mujer; haciendo en pocas palabras una tribu mas fuerte y poderosa.

Traspolando esta situación e investigando la mortandad infantil en México en los años cuarentas y cincuentas, podemos encontrar que una de las causas de mayor muerte infantil era la deshidratación, ya que con una infección intestinal un pequeño podía morir de diarrea; luego entonces podemos intentar comprender por qué las antiguas tribus grababan en los lugares místicos de iniciación vulvas representando a la fertilidad femenina.

Una de las principales funciones del Chamán u Hombre Santo era la de ser interlocutor en los tres medios físicos ambientales en que se movían las gentes: El Celestial, el Terrenal y el Inframundo; siendo éste uno de los principales factores para llevar a cabo su trabajo en cada uno de los núcleos tribales existentes.

El Hombre Santo era el encargado de pedir gracia a los dioses creadores para que los hombres pudieran seguir existiendo, pedían el agua en grabados, el espíritu de la presa para ser cazada, el crecimiento de las cosechas, el éxito de la recolección de raíces o frutos, la fertilidad de sus mujeres, el nacimiento de un nuevo sol cada día, así como manejar los elementos a su conveniencia; alejaba los espíritus o los atraía como tótems protectores a la comunidad grabando imágenes de éstos o creando en su mente uno de ellos, plasmándolo en piedra para que protegiera, atrajera o en su caso alejara a los demás espíritus creados por grupos afines... pero rivales.

En el ambiente terrenal manejaba la puntería para atinar a la presa, predecía el clima o los cambios de estación para que la gente se moviera a un determinado lugar de caza o recolección al igual que se le pedía opinión para ir a la guerra contra otras tribus para proteger sus aguajes o sus áreas de influencia y protección.

Ramón Piña Chan en su libro “Quetzalcóatl” F.C.E. habla de las diversas concepciones de Quetzal- cóatl como hombre “Pipiltzin” y como dios mismo; ya que en unión de Ehécatl podía ser el viento predecesor para mover las nubes, es decir tenía una ambivalencia como eran los Chamanes se aplicaban en diferentes niveles de conciencia.

Pero también una de sus funciones más importantes era la de tener conexión con los antepasados, con el espíritu de los antepasados muertos que transitaron en ese tiempo y que guardaba una importante relación con la suerte, las enfermedades, la clarividencia, la vida e inclusive con la muerte, ya que eran los guardianes del tótem o núcleo familiar.

También curaban enfer- medades a través de quitar los malos espíritus y de aplicar medicina de yerbas, en San Vicente se encuen- tran pinturas donde se aprecia la “bolsa mágica de curación” de la cual contiene y son sustraídos elementos mágicos para sanar un cuerpo atormentado por espíritus malos aquejando con enfermedades y dolores a los hombres.

El manejo o aplicación de medicina se hacía la mayoría de las veces bajo el influjo de la ingesta del peyote, que era la puerta que los transfor- maba a esos mundos espiri- tuales para traer la medicina de los dioses.

Misterio, atracción,admi- ración; falta estudiar más acerca de las conductas de esos seres que formaron una parte importante de la sociedad de los hombres cazadores-recolectores del Septentrión mexicano.


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