Los alcaldes que padecemos

Jorge Arturo Estrada García.

Saltillo es ya una ciudad que navega sin rumbo y sin ímpetu. Desde hace muchos años perdió el dinamismo y solamente crece anárquica- mente, por inercias, y llena de defectos. No hay desarrollo pleno, ni estrategias. La nefasta clase política que soportamos, la ha dañado hasta los cimientos. Los pésimos alcaldes que hemos tenido forman una larga fila y nadie se salva. Esta falta de visión y progreso la pagamos todos.

Las horas más difíciles de nuestra historia reciente, las afrontamos con una parvada de políticos y alcaldes impreparados, de los más incapaces y corruptos que nos han tocado.

Nadie supo leer los escenarios. O no quisieron. Se acomodaron en la indiferencia criminal mientras los delincuentes se apoderaron de nuestras calles y barrios. Nos llenaron de muerte y estancamiento económico.

Los recién llegados alcaldes, siguen monta-dos en las excusas, su combate a la inseguridad difícilmente se aparta del discurso. Los avances son lentos, las ideas escasas, las acciones titubean- tes y los resultados son malos y pocos. Tampoco cuentan con proyectos estratégicos, ni con los equipos y visión para concebirlos y concretarlos.

El punto culminante de este desastre, fue el Moreirazo: El colapso de inseguridad, corrupción y quiebra financiera al que Humberto Moreira condujo a la entidad y que se llevó de encuentro a los municipios de Coahuila.

La nefasta clase política del Moreirismo y algunos de sus antecesores como el propio Humberto Moreira, Fernando de las Fuentes, Jorge Torres, Jericó Abramo, Eduardo Olmos, Pocholo Sánchez, Ricardo Aguirre y Ramón Oceguera usaron de escalón las presidencias municipales. Exprimieron los recursos y los usaron para promoverse y dejaron en problemas financieros a los ayuntamientos. Mientras la calidad de vida y los servicios se degradaban.

Así como padecemos de pésimos alcaldes, también la clase empresarial de Saltillo está casi disuelta. No hay liderazgos sólidos ni mediana- mente competentes. No comprenden al mundo del siglo 21. No entienden a la economía del conocimiento. Tienen mentes de crisol y talaches. Para ellos los salarios bajos y la mano de obra barata, son los motores adecuados para nuestra economía. Es una clase empresarial ignorante, encogida y sin liderazgos.

La BMW Group anunció que construirá una nueva planta en San Luis Potosí, en la que invertirá mil millones de dólares y prevé generar mil 500 empleos iniciales. Kya Motors hizo su anuncio hace unos cuantos días para una planta en Nuevo León. Coahuila ha perdido una docena en casi nueve años de Moreirato. El clúster automotriz coahuilense se desgasta y agota.

Tampoco hemos hecho nada para diversificarnos. Con mucha suerte sorteamos las quiebras de General Motors y Chrysler. Se salvaron empleos pero se perdió nivel salarial.

Luego de más de 30 años de clúster automotriz y no tenemos carreras de ingenieros ni postgrados en estas especialidades. Apenas inician. No hubo transferencia de tecnología. No tenemos ni expertos, ni investigación y desarrollo, tampoco pequeñas empresas que multipliquen el conoci- miento. Vamos, ningún centro de innovación ha venido a instalarse a nuestra entidad y capital.

En contraste, en 2006 inicia el clúster aeroespacial de Querétaro, que ya abarca cerca de 40 mil empleos de alta calidad y salarios. Allá sí tienen carreras y postgrados en helicópteros y aviación en sus universidades.

Acá todavía promovemos los empleos del siglo 19. La comitiva que recientemente estuvo en Oriente, parece que ni se enteró que en las plantas de Samsung, Daewoo y LG trabaja un ejército de más de 30 mil jóvenes investigadores. Jóvenes que desarrollan los productos que con su liderazgo tecnológico maravillan y rigen al mundo.

Los coahuilenses fuimos a ofrecer obreros baratos, costales de carbón y la infaltable vaca lechera lagunera. Así lo registran los boletines oficiales.

El deterioro en Coahuila ha tocado fondo. En educación, el “glorioso” Ateneo Fuente reprueba las pruebas PISA y Enlace. En esta última ocupa el lugar 48 en Coahuila. Está muy lejos de ser una institución de élite y prestigio. La Universidad no sólo no mejora su posición en los rankings sino que ronda el lugar 40, entre las instituciones mexicanas. Un lugar como el dos mil del ranking mundial.

En educación pública básica, las escuelas se quedaron ya sin computadoras. Más de la mitad de los planteles no tiene conexión de internet. Ni siquiera tienen ya bebederos, agua potable, canchas ni maestros. La calidad de nuestro sistema educativo estatal no sólo no mejoró, sino que la infraestructura se deterioró rápidamente. Y están a merced de los rateros cada período vacacional. Ni siquiera tenemos policías para cuidarlas.

Los planes municipales de desarrollo semejan tareas defectuosas de estudiantes poco avezados. Malos diagnósticos y nulos proyectos estratégicos. No habrá despegue. Ni siquiera se cumplen las demandas en materia de seguridad.

No hay planes para abatir las brechas digitales. No hay proyectos para internet en lugares públicos, cada día estamos peor en conectividad, no se diga en ciencia y tecnología. Contamos los nuevos empleos de repartidores de pizzas y no alentamos el apoyo a la enseñanza de las matemáticas y la ciencia en los centros comunitarios. Nos basta con que las clases de zumba funcionen y las paredes estén pintadas con los colores del PAN en Saltillo.

Isidro López ha resultado un fracaso y un improvisado. Tozudo, se ha encerrado en su despacho. Ya sólo atiende a cada vez más pocos de sus colaboradores. Se resiste a hacer cambios a pesar de que la nave naufraga en la mediocridad y la impreparación.

Desgastado prematuramente, bajo fuego de calumnias y verdades, Isidro López no reacciona y se refugia en improvisaciones y ocurrencias. En tanto, Saltillo pierde competitividad frente al resto del país y del mundo. López Villarreal está muy lejos de tener soluciones, y los problemas se multiplican.

jjjeee_04@yahoo.com

De lunes a viernes por http://mdsaltillo.tv/ sigue nuestro programa: De política y más, de 10 a 11 am. Compartimos micrófonos con el analista Juan Antonio Estrada.