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el periodico de saltillo
Julio 2014, ed. #305


Histeria colectiva


Samuel Cepeda Tovar.

Se escucha el rumor y corre a gran velocidad: unos payasos, monjas y enfermeras, pero particularmente payasos, están secuestrando niños para extraerles los órganos y abandonar los cadáveres en ciertos lugares. La noticia ha causado pánico en diversas ciudades de los Estados de Coahuila y Durango, y las redes sociales se han encargado de maximizar el rumor a todas luces infundado y que va en detrimento de las personas que se dedican al negocio del entretenimiento para niños.

El tema del tráfico de órganos no es un tema nuevo, sin embargo es mal entendido y poco contextualizado y marcadamente orientado a la generación de pánico e histeria colectiva en una sociedad muy acostumbrada a los rumores y no a la comprobación y análisis de información. Y es que el mismo concepto es erróneo, pues hay un mundo de diferencia entre el “tráfico de órganos” y “el robo de órganos”, pues el primero tiene que ver con que cualquier persona acceda a vender cualquiera de sus órganos en una negociación consciente pero no legal. Mientras que el robo es, ciertamente, despojar a alguien por la fuerza de sus órganos. Para el primer caso, según Organs Watch, cada año se venden ilegalmente entre 15,000 y 20,000 riñones en todo el mundo, siendo este órgano la “estrella” del tráfico.

En México, no es la primera vez que el tema genera histeria, pues hace exactamente 20 años el asunto era algo alarmante en nuestro país, y según datos de Elena Pérez Duarte, investigadora de la UNAM, quien investigó dichos casos: las notas publicadas por la prensa señalaban a una persona que después conocía al conocido del conocido que sufrió robo de órganos, y después de un rastreo “hormiga”, el rastro simplemente desaparecía, comprobando con ello el mito de dichas felonías.

Y es que, ciertamente, el simple hecho de la operación quirúrgica para extraer un órgano resulta ser muy complicada, pues existe un protocolo médico que resulta ser muy difícil de efectuarse en condicio- nes no aptas para dicha operación, lo cual refuerza sustancialmente la tesis del mito.

Augusto Comte, padre del positivismo, afirmaba que una sociedad se define por el grado de desarrollo intelectual alcanzado, lamentablemente, en lo personal escuché a personas asegurar lo aducido por algunos diarios sobre el robo de infantes por payasos, por lo que la tesis de Comte me hace entender los motivos del por qué somos una sociedad subdesarrollada, que se deja llevar por rumores, por atavismos, por leyendas urbanas, poco capaz de entender las implicaciones reales de cualquier noticia, que estigmatiza inmediatamente a los payasos, que no analizan, en fin, una sociedad contraria a la tesis de Augusto Comte.

No se trata de ser indiferentes a cualquier noticia, se trata de aplicar un poco de sentido común, aunado a la consulta de fuentes oficiales y contar con un poco de información para saber discernir sobre los rumores de los hechos reales.

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