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el periodico de saltillo
Noviembre 2014, ed. #309


Del porfirismo a la democracia imperfecta

PARA ENRIQUE PEÑA NIETO,
EN LA HORA DE SU TIEMPO

 
“El neoliberalismo de México y Latinoamérica se ha caracterizado por un regreso a la apertura y a la inversión extranjera, un renovado estímulo al desarrollo hacia afuera y un impulso hacia la privatización y la desregulación –los dos primeros distintivos de la política porfiriana anterior a 1910- en claro contraste con la ortodoxia postrevolucionaria de intervención estatal, nacionalización y sustitución de importaciones”.
PAUL GARNER. PORFIRIO DÍAZ




Fernando Ramírez López

Era 1978 estábamos en La Habana, Cuba asistíamos al Festival Mundial de la Juventud, la delegación mexicana de jóvenes del PRI la dirigía Roberto Madrazo Pintado, en ese momento presidente del Movimiento Nacional de la Juventud Revolucionaria, político que a la postre fue sacrificado en su frustrado propósito por ser Presidente de la República.

Extasiado admiraba el discurso del ícono mundial Fidel Castro, había liberado a la isla patria de José Martí y en México ya se planteaba la intervención de la Confederación de Partidos Políticos de América Latina en el naciente conflicto centroamericano, iniciaba apenas el sexenio lopezportillista destino del país; la intervención del presidente en la vida política era el fiel de la balanza, el propio don José se autodefinió como el último presidente emanado de la revolución.

El gobierno en ese momento era el principal empleador del país y avizorábamos días prometedores con los nuevos yacimientos de petróleo, arribábamos supuestamente a la tan anhelada riqueza nacional, nunca antes concebida, como justa retribución a la lucha armada que dejó más de un millón de muertos. La construcción piramidal del sistema político hacía posible que no se moviera la hoja de un árbol sin la voluntad del titular del ejecutivo federal, vivíamos la dictadura perfecta.

López Portillo había llegado a Los Pinos, sin contrincante electoral salvo Valentín Campa, que tuvo la osadía de enfrentarse al poder con su candidatura avalada por el Partido Comunista Mexicano, que no contaba con registro.

La revolución eran los priístas, don Jesús Reyes Heroles ya instrumentaba la reforma electoral y toda la iniciativa privada se inclinaba sin rubor -como siempre- a la banda tricolor.

¿Qué nos pasó?, sobrevino una pesadilla tras el sueño pasajero, se dio la fuga de capitales, la corrupción y la caída del precio del petróleo. Entonces devino la renovación moral con Miguel de la Madrid, el cismo en la ciudad de México de 1985, el sistema empezaba a desdorarse y surgieron voces como la del entonces presidente del PRI Adolfo Lugo Verduzco, denunciando al “Diamante Negro” Jesús Silva Herzog Flores como traidor a la Patria, por atreverse a sostener la tesis de una economía nacionalista.

Esto dio pie a la llegada de Carlos Salinas de Gortari, el cual hizo la finta de transformar al PRI y la respuesta fue que Cuauhtémoc Cárdenas como candidato del Frente Democrático Nacional ganara las elecciones de 1988, el sistema se cayó y la respuesta al fraude fue la concertacesión con el partido más ultraconservador que se había visto en México en esa época, el PAN y Diego Fernández de Ceballos.

Salinas se echó en manos del capital imperial y de la iglesia católica, otorgándole a la burguesía financiera la posibilidad de concentrar en pocas manos tierras y agua, firmó el TLC y surgió la guerrilla en Chiapas, más los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu, construyeron políticamente una regresión porfiriana y con ella el PRI como agencia de gobierno le hizo el juego vergonzosamente.

Uno de los autores de los crímenes mencionados fue Ernesto Zedillo, quien terminó por entregarse totalmente a la banca mundial y al Fondo Monetario Internacional, propiciando la llegada de la denominada docena trágica de Fox y Calderón.

Así empezaron a surgir sin control los grupos delincuenciales, el hambre creció, el desempleo aumentó y la crisis nacional se prolonga hasta el día de hoy. La encrucijada nacional no se resuelve por qué simple y sencillamente no pueden resolverla, lo impide el ser vasallos de los órganos financieros mundiales.

Enrique Peña Nieto, juega su papel y sabe que no es dueño del negocio, por lo que otorgando sin conceder y pensando que el huésped transitorio de Los Pinos en su interior desea resolver nuestra actual situación, que nos ubica en lo más profundo del pozo de la desesperación tiene que tomar las riendas del país y ser valiente e imaginativo, pragmática y conceptualmente; es decir si desea ser recordado no por el servilismo sino por un modelo de líder que en momentos de crisis decidió conducir con todo su talento a un país que lo necesita.

Si la respuesta fuera positiva al deseo de cambio presidencial solo requiere generar un programa revolucionario de trabajo, con medidas como las siguientes: qué genere una ley nacional de amnistía delincuencial; qué construya un modelo económico productivo y autónomo; qué reestructure las instituciones del Estado y optimice recursos financieros, fusionando secretarías y transformando organismos como el Instituto Nacional Electoral y la Comisión Nacional de Derechos Humanos y finalmente que saque de las calles al ejército y le dé su lugar a la policía federal, con un CISEN que opere y que no siga siendo un órgano decorativo y lo haga de información política puntual.

Todo lo demás son discursos y palabras que se pierden como el eco entre los montes. Atrévase licenciado Peña Nieto a convertirse en el líder que hace muchas décadas este país no tiene. ¿Quiere? o se conforma con llevar en sus espaldas la imagen deteriorada y falta de autoridad que hoy tiene. Los mexicanos estaremos esperando su decisión en los hechos, porque los Tlatayas y Ayotzinapan no se detendrán, el círculo rumbo al infierno si no cambiamos apenas empezó a quemarnos.

licfernandora@hotmail.com

 
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