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el periodico de saltillo
Noviembre 2014, ed. #309


Los escándalos seguirán estallando.
Las pinzas se cierran.

Jorge Arturo Estrada García.

Una de las heridas más dolorosas que ha dejado en Coahuila el paso de Jorge Torres y Humberto Moreira por la gubernatura, es la desaparición de miles de personas. Ese sexenio es un enorme legado de crímenes, corrupción e impunidad. Aunque no hay que olvidar que la política es de circunstancias. Y éstas cambian constantemente.

Coahuila fue escenario de una guerra sangrienta. La entidad está herida y agobiada por problemas enormes y macabros. Su clase política, de todos colores, es pésima. Y no hay liderazgos entre la sociedad civil. La clase empresarial estatal es escasa, timorata, miope y convenenciera. No hay líderes. Eso dificulta enormemente su recuperación. Los gobiernos locales no tienen prisa ni mucha capacidad para lograrlo. Los ciudadanos están muy alejados.

La dinámica de la vida política del país ha cambiado. El país está azorado y sorprendido. Ni los ciudadanos ni los medios nacionales se habían percatado a cabalidad lo que se ha padecido en los lugares en donde se ha vivido la guerra contra el crimen organizado. El contubernio y la negligencia de gobernadores, alcaldes y funcionarios locales quedaron evidenciadas brutalmente.

El cambio se dio paulatinamente. Pero estalló de súbito en Iguala y alcanzó a Los Pinos. Ya cayó un gobernador, un alcalde está preso y el presidente Enrique Peña Nieto está abrumado por la opinión pública internacional y del país; y por, la explosiva situación social y política de Guerrero. Entidad que se suma a Michoacán, Tamaulipas y el Edomex en el mapa de los focos rojos.

Hay que atender las señales en el cielo. Sombras grandes y nubes negras se ciernen sobre Coahuila. La desaparición de los normalistas en Iguala atrae reflectores hacia las masacres en Allende, Nava y Piedras Negras. Los arrestos y causas por lavado de dinero en Estados Unidos avanzan. Los escándalos seguirán estallando. Las pinzas se cierran.

El país cobra conciencia sobre las masacres. Los principales colaboradores y amigos de Humberto Moreira son perseguidos y encarcelados en el vecino país. En tanto, el frívolo ex gobernador presume músculo en redes sociales, foto de su bíceps literalmente. Mientras, Coahuila sufre por las heridas recibidas. Y los temas que agobian al país encuentran escabrosos ejemplos en Coahuila. Ejemplos sin resolver. Delitos impunes.

Lentos para reaccionar, empresarios y clase política coahuilense, no han completado las tareas. Los presupuestos municipales para la seguridad son raquíticos. Las instrucciones no se atienden y no se verifica que se cumplan. Los alcaldes gastan en sus proyectos personales y políticos. Mucho relumbrón, nóminas enormes, sueldos abultados; y corporaciones policiacas incompletas y débiles.

Es urgente acelerar el paso, luego de miles de ejecutados, secuestrados y desaparecidos en Coahuila. Han pasado por lo menos cuatro años de simulaciones, escasos avances y alcaldes negligentes. Apenas se completó la depuración. Aunque ya debieron hacer un par de exámenes de control y confianza adicionales a cada policía en ese lapso. Las corporaciones siguen incompletas y los coahuilenses siguen sin protección en barrios y ciudades inseguras. Faltan más de cuatro mil policías.

El paso de Eduardo Olmos, Ricardo Aguirre, Fernando de las Fuentes, Ramón Oceguera y Jericó Abramo resultó un desperdicio criminal de tiempo y recursos. Simulación enorme y los ciudadanos indefensos. Miguel Riquelme e Isidro López van por el mismo camino. Prometieron demasiado y sus visiones limitadas y pésimos colaboradores muestran las mismas tendencias.

La bestia del hampa organizada y sus derivaciones no ha sido exterminada. Las cifras y el maquillaje ya no bastan. Se requiere trabajar las percepciones con resultados. La restauración del tejido social debe avanzar a un ritmo mayor. Es momento de replantear las prioridades, reasignar recursos y renovar los gabinetes.

Muchos de los actuales funcionarios estatales y los nuevos alcaldes no están a la altura de los retos. Posponen las soluciones y anuncian obras de relumbrón. Gastan en lo superfluo y postergan lo inmediato. No están interpretando los contextos, y además no tienen programas para atenderlos. Urgen los resultados. Sólo tienen boletines y palabras huecas, que no corresponden a la realidad ni a la magnitud de los daños.

Ni el gobierno estatal, ni Isidro López, Miguel Riquelme o Ricardo Aguirre, tienen programas integrales para recomponer el tejido social. Se trabaja sólo con acciones aisladas y descontextualizadas. El alcalde de Saltillo lleva un año de publicitar manitas de pintura y visitas a la decena de centros comunitarios locales, en una ciudad de 800 colonias y casi un millón de habitantes.

Los centros comunitarios no son lugares de recreo solamente, como los entienden Carlos Orta y López Villarreal. Además de la convivencia se deben usar para restaurar el tejido social. Para abatir la marginación hay que dotar de habilidades a las personas. Habilidades que les permitan incorporarse a las corrientes principales de la economía de cada región o centro de población. Es decir que las conviertan en personas aptas para conseguir empleos de calidad, seguir avanzando en sus estudios o salir adelante con sus negocios y proyectos de vida.

A los niños y jóvenes hay que ayudarlos a que comprendan las ciencias y desarrollen habilidades verbales, para que pasen los exámenes de admisión en las secundarias, prepas y las universidades. Hay que fortalecer las habilidades y proporcionar nuevas para evitar la marginación, y su dramática consecuencia: la pobreza.

La realidad política y social en el plano nacional, hará mayor el escrutinio a los gobernantes y sus colaboradores. Muchos de ellos ya fallaron y traicionaron a sus verdaderos patrones: los coahuilenses. Ya merecen irse a la banca. Ya hicieron mucho daño.

Han sido puestos en entredicho el estado de derecho y la gobernabilidad. La desaparición forzada de personas significa una violación de derechos humanos que puede llevar a la constitución de un crimen de lesa humanidad. La difusión en la prensa extranjera de cómo actuaron gobiernos y policías como criminales, marca indeleblemente a las entidades ante los ojos de inversionistas y gobiernos foráneos.

Ante los escenarios que vienen, y las presiones que asoman, las omisiones criminales de estos años deberán ser castigadas, se requiere profundizar en la búsqueda de culpables. Ya no se podrá quedar en algunos funcionarios menores. El asunto debería escalar hacia las cabezas. Humberto tratará de escurrir el bulto. Todo pasaba cuando él ya no era gobernador o cuando no se daba cuenta de lo que pasaba en Coahuila: los crímenes, la delincuencia organizada apoderada del estado y la megadeuda.

El ex fiscal Jesús Torres Charles resultó nefasto y mentiroso. Ahora, Humberto es el ausente que no se va. Gobernó en ausencia. Y extraña el poder absoluto que lo corrompió absolutamente.

Jorge Torres debió renunciar y debe ser encarcelado también. Es un cómplice y criminal en la inseguridad y la megadeuda. El PAN ya señala a David Aguillón como responsable desde la secretaría de Gobierno del interinato. Jorge es considerado como el eslabón más débil de la cadena. Se le señala como el “Chivo expiatorio”, perfecto para este caso.

The Coahuila Connection es un caso que sacude a Texas y a Coahuila. Allá ya lograron la culpabilidad de Javier Villarreal y la de Raúl González Fernández, además del arresto de Rolando González. Ya se pactó la colaboración de la mayoría de los involucrados. Jorge Torres es el único que se dice inocente, es considerado prófugo, aunque ya pagó más de 300 mil dólares al condado de Hidalgo, Texas. Se menciona dinero sucio, robado, negocios con delincuencia organizada y lavado de dinero. La DEA está a cargo de la investigación.

Vicente Chaires manejaba el dinero del despacho del gobernador Humberto. Las finanzas de Coahuila estaban en manos de los indiciados Jorge Torres y Javier Villarreal. Chaires construyó una cadena de medios a través de lavado de dinero con la familia González Treviño. Leopoldo Lara el presidente consejero del Instituto Electoral de Coahuila, como notario, participó en las extrañas transacciones de millones de dólares a cambio de estaciones de radio y televisión.

Hacer las cosas bien es la urgencia. No se pueden postergar las soluciones a las problemáticas básicas. Ya no hay mucho tiempo ni recursos. Las grandes inversiones no llegan a lugares sin leyes y sin autoridades fuertes y respetadas.

Coahuila no merece seguir rezagándose y los coahuilenses no deben pagar por los errores de la pésima clase política. Cada día que pasa perdemos competitividad. Y millones de sueños y oportunidades de progreso se cancelan. Debemos sacudirnos la apatía y volvernos más exigentes. También, debemos involucrarnos más en la búsqueda de soluciones. Ya basta de ciudadanos indiferentes y descuidados.

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