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el periodico de saltillo
Octubre 2014, edición #308


Funcionarios en conflicto: ¿moreirismo o enriquismo?

 

Armando Montalvo Olivo.

México, país de mentiras, en donde decir la verdad es considerado un delito.


El ambiente político en Coahuila arde. Quien no lo quiera interpretar de esta manera vive alejado de la realidad. El gobierno de Rubén Moreira Valdés está por llegar a su tercer año de gobierno. Pareciera que la mayoría de los funcionarios que integran su gabinete tienen prisa para que inicie la sucesión gubernamental, programada en el calendario electoral para 2017.

Y no es para menos si se considera que un importante número de profesionistas crecieron políticamente y amasaron una fortuna en el periodo de los hermanos Moreira a pesar de no pertenecer al grupo moreirista, pero que por compromisos de antaño y compadrazgos se acomodaron en puestos importantes y ahora están inquietos por no saber con quién se la jugarán: ¿con el moreirismo o con el enriquismo?

A pesar de que no lo aceptan, están incómodos en las dependencias y cargos que desempeñan, incluso empiezan a cuestionar al Ejecutivo por la forma como dirige su adminis- tración, ellos son: Ismael Ramos Flores, Jesús Ochoa Galindo, Blas José Flores Dávila, José María Fraustro Silller, Jaime Bueno Zertuche, Luis Gerardo García Martínez, Jorge Alanís Canales, Miguel Arizpe Jiménez, Eliseo Mendoza Berrueto, Rogelio Montemayor Seguy, Leopoldo Lara Escalante, Jericó Abramo Masso y Ricardo Aguirre Gutiérrez.

La lista es larga, pero en ella también se encuentran: Germán Froto Madariaga, Fernando de las Fuentes Hernández, Bertha Castellanos Muñoz, Homero Ramos Gloria, José Luis Moreno Aguirre, Noé Garza Flores, Jorge Verastegui Saucedo, Manolo Jiménez Salinas, Hilda Flores Escalera, José Luis Flores Méndez, Salvador Hernández Vélez, Gerardo Garza Melo, Francisco Saracho Navarro, Xavier Díez de Urdanivia, Verónica Martínez García, Boreque Martínez González, Luz Elena Morales Núñez, Miriam Cárdenas Cantú, y Sofía Garza Camil, entre otros.

En este momento, el gabinete de Rubén Moreira vive una agonía política. Hay una rivalidad de poder y “golpeteo político” entre los mismos funcionarios de primer nivel, que algunos de ellos prefieren trabajar desde cualquier lugar menos desde sus respectivos centros de trabajo.
Nombres como el de María Esther Monsi- váis Guajardo y el de Armando Luna Canales, (funcionarios que no mantienen un trato laboral aceptable entre ellos), salen a la palestra pública como los autores de ocasionar un clima de intranquilidad en algunas dependencias como la Secretaría de Finanzas, Secretaría de Educación, Procuraduría General de Justicia, Secretaría de Salud, la Universidad Autónoma de Coahuila y el Congreso del Estado, por citar algunas.

Sin embargo, la posibilidad es evidente de que el Secretario de Gobierno y la Jefa de la Oficina del Gobernador tengan la encomienda del Ejecutivo de supervisar -discreta o abiertamente-la labor que efectúan los funcionarios citados, por una razón: dejaron de hacer bien su trabajo y no sólo empezaron a hablar sino a planear su apoyo incondicional al grupo político de Enrique Martínez y Martínez, que capitanea desde la capital del país el titular de Sagarpa.

Por lo pronto, lo que definirá quién lleva la delantera entre estos dos grupos políticos para la sucesión gubernamental, quedará definido cuando se conozcan quiénes son los candidatos moreiristas o enriquistas que aspiren a una diputación federal por el PRI.

A estas alturas, no se descarta que Rubén Moreira tenga dudas de los funcionarios que le guardan lealtad, a pesar de que junto con su hermano Humberto impulsaron sus carreras políticas, no sólo a los que aspiraron a un puesto de elección popular, sino de aquellos que escalaron puestos públicos al “vapor” sin merecerlo.

Si bien se respira un clima de incertidumbre hacia el interior del gabinete estatal, no se puede ocultar el poder político de los Moreira que lo tienen a lo largo y ancho de Coahuila, así se diga que Rubén y Humberto están distanciados y que no se hablan.

La realidad es que sólo los Moreira conocen la estrategia electoral que siguen aquí y quiénes de los candidatos ganarán o perderán. Su fuerza y control electoral lo demostraron con el triunfo arrollador en las elecciones pasadas para diputados locales, así como los descalabros que sufrieron Fernando de las Fuentes y Enrique Martínez Morales cuando el primero intentaba llegar por segunda ocasión a la Presidencia Municipal y el segundo quería ser legislador federal.

No cabe duda de que a pesar de tener un control político demostrado en la entidad, el Ejecutivo no tiene de sus funcionarios una evaluación satisfactoria, los que en poco tiempo tendrán que destapar el grupo político por el que se inclinan.

Hasta ahora, Rubén Moreira y Enrique Martínez y Martínez no han sacado sus cartas políticas ante la opinión pública, sino que son sus subalternos e incondicionales los que se encargan de ventilar y criticar la vida personal y laboral de quienes tienen posibilidades de alcanzar una candidatura en el proceso federal que inicia en octubre.

Lo que ocurra de aquí en adelante, y de los desenlaces entre estos dos grupos políticos, marcará la memoria coahuilense por una razón: se verá si el presidencialismo priista de antaño volverá a controlar y a decidir como lo hizo durante más de 70 años, poder priista que tuvo un receso de 12 años cuando el país estuvo en manos de los presidentes panistas Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa.

De algo pueden estar seguros los coahui- lenses, habrá sorpresas entre los funcionarios de todos los niveles de la administración estatal que dejarán atrás su lealtad y su compromiso con quienes los apoyaron y los enriquecieron, porque se guiarán por su ambición de poder desmedido. No llenan y nos les interesa la gratitud.

 
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