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el periodico de saltillo
Enero 2017
Edición No. 335


El pacto de Peña Nieto

Augusto Hugo Peña Delgadillo.

El Pacto al que convocó Peña Nieto en el que participaron algunos empresarios, líderes sindicales de los que los patrones maicean, Peña Nieto y sus secretarios, es otro vil engaño a los que nos tiene acostumbrados por ello no invitaron a quienes son líderes de veras de la gente del pueblo. Todo lo que pretende es hacer tiempo para que el encono popular amaine u poco.

Hace dos años, el 4 de enero del 2015, Peña Nieto envió a la nación un Tuit en que dice: “Gracias a la reforma hacendaria por primera vez –en 5 años- ya no habrá incrementos mensuales en los precios de la Gasolina, Diésel y Gas LP-. Un año después dice: “Lo que nunca comprometí es que nunca fuera a incrementarse el precio de la gasolina”. ¿O está loco o solo es un cínico mitómano? O, ¿Nosotros no sabemos entender los mensajes cifrados que nos envía Peña Nieto? La única realidad, lo ha demostrado, es que amén de cleptómano mitómano es cínico. Quiere, en base a repetir una mentira tras otra, en los medios y a través de la voz de los tipejos que tienen de secretarios, hacernos creer que él no miente y que nosotros somos los que no entendemos ni razonamos.

El pacto con la iniciativa privada –no toda- y con los sindicatos vendidos a los patrones, empezando por la CTM, no es siquiera un remedo que llegue a solucionar nada. Sus compromisos con el pueblo son pactos que incluso dijo que los firmaría ante notario público y, los incumplió, uno tras otro, burlándose de los mexicanos. El pacto de ayer es igual que el pacto al que convocó Miguel de la Madrid cuando el país se le desmoronaba.

Se firmó por los mismos que lo firman ahora. Al pueblo que son los afectados no se les invitó a aquel pacto del 15 de diciembre de 1987, como tampoco se les invita ahora, mostrándonos que el pacto es solo entre la misma mafia que gobierna y con quienes comparten las ganancias del desmantelamiento del país, empobrecimiento de los mexicanos y del despilfarro de nuestra soberanía. Los dos pactos, el de 1987 y el del 2017 fueron diseñados por Carlos Salinas, el señor de las huelgas de hambre y de los pactos.

El presidente de COPARMEX se sintió tan pinche que mejor dijo, no firmo. El del Consejo Coordinador Empresarial sí lo firmó, al igual que un maestrillo que Claudio X. González, Alberto Bailleres y Germán Larrea, miembros destacados del Consejo Mexicano de Negocios lo enviaron a hacer el ridículo y hacerle al pendejo, porque ellos no iban a revolver su firma con el mitómano y cleptómano Peña Nieto. Y no es que dichos personajes millonarios no sean igual o más deshonestos que Peña Nieto, no asistieron ni firmaron personalmente este pacto porque saben que es solo una treta y no se iban a involucrar en una mascarada que lo único que pretende es verle la cara de pendejos a los mexicanos, porque este PACTO sirve solo para maldita la cosa y para hacer tiempo y que el encono general del pueblo amaine un poco.

En medio del acto de firma del pacto, los secretarios de Economía y del Trabajo se refirieron a Peña Nieto como si se tratase de un estadista de talla mundial. Se vieron la mar de lambiscones.

¿Qué es un estadista? Es todo lo contrario de lo que es Peña Nieto. Un hombre de Estado no roba a su gente, es líder y no un guiñapo de hombre al que designaron los peores mexicanos para presidir la república con el avieso fin de desmantelarla, hipotecando sus finanzas y su soberanía y con ello condenar a la miseria a decenas de millones de mexicanos, los que si bien no votaron por quien los gobierna o que votaron porque se vieron en la necesidad de vender su sufragio debido a la precariedad de su economía, son gentes que merecen ser tratados humanamente y no como si fuesen ganado menor, tal y como Peña Nieto con sus tretas y deshonestidades, trata a los mexicanos.

Lo que está sucediendo en las calles es el vivo reflejo de lo que es Peña Nieto, y no lo dudo ni tantito que el país se incendie si no aparece pronto por ahí, un líder, un verdadero líder que guié nuestro destino a mejores estadios, y no un soberano cleptómano y mitómano como han resultado ser Peña Nieto y los de su camarilla de vividores.

Pedro Miguel en su escrito de hoy en La Jornada dice: “En tiempos de Peña Nieto la redistribución de la riqueza se realiza así: los priistas de arriba saquean el erario y mandan a los priistas de abajo a saquear el Chedraui”. Como no les resultó la treta de deslegitimar las protestas en base a los saqueos vandálicos perpetrados por gente enviada desde el gobierno, decidieron –como otra instancia que tampoco va a funcionar- acordar un pacto con los empresarios y los sindicatos, dos de los sectores coludidos entre sí para robar al trabajador. Y de paso, aprovechándose de su perversidad, sus sicarios del internet enviaron bots con imágenes de supuestos volantes diseñados por MORENA con recetas para fabricar explosivos y otros llamados apócrifos a la violencia. ¿Es o no esto terrorismo de Estado? O, ¿Usted qué opina, apreciable lector?

ah.pd@hotmail.com


 
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