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el periodico de saltillo
Febrero 2017
Edición No. 336


La contienda electoral

Jorge Arturo Estrada García.



La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva.
José Saramago.

La victoria es del más perseverante.
Napoleón Bonaparte.

 

México está podrido y desmadrado. Y sin embargo los mexicanos demuestran ser capaces de unirse. En estos momentos se unen para defenderlo ante las amenazas externas. También lo hacen para combatir a Enrique Peña Nieto, al PRI, a la partidocracia, a la clase política, a la corrupción, a la inseguridad y a la impunidad. Sabemos que la información es poder, y ahora está en las manos de todos, literalmente. Esto vuelve los escenarios políticos muy volátiles. Y las elecciones del 2017 se verán envueltas en fuertes tornados.

La revolución llegó. Los ciudadanos intentan recuperar la soberanía. Por el momento, están en busca de los caminos. Ya se saben conectados y que hay millones de personas que piensan y sienten igual que ellos. Son personas y familias conocidas y desconocidas; cercana y lejanas; que resienten los efectos de las pésimas gestiones gubernamentales, sus excesos y sus incapacidades, y que están dispuestas a expresarlo.

La web y las redes rompieron el mecanismo esencial de control social: el libre flujo de la información y las ideas. En este momento, ahí está el nuevo ágora. La calidad de la información es discutible, pero la plaza es pública y está abierta. Apenas aprendemos.

Muchos ciudadanos apáticos e irritados encontraron en las redes sociales con ideas afines y problemáticas similares. Luego, probaron la calle y los gritos de protesta. Y pusieron a temblar a la clase política.

El gasolinazo de enero del 2017 ha sido la gota que derramó el vaso. Los jóvenes, tal vez, verán a sus padres y abuelos en acción gritando y tratando de cambiar las cosas; igual a como desde hace muchos años lo recuerdan y presumen. Igual a como se hizo antes.
Es decir, presionando a la partidocracia y a los gobernantes. Arrinconándolos y obligándolos a ceder en sus pretensiones, y forzarlos a que obedezcan. Sistemáticamente recordándoles quien manda, sin filtros ni distorsiones. No se puede aflojar la presión, ni real ni virtual. La clase política está desconcertada. Sus mecanismos de control sólo operan a medias. Los cierto es que no estaban preparados para eso. Hasta el futuro a cortísimo plazo es incierto.

El factor Trump vino a desestabilizar a un México hecho pedazos, pero prendido por alfileres. A un México, gobernado por una clase política soberbia, alejada de los ciudadanos y el sentido común. Políticos que en cada relevo gubernamental escalaban la incompetencia y la voracidad de sus miembros. Y que, en los últimos años, rompió el tejido social, la estabilidad económica, destruyó los sueños de progreso de las familias y ahora mete a la precaria clase media en el riesgo de recaer en la pobreza y la insolvencia.

La inestabilidad social lo envuelve todo. En el corto plazo, y mientras la inflación, la carestía, y los bajos salarios lastimen los bolsillos de los clasemedieros el mal humor social persistirá. De igual forma, mientras continúe la vida lujosa de los funcionarios, sus salarios enormes, la corrupción y la falta de atención a las demandas ciudadanas, el voto de castigo estará presente. ¿A cuáles candidatos y partidos les afectará más? ¿Le tocará a Coahuila un terremoto político?

Con campañas perfectas el PAN podría quedarse con todo, pero no hay margen de error. Pero, el camino al Palacio Rosa no es tan fácil, el 34 por ciento de Anaya en las encuestas es el mismo porcentaje de los cotos con los que perdió hace seis años y es el mismo que ha tenido el albiazul en derrotas anteriores en Coahuila. Es decir, en un escenario de menos del 60 por ciento de afluencia casi seguramente perdería. El pastel de las Intenciones de Votos, está dividido en tres grandes porciones: Riquelme, Anaya y otro tercio sumando a Javier Guerrero y Armando Guadiana, y los demás. Aunque habrá que considerar el voto oculto que resta certidumbre a los sondeos.

La maquinaria del PRI Coahuila convierte sus sólidos 20 o 25 por ciento de voto duro en espectaculares victorias con más del 50 por ciento de los sufragios, esto en un marco de 50 por ciento de abstención. En contraste los votos opositores se desinflan, porque los electores clasemedieros y libres no acuden a las urnas. El tricolor sabe ganar elecciones.

Aún falta mucho por conocer. Pero Riquelme no suma y en seis meses ha perdido más de 20 puntos de intención de voto, se quedó sin la percepción ganadora y sin una rebanada, todavía no cuantificable de su voto duro que votaría en su contra, tal vez por Javier Guerrero. En este momento se podría decir que Riquelme no es invencible.

El exalcalde de Torreón está desconcertado. Sus respuestas ante los números de las encuestas han sido reveladoras de la magnitud de sus problemas: mejor pregunten en las encuestas ¿quién va a ganar?, respondió. Esto, luego de conocer los estudios de enero que lo presentan empatado con Anaya y dejando ir una ventaja de casi 20 puntos.

El nuevo PRI se esfumó. Los millenials están listos para liquidarlo. Los demás partidos corren ese riesgo, los independientes podrían volver a tomar fuerza o surgir partidos de jóvenes creados y dirigidos por ellos como en España.

Vemos que Miguel Riquelme ya perdió la percepción ganadora. Por primera vez en la historia electoral de Coahuila un candidato del tricolor llegará a la campaña con dudas acerca de su victoria. Para Guillermo Anaya se abre un panorama bueno a secas: aún tiene oportunidad de ganar. Para Armando Guadiana y Javier Guerrero las posibilidades están abiertas. El 80 por ciento del electorado coahuilense quiere al PRI fuera del Palacio Rosa.

La mala noticia es que, algo inédito, los opositores cuenten con tres candidatos fuertes, a diversos niveles y con distintos matices. Eso complica las cosas para Anaya y favorece a Riquelme, pero no al PRI. ¿Cómo es eso?, veamos.

En las elecciones por las alcaldías y las diputaciones no se presentarán los escenarios tan competidos y variados. En esos procesos será un duelo entre PRI y PAN. Estructura y maquinaria contra el 80 por ciento de coahuilenses que quieren el cambio. Sin embargo, la maquinaria electoral del PRI Coahuila es la mejor del país, así que nada está escrito.

Las encuestas no revelan el voto oculto, que por ahora ronda el 20 por ciento. Ese voto sería anti sistémico y no se conoce a dónde iría a dar. Si el PAN aprende a hacer campañas exitosas, lejos de su mediocridad, puede ganar el Congreso, los ayuntamientos y hasta el Palacio Rosa. El escenario del PRI es más complicado, sólo salvaría la mitad del Congreso, los ayuntamientos chicos y tal vez el Palacio Rosa.

Hasta el momento, el desempeño en las redes de todos los aspirantes es mediocre. No comprenden que en ese mundo sus bots, trolls y jilgueros a sueldo no generan opinión pública. Por el contrario, sólo aumentan el desprestigio del personaje con tendencias falsa y efímeras.

La época del control absoluto de la información y de la opinión púbica terminó. Ahora el escenario es de malestar social, rechazo a los políticos y los partidos, confusión reprobación gobiernos. El manazo de la fiera dormida ya hizo ruido y asustó a los soberbios, falta ver si se pone de pie y comienza a sacudir al país con sus pasos y acciones.

El abstencionismo será, más que nunca, la variable decisiva en estos procesos electorales. Las batallas por el poder en Coahuila se darán en dos mundos: el real y el digital. Sin embargo, las elecciones se ganarán con votos y no con likes, y en eso el tricolor mantiene la ventaja.

jjjeee_04@yahoo.com

 
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