El final del sexenio rubenista
José Guadalupe Robledo Guerrero.
El pasado 6 de noviembre, Rubén Moreira Valdez rindió el sexto y último Informe de su gobierno, el cual termina oficialmente el 30 del mes en curso. En esta fecha llega a su fin el gobierno moreirista que duró 12 años y que terminó dividido en humbertismo y rubenismo, pero esta diferencia es sólo para identificar a cada sexenio, porque en el rubenismo continuaron los mismos funcionarios del humbertismo.
Lo cierto es que Rubén aprendió del error de su hermano Humberto, el actual gobernador cuidó no dejar al garete su salida y la diseñó, de tal manera que a días de entregar el poder, continúa supervisando o entregando las pequeñas y medianas obras que consiguió realizar en su sexenio. Parece que su gobierno comienza, no termina.
Rubén tuvo cuidado en escoger para su despedida del poder, un tema incuestionable de su gobierno: la seguridad. El gobierno de Rubén recobró la paz y la tranquilidad que su hermano Humberto había trastornado en su gobierno, en donde Rubén colaboró como segundo en el mando.
Para muchos coahuilenses, en su último Informe Rubén se cuidó de no tocar lo referente a la corrupción oficial, que fue el tema principal que enarbolaron los opositores al PRI en las pasadas elecciones que casi terminan empatadas, y es por los que los Moreira son conocidos en toda la república. Tampoco mencionó la deuda, a pesar de ser el tema con el que pasará a la historia el moreirismo y los Moreira, sobre todo por su opacidad, las historias de corrupción que se cuentan y se ven, y el ocultamiento de la información sobre el destino de 37 mil millones de pesos.
Pero a pesar de todo, nadie puede dudar que en el sexenio de Rubén retornó la seguridad que había desterrado su hermano Humberto, que fue también quien endeudó a nuestro estado por 30 o más años, pues en el último sexenio en lugar de disminuir el capital de la deuda, aumentó en alrededor de un 10 por ciento.
Independientemente de las filias y fobias, Rubén supo hacer política, pues con todo en contra consiguió terminar su sexenio sin grandes escándalos, y pese a la adversidad que había dejado como herencia el humbertismo, al final pudo derrotar electoralmente a sus adversarios que le quisieron hacer montón: a Guillermo Anaya lo venció por segunda ocasión; a Armando Guadiana le ayudó inflándolo, pero lo acotó; a Javier Guerrero simplemente lo exhibió y a su hermano Humberto le hizo ver su realidad.
Tampoco hay duda que Rubén cabildeó para que el dictamen del TRIFE -reconociendo el triunfo de Miguel Ángel Riquelme- se dé a pocos días de su salida para evitarse las protestas que seguramente harán los perdedores. Rubén terminó su sexenio bien calificado por los suyos. No se extrañe si lo vemos en la próxima campaña presidencial. Rubén no murió políticamente... |