Santiago Nieto cinico y descarado

Salvador Alcázar Aguilar

Como es posible que el Gobierno Federal permita que el CEN del PRD le sugiera: “Sr. Presidente tenemos un buen candidato para que ocupe la titularidad de la FEPADE, con muy buenos resultados para el PRD, muy leal, hombre muy honesto y de convicciones”. Cuando se supo esto, las comparsas, digo… los Senadores se llenaron de júbilo por la llegada o arribo de su asesor, Santiago Nieto Castillo. Debemos puntualizar que inmediato a su nombramiento, todos los Senadores querían cenar con él.

Hubo hasta acoso y persecución para conocer y platicar con el nuevo titular de la FEPADE; se acercaron a pedir su cuota de poder, o sea su moche, su champú de cariño, pero la lealtad del titular sólo obedeció a los que estaban en contra del titular del Gobierno Federal. Y fue así como empezó una serie de pronunciamientos que ponderaban el valor de todo aquel que quisiera -por los cauces legales- atacar sistemáticamente las decisiones de su amo, el gobierno.

Violó constante y de manera progresiva su lealtad, porque cayó en las convicciones de quienes le obsequiaron el puesto y filtró, ya sea sugiriendo y presuponiendo tal o cual asunto, pues pensó… “estoy con la patria, con la nación y soy el único que exhibe a quien pide justicia puesto que la justicia soy yo, pues como dueño absoluto de ella, puedo señalar con índice de fuego a todo aquel mortal que ose contradecirme o sugerirme un error en mi actuar.

Santiago Nieto Castillo, llevó su carrera con veredictos muy cuestionados a su límpida actuación, el maestro fabuloso se empezó a corromper, pues desde el momento en que convirtió en Juez y parte, nunca más admitió una objeción, con su pura lengua y su omnipotente dedo desaseo un sinfín de asuntos jurídicos por los cuales debió excusarse.

Pero todo, todo se acaba, la vida misma también se va… bueno, eso lo dijo José Alfredo Jiménez, cantante, compositor, artista y filósofo mexicano.

Un buen día recibió una carta de un mortal, que a como él los veía ni siquiera vale la pena mencionar su nombre, tal cual un Dios del Olimpo y violando la ley de su investidura y un poquito envalentonado, filtró a una comparsa del mitote… perdón al periódico Reforma, pues aduciendo que recibió presión y amenazas por una investigación; en esa misma le pedían que informará la denuncia, el número de folio y en qué estado se encontraba la averiguación mencionada.

Indignado por el atrevimiento, pensó que era una bravuconada intimidatoria.

El lobo feroz fue exhibido, y fue entonces que el rebaño sagrado con el síndrome de Estocolmo salió a defender al lobo; algunos borregos se negaron a ser degollados por ese lobo y se pasaron para ser comidos por otro lobo. Primero se dijo que como 11 luego que uno, después aseguraron que… como 5.

Luego los rabiosos defensores del lobo pidieron que se exhibiera a los traidores del gremio de serviles, tomaron la tribuna como queriendo pelear, montaron un gran circo. Pero como dice Juan Gabriel en su canción “Pero qué necesidad”, porque solito el susodicho Santiago Nieto dijo: “Me retiro de esta remoción y reposición del puesto”, se derrumbó su castillo de naipes y hoy está preparando su defensa contra sus hechos en contra del “Don Nadie” Emilio Losoya, ex director de PEMEX, y se le vinieron un cúmulo de denuncias que la verdad desistió de poner más piedras en el camino, cuando se le vino un derrumbe y cayó en un socavón del cual intenta salir.

Los canallas, los de Morena, los amarillos y los demás partidos satélites… todavía no comprenden que fue lo que les salió mal.

Nos queda claro que si tú como ciudadano te robas 100 millones de pesos... vas directo a la cárcel, pero si tú eres un político mexicano, como todos ellos que son la clase privilegiada en el país... “eso no es robo, es una persecución política”, según la diputada por Morena Rocío Nahle García.

¿Qué te parece nuestro Sistema Político Mexicano… sus miembros son quienes ostentan el poder… Por qué tú como ciudadano no perteneces al gremio de los intocables a quienes no se les puede perseguir por ningún delito, ya que tiene fuero.

No quisiera creer que Santiago Nieto Castillo se creyó aquello de que “Tú dame el nombre... y yo invento el infundio...