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el periodico de saltillo

Abril 2018

Edición No. 350


Miscelánea

El ISSSTE, ente de contrastes

José C. Serrano Cuevas.

El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) nació el 30 de diciembre de 1959, durante la administración del presidente de la República, Adolfo López Mateos. Fue concebido como una organización gubernamental para atender un amplio espectro de prestaciones a los servidores públicos del gobierno federal.

En paralelo al surgimiento del instituto se constituyó la ley del ISSSTE, la que se caracteriza por responder a una visión integral de la seguridad social , cubriendo tanto asistencia a la salud, como prestaciones sociales, culturales y económicas, cuyos beneficios se extienden a los familiares de los trabajadores.

Los servicios sociales son un conjunto de prestaciones que se caracterizan por apoyar al asegurado y su familia, básicamente a la atención de los menores en instancias infantiles, venta de departamentos en desarrollos multifamiliares, el cuidado de la salud, préstamos con bajo interés, jubilaciones y pensiones, prestación de servicios funerarios y apoyo general a la economía familiar.

Muchas son las anécdotas que se escuchan en las oficinas del instituto y en los pasillos de clínicas y hospitales. El ingenio de los derechohabientes, a pesar de sus dolencias, nunca se ha visto menguado aunque las traiga todas en contra. Solían y suelen conformar el nombre de la institución, a partir de la sigla ISSSTE, como: Inútil Solicitar Servicios Sólo Tramitamos Entierros.

Este organismo gubernamental cuenta con clínicas de medicina familiar bien organizadas y con centros hospitalarios de muy alto nivel. En los servicios que los conforman laboran profesionales de la salud especializados en diversas disciplinas, pero enfocadas a un mismo propósito: brindar alivio a los pacientes.

El “Centro Médico Nacional 20 de Noviembre” es una muestra palpable de la calidad de los servicios que el nosocomio dispensa a los derechohabientes. Los equipos de que dispone esta unidad de salud, integran avances tecnológicos de última generación. Ello contribuye a la obtención de diagnósticos más precisos y a la elección de tratamientos más amables para quienes son usuarios de sus instalaciones.

El “Hospital Regional Sur Lic. Adolfo López Mateos” es otro ejemplo en la calidad de la atención que presta a los derechohabientes. El trato hacia ellos, de parte del equipo de salud, es cálido y empático. La formación de especialistas, la capacitación y la educación continua son prácticas cotidianas. Este es un sello distintivo que acrecenta el buen prestigio de la institución.

Hasta aquí la cara bonita del instituto.

En la confluencia de Avenida Revolución y Barranca del Muerto se ubica el “Hospital General Dr. Darío Fernández Fierro”. En este nosocomio se atienden padecimientos diversos. Cuenta con servicios de alta especialidad. Sin embargo, su aperiencia y la etención dispensada a los usuarios dejan mucho que desear.

En las salas de espera, a la vista de los usuarios, hay pacientes que llevan muchas horas postrados en camillas desvencijadas, con la expectativa de ser instalados en una cama hospitalaria que reivindique esa humillación; otros derechohabientes tienen que esperar un promedio de tres horas para ser atendidos por los especialistas, no obstente de contar con una cita programada con antelación.

La carencia de servicios sanitarios destinados a la satisfacción de las necesidades fisiológicas básicas del ser humano, trae aparejadas algunas complicaciones, particularmente, en pacientes diabéticos, pacientes con enfermedades gastrointestinales, o pacientes hipertensos tratados con diuréticos.

En las paredes del hospital han sido colocados carteles en los que se enuncian los derechos de los pacientes. Cuando algún incoforme quiere darles validez, es reprimido al alimón por la enfermera y el médico tratante. El galeno, quien no entendió bien el significado de la relación médico-paciente, asume y reproduce un modelo verticalista de ese binomio humano. Él se instala en la superchería de sentirse el dador de la vida.

Después de una consulta atropellada, el facultativo extiende la receta y se la entrega al paciente, quien debe surtirla en la farmacia que se ubica en un anexo del hospital. La fila de demandantes de medicamentos es larga y su avance es lento, muy lento; en promedio permanecen formados una hora. Adentro del local sólo hay dos empleados de no muy buen talante. Es más o menos común que informen a las personas que regresen en fecha posterior porque la medicina que requieren está agotada.

Hasta el 23 de marzo de este año, el director del hospital de marras había sido el médico Fermín Aguirre Valdés; el puesto está vacante. Es responsabilidad de Florentino Castro López, director general del ISSSTE, elegir cuidadosamente a alguien que rescate del abandono a esta unidad de salud; que matice los contrastes que menudean en la institución.

 

 
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