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el periodico de saltillo

Abril 2018

Edición No. 350


Los Mimbres

Rufino Rodríguez Garza.

El mimbre es un arbusto que crece silvestre en casi todo el estado de Coahuila, es de la familia del sauce y se le encuentra principalmente en los arroyos.

Revisando el nomenclátor (catálogo o lista de nombres, especialmente de pueblos, aspectos hidrológicos, orográficos y obras hechas por el hombre) de Coahuila, me encuentro que hay 50 arroyos denominados con ese nombre y 14 comunidades o asentamientos humanos también con el nombre de ese arbusto.

En esta ocasión hablaremos de un asentamiento al poniente de Paila en el municipio de Parras. En este ejido de amplia extensión, hemos localizado hasta el momento dos sitios con vestigios rupestres, consistentes en pinturas y grabados, una loma baja de medio kilómetro que corre de oriente a poniente; tiene una buena cantidad de petroglifos en su mayor parte con motivos abstractos entre los que sobresale la figura humana, misma que se repite en cuando menos 12 ocasiones, lo que nos indica que era un lugar utilizado para ritos propiciatorios, pues se relaciona con eventos chamánicos.

Al pie de esta loma se observa un sembradío de lechuguilla hecho con maquinaria, pues se nota que primero se limpió el espacio y luego se sembró el agave. Todo un alarde de ingeniería agronómica.

Hay otro sitio con pinturas a escasos 200 metros de los grabados, arroyo el Mimbre de por medio, hacia el poniente, y aquí unas modestas pinturas en rojo donde la geometría nos arroja unos bellos rombos. El tercer sitio se localiza a 3 kilómetros, al poniente de estos últimos; aquí los petroglifos se encuentran en menor cantidad, pero al igual que los primeros son abstractos, donde lo poco reconocible son representaciones solares, cómputos, concéntricos y otros aun no identificables.

La sorpresa la tuvimos cuando llegamos a unas ruinas, que ahora sabemos que fue el Mimbre original, el antiguo, que fue despoblado cuando se cambiaron al pie de la carretera 2 kilómetros hacia el norte, (carretera 40, la Matamoros- Mazatlán), esto seguramente fue en los años cincuenta del siglo pasado cuando se pavimentó el tramo, Saltillo-Torreón.

Al regresar de la presa Santa Cecilia, al sitio del campamento, localizamos un antiquísimo panteón, una serie de túmulos de piedras y nos llamó la atención algunas piedras labradas que hacían las veces de lápidas (losa con una inscripción en que se recuerda a alguien), algunas fechadas de principios del siglo XX (1912 la más antigua y la fecha más reciente de 1918) las demás sin fecha, algunas solo la cruz, por cierto muy bien elaboradas; algunas piedras rotas, maderos podridos pero todo el conjunto da idea del fervor por celebrar y respetar a los difuntos.

De la antigua hacienda queda solo una casa de adobe y algunos cimientos, hay dos tanques o bordos para retener el agua, la cual solo uno tiene, el otro está seco. También dos norias y al igual que los tanque solo una está en uso. La vocación del rancho fue la ganadería pues aún se observan viejos corrales y abrevaderos.

La construcción que mejor se conserva es una vinata, un horno donde se cocían las pencas de maguey y de sotol para destilar aguardientes y mezcales; por lo que podemos inferir que esa pudo ser otra vocación de la hacienda.

Una de las norias fue todo un alarde de construcción pues se ademó con piedra de sillar, hasta unos 10 metros, esta noria está conectada a una pila también construida con piedra, ademada y con contrafuertes en las esquinas. En las partes bajas de esta pila, abrevaderos para el ganado. Entre el abandonado pueblo y la presa Santa Cecilia localizamos majadas y unos corrales donde se marcaba al ganado.

En los márgenes de la presa y en el mismo rancho, unas construcciones para hacer carbón de mezquite dejaron de usarse pues se acabaron los árboles propios para el carbón.

En el segundo viaje al mismo lugar, el comisariado nos habló de otro panteón, y pues nos dimos a la tarea de buscarlo y dimos con él, justo al lado oriente, cruzando el ancho arroyo del Mimbre, aquí la tumbas son digamos “modernas”, pues contienen uso de cemento, madera, y otros materiales, los cuales fueron empleados después de 1920 y hasta los años cincuenta, año en que hubo el cambio al nuevo asentamiento. En total hay en el Mimbre tres panteones, dos en desuso y el moderno, junto a la carretera.

La presa es un hábitat natural, el agua aguanta todo el año lo que permite el pastoreo de ganado vacuno y caballar. Un sitio digno donde con los permisos oportunos puede uno ir de campamento, aquí los huizaches con su aroma dulzona, protegen del sol y los visitantes pueden admirar el ganado y/o los patos de este reservorio.

En el Mimbre antiguo no han faltado los buscadores de tesoros que en su afán de localizar lo que no perdieron han cavado buscando tesoros inexistentes.

El sitio vivió mejores épocas, épocas que ya no volverán. En las fotos que acompañan estas notas podrán ver desde petroglifos indescifrables, las escasas pinturas las ruinas de la vinata, y las tumbas abandonadas para siempre.

 

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