Los debates de los presidenciables
no logran cambios de
percepción
Jesús M. Moreno Mejía.
Cuanto más tiempo se
discute de política, más
lejos estará lo esperado.
Parafraseando a Samuel
Butler (escritor inglés) |
Ya hemos abordado el tema en anteriores artículos: --Un primer debate que no tuvo ganador --¿Qué dejan los debates? ¿Seguridad o confusión?, pero después de oír y ver un segundo encuentro de presidenciables llegamos a reafirmar que cuanto más se discute de política, más lejos estamos de lo esperado de los cuatro candidatos vigentes, pues Margarita Zavala decidió retirarse de la contienda.
Los coordinadores de campaña y los seguidores de los aspirantes a obtener el triunfo en la elección de nuevo Presidente de México, han afirmado de inmediato que su candidato fue el vencedor en dichos debates, pero en realidad ni uno ni otro se les puede considerar triunfador, pues no se trata de ganar por el cúmulo de insultos y descalificaciones, sino por lo que todo mundo espera: soluciones concretas a los males que aqueja la Nación.
La iniciativa privada de Torreón (Canacintra y Canaco), declararon al siguiente día del segundo debate que era lamentable que al igual que en la anterior ocasión, sólo se hayan hecho notar los insultos y descalificaciones por encima de las propuestas que los mexicanos esperamos encontrar en ese tipo de ejercicios democráticos previos al 1 de julio, para así tener elementos de decisión y votar por el que cada quien considere el mejor para ocupar la Silla Presidencial.
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Javier González Lara, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra), Delegación Torreón, declaró al ser entrevistado que es importante no quedarnos sólo con lo que muestran los aspirantes en el debate, pues para emitir un voto razonado hay que considerar varios aspectos de cada uno de ellos, no sólo con lo que nos dicen frente a las cámaras de televisión.
Es necesario saber quiénes son cada uno de ellos en los puestos públicos que han ocupado, su trayectoria política, quiénes integrarán los puntos clave de su gabinete administrativo, cuáles son sus proyectos en materia económica, social, etc., y las políticas que coadyuvarán al buen uso de la impartición de justicia, la seguridad, etc., en beneficio de todos los mexicanos.
El mencionado representante del sector industrial, señaló que en el intercambio de ataques en el segundo debate no se puede considerar que hubiera un triunfador de ese encuentro, tal como coincidió en señalar el presidente de la Cámara de Comercio de Torreón, José Antonio Baille Smith, y por lo que se refiere a las escasas propuestas “hubo algunos desatinos y hasta planteamientos irresponsables, tales como pretender aumentar al doble el salario mínimo”.
Por otra parte, en las redes sociales han estado circulando mensajes de odio y “fake news” (informaciones falsas), pretendiendo favorecer o desprestigiar a uno y otro aspirante presidencial, pese a que la Ley General de Delitos Electorales establece en la fracción XVI del artículo séptimo de esa norma, que quien por cualquier medio difunda información que intimide el voto incurrirá en delito electoral.
Es por ello que el fenómeno “fake news” lo están siguiendo puntualmente las escuelas de Comunicación de algunas universidades, para analizarlo y supuestamente para ofrecer una “vacuna” en contra de esa falsa información, lo que se antoja difícil de controlar.
No es nuevo el método de difundir mentiras a través de las redes sociales, pues antes se usaban en escritos o panfletos a los que se les identificaba como calumnias e infundios, pero de cualquier forma causando efectos perniciosos a las campañas, sembrando la polarización en las campañas electorales.
Sin embargo, los “memes”, “bots” y “fake news” parecen ser los productos más vendidos por las agencias del mercado digital y los más solicitados por quienes dirigen las campañas electorales de los candidatos. ¡Absurdo! ¿O no?
Hagamos caso omiso de “memes”, “bots” y sobre todo de “fake news”, pues con estos los organizadores de las campañas políticas de los candidatos pretenden crear confusión mental en quienes no tienen la seguridad de por quién deberán votar el 1 de julio, pero tampoco nos vayamos en “la finta” de que es preferible no emitir nuestro sufragio el día de la elección, pues cada boleta invalidada es a su vez un voto a favor de quienes pretenden ganar con escasa votación.
Incluso hay la idea de comprar la credencial de elector en sectores donde se cree hay ciudadanos dispuestos a votar por tal o cual candidato, garantizando así eliminar votos.
El caso es que nuestra decisión debe ser razonada y no controlada por otras personas que tienen interés en que gane su candidato.
Debemos ir a votar porque es un derecho del ciudadano a elegir al aspirante a tal o cual puesto, y a su vez una obligación cívica para ejercer de manera libre, y esto es precisamente lo que deberemos de hacer el próximo domingo 1 de julio en la casilla electoral que nos corresponda.
¡Hasta la próxima!
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