Tristes independientes
Samuel Cepeda Tovar.
Se trató sin duda alguna de un momento histórico, pues derivado de la reforma político-electoral de 2014, las figuras de candidaturas independientes podían competir por la presidencia de la república en elecciones ordinarias y democráticas. Sin duda un avance que ponía en la mira a los partidos y el sistema mismo consagrado en la Constitución por decenios en los cuales sólo estos entes políticos podían conformar órganos de gobierno en un claro sistema partidocrático que ha sido y es bastante cuestionable en muchos sentidos, sobre todo en la democracia interna para seleccionar a sus respectivos candidatos en cada proceso electoral.
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El preludio del posible éxito de esta figura encontraba su máxima expresión en el estado de Nuevo León, en donde una figura indepen- diente, Jaime Rodríguez Calderón, de apodo “El Bronco”, había sido electo gobernador derrotando al sistema de partidos en aquella entidad. De ahí que el fantasma de candidaturas ciudadanas comenzaba a inquietar a los tradicionales partidos políticos. No obstante, el tiempo y el caso Coahuila habrían de poner en su lugar una figura que tuvo un extraño brote de éxito sin que ello significara una transformación del sistema en su totalidad.
En Coahuila, Javier Guerrero optó igual por la vía libre y sufrió una aplastante derrota en las elecciones de 2016, y las dos actuales figuras presidenciables con la bandera de la independencia partidista han estado en el sótano de las preferencias mediante la vía de las encuestas, dejando ver la realidad de una figura que no tuvo eco tratándose del caso Nuevo León y cuyas réplicas en las candidaturas para la presidencia de la república en las personas de Margarita Zavala y el mismo Jaime Rodríguez han resultado menos que mediocres. Ambos independientes no han logrado alcanzar ni siquiera el tres porciento de las intenciones de voto. Ello debe ser en parte causa para que Margarita Zavala haya reculado en sus intenciones presidenciables y declinado al abandonar sus aspiraciones.
Me atrevo a asegurar que la ex candidata entendió que por más que lo intentó no pudo quitarse de encima el estigma del sexenio calderonista y terminó siendo sólo una extensión más de la figura de su esposo, pero el caso no aplica para “El Bronco”, pues muchos esperan que siga la senda de Margarita, no obstante, tres aspectos inciden para que Jaime Rodríguez mantenga viva la llama de los independentistas: en primer lugar, su escandalosa batalla contra el INE que llevó hasta los tribunales electorales para poder obtener su registro, como para que al final termine declinando en sus aspiraciones; en segundo lugar, el candidato sigue pensando, basado en simples corazonadas, que lo que le sucedió en Nuevo León le volverá a suceder a nivel federal, pues sin ser el puntero y además independiente alcanzó la gubernatura en aquel estado; finalmente, su estilo pedestre es un reflejo de su capacidad de análisis y jamás aceptará que lo único que hará en la elección, además de ser aplastado, es ofrecernos espectáculo a los mexicanos como aquél de “cortar la mano” a los corruptos.
Aún estamos muy lejos de que las figuras de candidatos independientes puedan significar un verdadero reto al actual sistema de partidos, habrán de pasar años para que dejen de dar tristeza como los actuales, o tal vez lo que haga falta sean ciudadanos que convenzan tanto con su historial como con su nivel propositivo y que generen con ello la verdadera revolución de nuestro sistema.
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