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el periodico de saltillo

Junio 2018

Edición No. 352


1968: una revuelta que no llegó

Sócrates A. Campos Lemus.

Creo que después de las tragedias, de las represiones, de las torturas, los miedos, la cárcel, el exilio, la inseguridad de ver el día, las gentes terminan olvidando hasta el dolor y lo ocultan, lo reprimen, solamente hablan de cosas que no son más que imaginaciones de lo que debería haber sucedido, pero el hubiera, en la realidad política, no existe.

En 1968 debemos admitir, porque los tiempos dejan cicatrices y olvidos, que se pretendía hacer una revolución de la imaginación, de los sueños, una revuelta que no llegó más que a ser una gran fiesta y la burla para los viejos ideales y las formas y las pomposidades, nos burlamos de los políticos a los que no entendíamos y de sus pomposidades y brutalidades con el orden y las buenas maneras y costumbres, se dieron las primeras rebeliones en universidades norteamericanas, y los movimientos hippies y por la paz abrían los ojos por medio de los nuevos poetas de las calles, y la nueva música que rompía las viejas normas de cantarle al amor generando la idea de que era mejor hacer el amor que generar el terror.

En Francia, se levantaban cansados de las rigideces de la post guerra y del generalato de De Gaulle, se lanzaban con todo para buscar los cambios sin saber a dónde y sólo mantenían la brújula del canto y la poesía, se burlaban de los militares y de sus formas, de los viejos vicios y tradiciones familiares, de las religiones y de todo, porque sabían después de la guerra de Viet Nam y de la liberación de Argelia que les habían mentido por años y que no eran un país de libertades, sino un país de imposiciones y explotaciones y eran imperialistas y sometían a pueblos enteros para gozar de riquezas que robaban a los demás.

En el caso de Alemania, el canal era otro, rompían con el neofascismo y el socialismo y buscaban la caída de los muros y de la separación de un mismo pueblo en dos caprichos “ideológicos” que mantenía la opresión rusa con un socialismo falso y la capitalista con ingresos y apoyos mundiales para derrotar al socialismo con la riqueza, mostrando su pobreza.

La revolución del 68, era una rebelión con formas poéticas y pinturas y carteles y volantes y canciones y gritos y alegría y amor en las calles y barricadas, y en las calles, aún, en los conflictos contra la policía levantando adoquines y soportando las varas, la rebelión era contra los policías de a pie y no contra el establishment, no se confrontaron a los soldados y los soldados no se confrontaban con los jóvenes, era la represión civil y real de cada calle y ahí se fijaron las normas y los cambios.

En Estados Unidos la rebelión era por la música y las drogas y el amor real que se perdía en la televisión y las casas con el six de cervezas y el silencio real de las familias que ya no pensaban sino que laboraban para pagar las deudas y los créditos, y los que peleaban eran los rebeldes y en muchos casos los que habían entendido que no podían ir a morir a países donde no sabían ni por qué peleaban y asesinaban con napalm y bombas y peleaban contra gentes pequeñas que sabían andar entre la selva y ponían trampas con abejas o púas de ramas y sobrevivían a las represiones, porque ellos, peleaban por su tierras y sus familias, y los otros, solamente llegaban a reprimir y asesinar, y ahí salieron las grandes fotografías que mostraban el horror y entró el uso oficial de drogas para sostener la baja moral de un ejército invasor que no sabía ni donde estaba, y surgieron las drogas con la marihuana, el LSD, la música que sólo daba notas y todos cantaban y los trajes extravagantes y el hacer el amor y tratar de vivir con lo de uno y con lo de todos por medio de las comunas, la imaginación y el sueño que quedó apagado con la muerte de luchadores sociales y los dirigentes negros que alertaban sobre la revolución y el cambio…

Y en México, no fue ni copia ni presión de los jóvenes, se origina de una provocación y de una represión con el esquema de la guerra controlada y la guerra fría, los gringos, tenían terror a la revolución cubana y no entendían la guerra de guerrillas ni el foquismo revolucionario ni el por qué aparecían libros como el Escucha Yanqui que era leído y comentado por miles de jóvenes latinos y que soñábamos en el cambio, sin saber por dónde, y pensábamos que lo más revolucionario era tener una posición antiyanqui porque nos robaron la mitad del territorio y amábamos a Villa, porque invadió Columbus sin saber ni siquiera la razón de tal acción.

Aquí nace el movimiento estudiantil de la represión oficial y calculada por parte del gobierno, ya que usan a la policía para provocar y agredir a los jóvenes, y éstos, ante la situación mundial, se levantan y salen a las calles y comienzan a usar la imaginación para vivir y sobre vivir en las escuelas y seguir con las marchas y encontrarnos lo unos a los otros, y aparecen las pintas y los volantes y los pintores y la imaginación no para conquistar el poder sino para burlarnos del poder, como cuando vestíamos a los perros con mantas y leyendas y se soltaban en las calles para que los policías los corretearan, y nos sentíamos fuertes e invencibles en las marchas, fuimos la primera generación de protestatarios que llegaba al zócalo, que le mentabámos la madre al presidente y que sabíamos que estábamos tratando de resolver un pliego petitorio de seis que no eran rebeliones, sino el delgado hilo que nos unía a politécnicos, universitarios y normalistas, y todos de origen diferente y con ideas distintas, no había política, había demandas y marchas y cantos y pancartas y alegría que, terminó en llanto… y, empezó en Avándaro, entre música, lluvia y marihuana…


 

 
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