Los indecisos (el voto inútil)
Fidencio Treviño Maldonado.
A los indecisos, los estudiosos los clasifican de dos maneras: personas que piensan antes de actuar y personas timoratas que nunca han tomado de por si una decisión en los negocios, en el deporte, en las religiones y hasta en el amor, son indecisos, y ahora también en la política nacional aumentan los indecisos, es decir los que aun no definen por quién o por cuál partido o candidato emitirán su voto, o si acudir a las urnas o no ir a votar. Indeciso (a), es la persona que tiene dificultad para decidirse, en su mente vive la duda y la irresolución.
Si de gráficas y cifras se trata, sólo hay que recordar que en las pasadas elecciones, de cualquier tipo y en cualquier rincón, la abstención fue la que le ganó a todos los partidos. Veamos, si deja de votar el 40% del padrón ya que sólo votó el 60%, pero este 60 % está dividido en tres o más partidos, nadie alcanza a los que no emitieron el voto, que de hecho son mayoría, esto por el motivo que se guste o que exista (enfer- medad, no tiene credencial, trabajó, está de viaje, etc.), inclusive por la indecisión de no saber por quién votar.
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Se dice que en el deporte las indecisión han dado el triunfo a quien si se decide, y estas decisiones toman una milésima de segundo para vencer o ser derrotado, para batear la pelota, patear o no el balón, titubear en la salida de una carrera, inclusive vivir con el remordimiento de no decidirse a decirle a alguien en vida que se le quiere, etc. Para los militantes partidistas, así como para los dueños de los partidos políticos y, desde luego para los candidatos es un sueño gibado o guajiro, pensar que los indecisos van a darle a "X" candidato el triunfo, los indecisos tienen su decisión definitiva e irrebatible y ésta les dicta que son indecisos y, más allá de que piensen “Que al cabo siempre quedan los mismos, ahora les toca robar a otros, si voto o no voto de todos modos gana el mismo partido”, como si la la fatalidad de estos mexicanos tuviese una existencia tan exacta y que estas frases que por años se usaron, siguen con otro rosario de expresiones sumergidas en un estanque de conciencias absolutas de los que nunca votan y que como costumbre y uso -y por así permitir el mismo INE- sólo usan la credencial para votar como identificación y otros trámites.
También la indolencia, pesadez e importamadrismo está en algunas clases sociales, el caso de los llamados juniors, los que se creen o se consideran ricos, ellos no votan a reserva que uno de los suyos vaya a ocupar un puesto de elección, esto se puede constatar en las largas filas de las casillas, que en su mayoría son gente de clase media para abajo, al menos en las pasadas elecciones, en donde los acarreados con votos comprados, son obligados por algunos líderes de los partidos, aquí es donde nuestra democracia está entre la miseria y la grandeza, cenizas de un régimen caduco, viejo, añoso, conservador, reaccionario y tenaz a seguir con sus imperios de fortunas, soslayando las lágrimas, las súplicas, las miseria, la tristeza, la desesperación, la soledad y el desamparo absoluto en que se encuentra la mayor parte de la población nacional, de ahí que los indecisos temen que al dar su voto siga la tragedia nacional y la impunidad institucionalizada de nuestro endeble sistema lleno de monopolios y oligopolios, y que su “indecisión” ayude a ser útil sólo para el traslado de sus dominios, como se ha efectuado durante los últimos 100 años. Esto y más abona a que los indecisos serán eso y desde luego una gran mayoría y a los se puede apostar que no hay manera ni humana o celestial, aunque existe el discurso alegre, demagogo, de promesas, canciones, escarnios entre los candidatos, debates, mítines con artistas que pueda convencer a estos millones de indecisos.
Es común en todas las elecciones que muchos acuden a las casillas y al sufragar su voto, rayan la boleta, siendo ésta una forma de anular el voto, también es la manera de rechazar a los candidatos y de paso a la democracia simulada que nos presenta un sistema electoral corrupto, timorato y que menoscaba al pueblo, usándolo sólo como ciudadano el día de las votaciones, y todo el resto como un habitante más. En pasadas elecciones las boletas anuladas intencionalmente fueron un porcentaje muy alto, amén de las que se anulan por errores del votante. Pues ahí están los indecisos para los candidatos que buscarán más argumentos que cualquier cineasta para convencerlos de que voten, pero que voten por él.
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