Jesús M. Moreno Mejía.
“El rumor es el preludio de las pequeñas revoluciones…”
Dimitri Merejkovsky.
Los rumores de un reacomodo en la partidocracia que padece el país son cada vez más fuertes e insistentes: los pequeños partidos políticos o no sobrevivirán, o se hundirán, después de las elecciones del 1 de julio.
Incluso, algunos integrantes de los llamados “partidos morralla” han empezando a moverse como las cucarachas cuando prevén peligro, y para ello decidieron cambiar de identidad política antes del proceso electoral del 1 de julio, al grado tal de renunciar a una candidatura a sabiendas de que les iría mejor desde otra plataforma.
La metamorfosis ha sido paulatina en todos los partidos políticos (mayores y menores), producto de innumerables luchas intestinas, en las que obviamente están de por medio los intereses de unos y otros, pues ni la institucionalidad ni los principios rectores del partido han sido tomados en cuenta.
Así vemos que un partido identificado como de derecha se vuelve de izquierda, o al menos acepta coaligarse con otro de diferente color político, como ocurrió con el conservador Partido Encuentro Social (PES), que en sus inicios fue identificado con el sello de derecha.
Acontecieron recientemente dos hechos políticos inéditos: Juan Carlos Natale López, candidato a senador por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), en Puebla, decide abandonar su postulación para afiliarse al Movimiento Regeneración Nacional (Morena); mientras que en Tabasco el aspirante a gobernador del PVEM, Óscar Cantón Cetina, anuncia públicamente que votará por el candidato presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador, lo que le vale ser desconocido por el Verde.
Existen otros partidos pequeños que están colgados de la brocha para bien o para mal, como sucedería con Movimiento Ciudadano, de Dante Delgado, que formó parte de “Por México al Frente” de Ricardo Anaya, el que esperaba consolidarse como fuerza política. Pero igual le sucedió al Partido del Trabajo (PT), que fue en coalición con Morena, de Andrés Manuel López Obrador, como “Juntos haremos historia”.
Y en el caso de los partidos “grandes”: Revolucionario Institucional (PRI); Acción Nacional (PAN), y de la Revolución Democrática (PRD), también habrán de efectuarse cambios significativos.
En el PAN, se asegura, las pugnas internas serán más cruentas por el rompimiento causado por la candidatura de Ricardo Anaya y la renuncia de Margarita Zavala, que derivó luego en la postura de Ernesto Cordero, como presidente del Senado, apoyando y cobijando todas las propuestas del PRI.
Se comenta la existencia de varios grupos y personajes de Acción Nacional que propondrían una recomposición de ese partido político, implicando ello una cruenta guerra intestina, pero también estaría el buscar el control de la dirigencia nacional, entre ellos Rafael Moreno Valle, ex gobernador de Puebla, quien ya ha recorrido varios estados buscando el apoyo de los panistas.
La lucha hacia el interior del Revolucionario Institucional pinta para ser fuerte, aunque tal vez eso ocurra hasta después del 1 de diciembre, o sea cuando Enrique Peña Nieto deje el poder en manos del triunfador de la elección del domingo 1 de julio.
Hay varios nombres que estarían en esta pugna priísta, cuya lógica sería recomponer el partido, e incluso hasta desaparecer al PRI para dar paso a una nueva fuerza política. Uno de los personajes que intentaría un nuevo liderazgo de dicho partido (nuevo o rehecho), sería Miguel Ángel Osorio Chong, ex Secretario de Gobernación y futuro senador plurinominal.
Finalmente, faltaría saber que sucederá con el hoy dividido Partido de la Revolución Democrática, hundido y desfondado, gracias a AMLO, quien aglutinó a varios grupos de izquierda de ese y otros partidos, y que ahora Morena se transforma en el instituto político mejor consolidado.
Falta ver con claridad que habrá de ocurrir con la partidocracia que hoy padecemos y que tendríamos para rato, pero con diferentes matices.
¡Hasta la próxima!