Augusto Hugo Peña Delgadillo.
ed. 355, septiembre 2018
Mucho ha hablado AMLO que uno de sus principales objetivos son combatir la corrupción, impunidad y violencia. Si le otorga impunidad a Peña Nieto, nos estaría traicionando e incumpliendo con sus promesas. Debe aplicársele la ley a Lozoya, a Peña Nieto y a cualquiera otro que haya delinquido.
En el año 2015 la empresa ODEBRECHT celebró festiva y públicamente ser la empresa más importante en Latinoamérica, en el ramo de la construcción. Tenía obras en todos los rincones del continente y acumulaba ganancias récord. Con el avance de las investigaciones contra la corrupción iniciadas en Brasil en la ruta Lava Jato, la empresa eligió el camino de las colaboraciones judiciales y causó temblores en el mundo político de América Latina al confesar sus crímenes de corrupción en 10 países.
El Número de presidentes y expresidentes investigados en el continente, tres años más tarde, da una medida del alcance de las maniobras. Al menos nueve exmandatarios de la región están en la mira de las autoridades en sus países, y un presidente ya perdió su cargo. El caso ODEBRECHT trajo una ola de investigaciones sobre los jefes de estado que, aunque no tuvieran relación con la constructora del Brasil ODEBRECHT, han quedado envueltos en tramas sospechosas. Peña Nieto no es uno de esos, él estuvo directamente involucrado en varias ocasiones con Emilio Odebrecht, el dueño de la constructora, y uno de sus allegados, Emilio Lozoya, negoció directamente con altos funcionarios de ODEBRECHT, la suma del soborno -18 MDD- y las obras que les otorgarían por medio de contratos a precios inflados.
Para el fiscal del Ministerio Público Federal del Brasil, Roberson Pozzobon, quien integra el aparato de la investigación en el operativo judicial Lava Jato en Curitiva, si antes las dificultades burocráticas y las diferencias legales entre los países permitían que los crímenes transnacionales quedaran prácticamente impunes, hoy el escenario cambió. Hoy es posible intercambiar información y pruebas en el ámbito de las investigaciones y procesos criminales de forma relativamente corta, rápida y eficiente, ya sea en países más próximos, como los de América Latina, ya con los de Asia. Sin embargo, en México, la impunidad es tan fuerte y arraigada en los presidentes y la gente “importante”, que aún no se ha integrado a plenitud una carpeta de investigación ODEBRECHT, ya que es lógico, los delincuentes involucrados, son Peña Nieto y Emilio Lozoya su incondicional. Lógico también, que Peña Nieto no se va a investigar a sí mismo.
Raúl Cervantes Andrade -íntimo de Peña Nieto- ocupaba el cargo de Procurador, el día que renunció, dijo públicamente, que la carpeta de investigación ODEBRECHT en la que señalaba como responsable a Emilio Lozoya Austin, estaba prácticamente terminada. Peña Nieto ni tardo ni perezoso, puso en su lugar de encargado “provisional”, mientras se nombraba un nuevo Procurador de la PGR, a otro incondicional de él, a Alberto Elías Beltrán, el que desde el día 16 de noviembre del 2017, no ha hecho nada ni lo hará.
De ese tamaño son el cinismo y desvergüenza de Peña Nieto, de ese tamaño en la impunidad en México, de ese tamaño son nuestras leyes y procuración de justicia y de ese tamaño son, la paciencia del pueblo de México, y su pusilanimidad, ante sus gobernantes ladrones. México ha sido en los últimos años el líder de América Latina en cuanto al PIB, después de Brasil, pero también en corrupción, violencia e impunidad. No es aceptable ni conveniente que casos de corrupción como el de ODEBRECHT que es del dominio público internacional, y en el que está involucrado de manera culposa el propio presidente, queden en la impunidad, porque el prestigio de nuestro país está en juego. La imagen de México como país ante la internacionalidad, es la imagen de más de 124 millones de ciudadanos. Razón suficiente para que este asunto termine, con los responsables en la cárcel, que regresen lo que se han robado, y que se cancelen todas y cada una de las obras y contratos con esa empresa brasileña, y a otras ligadas a ella. En otras más empresas en las que Peña Nieto se ha visto involucrado en sobornos y muchos otros actos delictivos, también, son, la empresa española OHL y la mexicana HIGA, la que le “obsequió La Casa Blanca y que, para variar, su propietario -el señor Hinojosa- es compadre de Peña Nieto.
Si el gobierno de López Obrador comienza su mandato y encubre y le otorga impunidad a Peña Nieto, y a otros delincuentes para no trastocar sus relaciones con los gobernantes anteriores, empezaría mal, y quien comienza mal, mal termina. Es necesario tanto como obligatorio que AMLO entienda que si le otorgamos nuestro sufragio fue para que nos gobernara y no para perdonar ladrones. Estábamos hasta la madre de los malos gobiernos, de Peña Nieto particularmente. Si no lo entiende así, menos entenderá que es gobernar y que es ser honesto, como tanto pregona. Si quiere distinguirse como un buen presidente como lo ha dicho hasta saciarse, debiera saber que quien encubre, y facilita impunidad a los delincuentes, se convierte en su cómplice. Los mexicanos apostamos a un cambio, no a cualquier cambio, queremos un presidente apto y honesto, y es no ser apto dejar pasar delitos graves a un delincuente solo porque es el anterior presidente o porque llegó a un arreglo con él a espaldas del pueblo, y eso, tampoco es honesto. Ojalá que lo entienda, la impunidad no se acabará, encubriendo a ladrones y asesinos. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?