Un conflicto de poder a poder

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por José Guadalupe Robledo Guerrero.
ed. 357, noviembre 2018

Durante la pasada campaña presidencial, los candidatos, principalmente AMLO, exacerbaron los ánimos de sus simpatizantes en contra del PRIAN y todo lo que tuviera que ver con estos partidos. Consiguiendo que los sectores pobres y asalariados, los más desprotegidos, se dieran cuenta que su lamentable situación era producto de la grosera corrupción e impunidad con que el PRI y el PAN han gobernado al país en los últimos 30 años. De allí sus graves problemas de violencia.

Ese repudio y hartazgo ciudadano fue el origen de los resultados electorales del pasado Primero de julio. Pero una vez conocida la victoria de Andrés Manuel López Obrador, el mismo presidente electo inició lo que parecía ser una bien pensada reconciliación, ya que el circo electorero había terminado y había que unir nuevamente a los mexicanos para trabajar por México, al menos eso fue lo que dio a entender AMLO.

La reconciliación nunca llegó, porque ambos bandos continuaron la campaña en las redes, y pese a las descalificaciones y acusaciones todo fue tolerable, hasta que cuatro meses después, a finales de octubre pasado, amparándose en una consulta ciudadana, AMLO decidió cancelar la obra del NAIM de Texcoco, bajo el supuesto de que había corrupción, luego sólo se acusaría que querían hacer negocios los potentados, entre ellos Carlos Slim. Y se decidió, lo que ya estaba decidido: habilitar el aeropuerto militar de Santa Lucía.

Lo cierto es que con esa decisión, López Obrador afectaría los intereses de los potentados y sus socios políticos, pues de un plumazo les anulaba la posibilidad de hacer grandes negocios y enormes ganancias, y pusieron el grito en el cielo… y vino la confrontación, de poder a poder.

Por un lado, AMLO y sus youtubers; y por la otra parte, los potentados, la mayor parte de los medios de comunicación que son propiedad de los mismos, lo que queda del PRIAN, los empresarios y clasemedieros.

El encono de la actual confrontación nos recuerda el pleito que tuvo con los mismos en la década de los 70 el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez, que poco faltó para que acabara en un golpe de Estado.

Hay que destacar, que durante los días del conflicto a Andrés Manuel se le vio solo, luchando contra todos sus enemigos, pues al parecer nadie de los principales lopezobradoristas quiere meterse en el pleito. Por otra parte, Peña Nieto se ha mantenido en el silencio, sin hacer olas ni declaraciones, a pesar de que le derrumbaron la máxima obra de su sexenio, quizás porque no quiere poner en riesgo la impunidad que le brindará AMLO.

Lo cierto es que cuando el país requiere de unidad, los mexicanos se encuentran polarizados…