José C. Serrano Cuevas.
ed. 358, enero 2019
En días recientes los medios informativos han destacado dos temas que dividen la opinión ciudadana: los despidos masivos de servidores públicos y la cancelación del seguro de gastos médicos mayores (SMGM), contratados para la burocracia dorada.
Las decisiones asumidas por los entes responsables del manejo y distribución de los recursos públicos, han procedido como, tradicionalmente, se viene haciendo desde las administraciones inspiradas en el neoliberalismo, que en México inició con la presidencia de Miguel de la Madrid Hurtado hasta los inicios de la llamada cuarta transformación.
Carlos Salinas de Gortari, secretario de Programación y Presupuesto durante el período 1982-1987, fue el personaje elegido por los caricaturistas de la época. Lo dibujaban como un hombre minúsculo, cuya cabeza acusaba una progresiva alopecia. En la diestra blandía unas tijeras descomunales. La imagen dio origen al pseudonombre de Carlos Salinas Recortari.
La eliminación de privilegios como el SGMM, que los «afectados» consideran como una prestación de ley, ha dado a la autoridad hacendaria la oportunidad de notificar a las dependencias del gobierno federal la cancelación de dicho seguro con el que contaban anteriormente, y que ahora se suplirá con la prestación de servicios de salud por parte del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
Con la medida adoptada el Gobierno de México ahorra 5 mil millones de pesos al año. Aparejados al seguro de gastos médicos van diferentes productos financieros muy costosos para la administración Pública, como los altos ingresos por honorarios de burócratas encumbrados.
La aseguradora MetLife, principal prestadora del servicio para los empleados de la administración pública federal, informó que a partir del primer día de enero de 2019, esa póliza quedaría sin efecto y, ahora la prima del seguro deberá ser pagada completamente por el asegurado, o en su defecto, los empleados de confianza se integrarán al ISSSTE como derechohabientes para que se les atienda de cualquiera de las once enfermedades clasificadas por el instituto como crónicas: padecimientos cardiovasculares, cáncer, insuficiencia renal, diabetes, *hipertensión arterial, fracturas, colelitiasis, partos por cesárea, osteoporosis, apendicitis y hernias. Esto implicará erogaciones adicionales por un monto superior a los 4 mil millones de pesos.
De manera casi simultánea a la extinción del SGMM, campea en los medios la noticia que se refiera al despido de unos 3 mil empleados del ISSSTE.
Luis Antonio Ramírez Pineda, director del instituto, en conferencia de prensa detalló que el ISSSTE se encuentra en una reestructuración mediante la cual se busca optimizar (sic) los procesos y recursos humanos para evitar la permanencia de personal ocioso. Destacó que el instituto tiene 104 mil trabajadores, de los cuales 15 mil son de confianza; las 3 mil personas a las que no se les renovó el contrato pertenecen al área administrativa.
Es de esperarse que la guadaña deje intactas las áreas sustantivas de la institución donde laboran médicos, enfermeras, laboratoristas, camilleros, especialistas en medicina paliativa y otras ramas afines. Es en estos servicios donde pacientes y facultativos retan a las acechanzas del destino.
Los nuevos derechohabientes o el retorno de muchos de ellos al ISSSTE, deben ir provistos de una buena dosis de paciencia, porque las esperas suelen ser largas e incómodas; hacer conciencia de que su médico familiar tendrá programadas unas 40 consultas para un turno de 6 horas; prescindir del trato exageradamente amable de una recepcionista entrenada por los magnates de la medicina privada; asumir que han pasado de la zona de los privilegios a la de las prestaciones sociales.
*Considerada por algunos especialistas como factor de riesgo.