por Adolfo Olmedo Muñoz.
ed. 359, febrero 2019
No quisiera ser ave de mal agüero, mucho menos profeta del chamuco, pero en una lógica simple, AMLO está atacando irracionalmente un sistema capitalista tan contrahecho como el mexicano, echando abajo toda estructura que favorezca el desarrollo de esa tendencia etiquetada como “neoliberalismo económico”, actuando, como decían los viejos politólogos: “sacando las castañas con la mano del gato” de manera por demás cobarde. Si vemos el fondo, por ejemplo, de algunos de los más graves ataques a nuestra economía, como son los bloqueos ferroviarios en vías de Michoacán; la ola de estallamientos de huelgas sindicales, tras varios años de tranquilidad laboral; la aberrante determinación de echar para atrás la construcción del nuevo aeropuerto de la ciudad de México; el paulatino secuestro de los diversos canales de administración de justicia y la implantación de un régimen de terror laboral en toda la estructura burocrática mediante los discriminados (SIC) recortes presupuestales, podemos afirmar que López Obrador es, o un pervertido anarquista o un simple “iluminado” en busca de una inmolación que lo haga pasar a la historia como un mártir de “la nueva democracia” de la “cuarta transformación” prescrita con una aplicación a la Taibo.
Y es que, primeramente, tuvo que echar a andar a una jauría de menesterosos, arribistas de las zonas colindantes a lo que sería el nuevo aeropuerto, para parar una obra que no solamente habría de generar incalculables beneficios para México, sino que propició un derroche estéril de recursos. Hipócritamente él se lavó las manos, tras una “consulta popular” para dar al traste con el proyecto e iniciar otro que beneficiara a su amigo, socio y tapadera, el tal (José) María Rioboó, que ahora pretende también secuestrar al aparato de la judicatura, haciendo que AMLO candidatee a su esposa, como magistrada de la Suprema Corte. Además de que será, seguramente, su socio en la “magna” obra del llamado Tren Maya, con un ecocidio aun incalculado.
Nadie, ni los más burros estudiantes de ciencias sociales de nuestro país ignoran que los sedicentes “maestros” de la Coordinadora Nacional de la Educación (CNTE), fueron, son y serán firmes aliados de su recalcitrante anarquismo, aunque no de manera desinteresada, pues muchos, pero muchos de los miles de millones de pesos que con muchos esfuerzos produce el país, sirven para que estos zánganos, se chupan del erario y en cuanto se les seque la ubre, volverán a darle de topes en busca de más que mamar. Andrés Manuel López Obrador, pudo desde antes de que se colocaran los bloqueos ferroviarios, haber intervenido para no dañar a la economía, sabedor de que, en cualquier momento, soltarían los recursos económicos que tan vergonzosamente les son arrebatados a la ciudadanía que sí cumple con sus deberes, y que se esfuerza para cumplir la ley a pesar del olvido en que la mantiene una clase política estéril, plenamente rebasada por la delincuencia, sobre todo en los estados que, misteriosamente cuentan con la presencia más numerosa de partidarios del “instituto político” que encabeza López Obrador.
Las provocativas promesas de campaña del tabasqueño, a todas luces selectivas y discriminado- ras de cambio desigual para favorecer a la frontera norte del país, reduciéndoles impuestos, ofreciendo subsidios gravosos a los sectores campesinos del sureste; promoviendo, pero sobre todo comprometiendo cuantiosas inversiones en quimeras, y sobre todo “ajustes salariales”, por demás intempestivos unilaterales, los que está llevando a cabo, se dice, con la ayuda de inmorales como Napoleón Gómez Urrutia, ese ladrón “líder” de los mineros, así como por personajes oscuros como una tal Nely, disque abogada litigante en el Estado de Texas, USA. Nadie puede negar la evidente complicidad de AMLO con “napo”, pues hasta lo revivió políticamente para que le sirva ahora como esa mano que astutamente “saque las castañas del fuego”, tratando de sacudir el cotarro hacia un “nuevo sindicalismo”, igual de charro, pero con otro color de “uniformes”.
En este corto pero zarandeado lapso, mu-chas otras aberraciones -por no decir estupideces- se han producido en todos los ámbitos del país, pero lo más grave; lo más lamentable ya desde ahora (en el futuro será peor) es la sistemática, cínica y evidente destrucción del régimen de derecho en este país, tan débil para la voracidad del exterior y tan inacabado en lo interior. La gran farsa de cuando tomó posesión como presidente de nuestro país, cuando juró… bueno cuando se comprometió a respetar y hacer respetar la ley, la ha traicionado
Además del empobrecimiento galopante que est´s siendo propiciado por caprichosas y demenciales “decisiones” de un mandatario taimado y falto de valor, que se escuda en un populismo ciego, sordo y mudo, desde el momento en que es él, el propio presidente, quien dicta la “línea de acción” diariamente desde su llamada “conferencia matutina”.
La catarsis encantadora que engatusó y embruteció a las masas, alimentando el desencanto, la frustración, el odio social y el deseo de revancha, no tarda mucho en desaparecer y habrá de dejar una estela de depauperación, muy peligrosa para el orden social.
López Obrador hasta hoy se ha dedicado a ramonear, a zarandear los avisperos; a patear los pesebres; a vengarse de la clase política que por muchos años le demostró un desprecio por su visible incapacidad como administrador responsa- ble de la función pública.
Y lo mas inquietante es que está sembrando para el futuro de nuestro país, condiciones claramente riesgosas; la consolidación de la impunidad en todos los ámbitos de la nación, incluyendo además condiciones internacionales, no solo como en el caso de Venezuela, sino con la ola de migrantes centroamericanos que más pronto que tarde constituirán un “dolor de muela” impredecible por el momento en sus alcances, sociales, políticos, económicos y culturales, así como en el área de política internacional, sometiendo el trasero, como un “tercer país seguro” para los Estados Unidos que tienen en México, con López Obrador, un “aliado doméstico”.
Seguramente que ese activo político que aún posee el nuevo presidente, muy pronto se desdibujara en una escena política más que mediocre. Su visceral encuentro no solo contra el perredista gobernador michoacano Silvano Aureoles, como con todos los mandatarios electos con el apoyo de partidos opuestos a su Morena, le rendirá malos frutos, a pesar de las manifestaciones de repudio a dichos gobernadores, cuando les “visita para darles a conocer mas promesas de campaña”. Protestas orquestadas que seguramente se desgastarán en poco tiempo.
Hoy por hoy, en nuestro país es más rentable ser un “güevón” subsidiado que un trabajador, dependiendo de su filiación política.
El sistema de derecho en nuestro país, está en grave peligro, seguiremos siendo rehenes de la impunidad galopante, aunque López Obrador vocifere que “esta acabando con la corrupción”, lo que, es más, dice que ¡ya acabó con la corrupción!
Quiero ver (como el resto del país) si acaba con la corrupción de esa majada de zánganos que piden “pase automático” de lo que ellos llaman eufemísticamente, una “normal de maestros” para que se les dé una plaza de maestros (haya o no plazas) en la estructura laboral de los estados secuestrados por la CNTE.
Quisiera ver que los alumnos de todas las instituciones (esas si avaladas y prestigiosas) de Educación Superior que imparten la carrera de Medicina, pidieran, como ya alguna vez se intentó; un pase automático tan solo por el hecho de haber terminado su carrera, para ocupar una plaza en el sistema de salud, o los licenciados, que se les incorpore automáticamente en las instituciones de impartición de justicia, y en todas las ramas del derecho.
Es claro que no toda la culpa le corresponde al presidente López Obrador, pero es, desde luego, el principal responsable de esta anarquía y estado de derecho fallido ya que, como jefe del ejecutivo, debe responder por el equipo de trabajo que él mismo escogió, tanto para su gabinete formal como el ampliado, donde abundan (en ambos) anodinos destripados de otras tareas, donde prestaron malos servicios, aunque tan “remunerativos” para la causa morenista.
Salvo unos tres o cuatro casos honrosos, se puede decir que la inmensa mayoría del gabinete lopezobradorista, son ineptos irredentos, lo cual el propio presidente debe reconocer a la mayor brevedad si es que pretende llegar a hacer algún beneficio para México.
Por más que lo parezca, México no es un país de tarados. Reconocemos que es bueno buscar una mayor igualdad social, pero, definitivamente, ésta no se alcanza empobreciendo a los que trabajan, para favorecer a los que no lo hacen ni tienen ganas de hacer. Mucho menos cuando para cumplir esos caprichos, se pase por encima de la ley. Ya son muchos, pero muchos miles de millones de pesos que el país ha perdido, por cometer y tolerar caprichos, si no es que chantajes.