por Rufino Rodríguez Garza.
ed. 359, febrero 2019
Primero nos mandó por el panteón del ejido y no dimos con el “apache”. Quizá no entendimos las señas.
Regresamos al rancho y decidimos documentar la loma que corre paralela a las vías del ferrocarril.
Los grabados son muy buenos y dan bastante información de la forma de vida de los nativos de esta región.
Como está junto a la comunidad ejidal y a la antigua hacienda de Amargos se abusó de los grabados históricos y no pocos están vandalizados.
Pero quién es don Memo (Guillermo Covarrubias), es un buen hombre que frisa los 77 años; buena parte de su vida trabajó en Texas, concretamente en Fort Wort, hizo familia allá y uno de sus hijos salió bueno para el futbol americano, donde su hijo Alejandro jugó con Vaqueros de Dallas, de la NFL, por varias temporadas.
Se avecindó desde hace muchos años en la comunidad de San Juan de Amargos, junto a las vías de ferrocarril y en un enorme jardín que rodea su casa tiene árboles frutales donde cosecha guayabas, toronjas pero sobre todo naranjas de un sabor exquisito.
Don Memo, a su edad, padece algunos males propios de la vejez, entre otras la diabetes y todo un rosario de otros males que ahora le impiden treparse a la sierra como antes lo hacía.
Don Memo ha hecho amistad con buscadores de tesoros, con amantes de la paleontología, con buscadores de vetas minerales, pero también con gente como Ventura y yo, que amamos la naturaleza y los vestigiós de las antiguas culturas del desierto.
Don Memo también a sido guía de fotógrafos, cazadores y amantes de la prehistoria.
Don Memo se mueve en una vieja camioneta que gasta mucha gasolina y el lugar más cercano para cargar combustible se encuentra en la estación de Paredón, poblado que cuenta con tiendas, cantinas, farmacias, pequeños restaurantes y un tianguis que domingo a domingo llevan sus mercancías para la vendimia. El vendedor de gasolina hace su agosto todo el año pues la vende más cara que en la ciudad, y con 250 pesos no le alcanza ni para 10 litros de carburante.
Nuestra llegada es al filo de las 7 A.M. y le tenemos que tocar el claxon para saludarlo, y aprovechando la ocasión nos invita a Paredón a desayunar ya sea barbacoa o menudo, pues jura que allí lo preparan muy bien.
Nosotros por supuesto que le agradecemos el gesto de la amable invitación, pero preferimos que nos de “nortes” donde podamos localizar grabados, pinturas, geoglifos y morteros.
A don Memo se le conoció desde hace algunos años, pues llegó a formar un pequeño museo donde mostraba algunos fósiles, piedras raras, puntas de flecha y una tablilla (arte móvil), pieza que localizó por el rumbo de Paso de Guadalupe. En este sitio, años después localizamos 5 piezas más, ahora en poder del INAH.
Es bueno mencionar que también en esa localidad el profesor Claudio de León nos indicó un sitio con grabados que no conocíamos.
Cuando el ingeniero Ventura y yo fuimos al lugar referido por el profesor de León nos dimos cuenta que se trataba de grabados incisos.
Al preguntar a don Memo el destino del museo dice que lo prestó a un profesor y ya no le regresaron ninguna pieza, de seguro el tal amigo acabó vendiendo aquellos tesoros.
Amargos es toda una zona arqueológica digna de cuidarse pero sobre todo de estudiarse y elaborar ensayos que describan, y detallen el estilo de estos vestigios de los más antiguos pobladores del desierto. Esta zona está enmarcada por sitios que van desde la Sierra Pinta, la Sierra del Soldado y Presa de Santa María de las Hediondas.
En Amargos se encuentra la Hacienda de Amargos, que fue fundada en el siglo XVIII y que aparte de tener una importante huerta de nogales, sembrar forrajes, ahora tiene un viñedo y produce vinos tintos.
Lo más grandioso de esta hacienda es que entre el casco y las construcciones propias de esta unidad económica hay pequeños promontorios los cuales contienen importantes grabados que bien estudiados nos darán mucha información de la forma de vida de nuestros antepasados, pues aparte de los motivos abstractos se localizan representaciones de flora y fauna. Cuando vayan a la comunidad de Amargo visiten a don Memo.