por Profesor Evaristo Velasco Álvarez.
ed. 359, febrero 2019
Hagamos un ejercicio mental; imagínese usted amigo lector, que es profesor o profesora en alguna de las escuelas de nuestro hermoso México, y que se desempeña como titular docente en el 5° grado de primaria, donde usted atiende a 46 alumnos (22 señoritas y 24 caballeros), que fluctúan entre los 10 y 11 años de edad (donde empiezan los caracteres sexuales secundarios a aparecer:
1.- Vello púbico en todos.
2.- Erecciones constantes del pene y “sueños húmedos” (los caballeros).
3.- Ensanchamiento de caderas y primeras menstruaciones (en las señoritas).
4.- Ensanchamiento de espaldas (los caballeros) y surgimiento de las glándulas mamarias (las señoritas).
5.- En donde tiene usted que tener conocimientos y tacto para explicarles a ellos y a ellas el por qué de los cambios.
6.- Cuando los padres y las madres de sus alumnos le recriminan que usted les explique lo que es tan natural, cuando son ellos los que deberían hablar con sus hijos.
Y en medio de todo esto, le exigen a usted que prepare un proyecto escolar que contemple la realización completa del programa, tocando con eficiencia y eficacia todos los temas, atendiendo a todos los alumnos en matemáticas, español, ciencias sociales (biología, física y química), ciencias naturales (historia, geografía y civismo), clubes (educación física, educación tecnológica, educación artística (dibujo, pintura, bailables, canto, música, etc.) ¡UUUFFFF!
Y por si fuera poco, deberá usted leer uno o dos libros gruesos de teoría didáctica y manuales de docencia, entregando un reporte de lectura de esos libros al empezar la siguiente semana, “para que esté usted apto” para presentar un examen que le comerá los sesos y le mantendrá al borde del cansancio. Y todavía realizar labores administrativas como estar llenando papeles y papeles.
Invariablemente, al terminar sus labores educativas, porque necesita estar al día en sus avances y revisiones de los trabajos de sus alumnos, se llevará a casa los trabajos y exámenes que sus alumnos ejecutaron en su día, por lo que se deberá dedicar unas 2 ó 3 horas en su casa a tener todo al corriente. Lo que significa que usted no trabaja sólo 5 horas al día, sino que dedica por lo menos 7 u 8 horas del día a su trabajo; y eso que dicen que usted no trabaja.
Diariamente deberá revisar la tarea dejada y corregir los errores cometidos por cada uno de los 46 alumnos, sin perder la compostura y sin dejar de sonreír; confieso que es cosa de locos. Por eso admiro y felicito a mis compañeros profesores quienes han sido capaces de soportar semejante andanada de trabajo inmisericorde, porque a un loco como es Aurelio Nuño se le ocurrió que así es como debe tratarse a los maestros de México. ¡Pero qué bueno que todo esto se va a cambiar! ¡Qué bueno que se reconozca de ahora en adelante, que los maestros de México son pilar fundamental para el desarrollo del progreso nacional! Hagamos ¡Que viva México!
velasco_alvarez@yahoo.com