Dialéctica erística. AMLO, la razón de la sinrazón

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por Adolfo Olmedo Muñoz.

Todo parece indicar que vivimos una era de mohína, enojosa, ignorancia y del más vulgar sentido de una hipocresía, solapada por un gobierno cuya dialéctica erística se ha vuelto cínica, rayana en lo inefable; grotesca, majadera, burlona ante la vergonzante ignorancia de una sociedad que a través de encuestas dice -según sus organizadores- que el caudillo de “la cuarta transformación”, Andrés Manuel López Obrador, cuenta, a escasos ocho meses de haber sido electo como presidente de México, con poco más del ochenta por ciento de aceptación en el ánimo del pueblo; esa masa que Gustav Le Bon definiera como ignorante, despersonificada, susceptible de ser “cabestreada”.

Ni José López (por cierto) Portillo fue tan devastadoramente depredador de nuestra econo- mía, como lo está representando AMLO con sus caprichos, antojos y descarado reparto de funciones (¿botín de guerra?) a su tribu, que ya en tan poco tiempo ha demostrado ser una recua de hemionos (asnos salvajes); desde el ingeniero Javier Jiménez Spriu hasta el inefable Guadiana Tijerina, que además, “honrao honrao” no es, según su propia confesión hace algunos años, nominado ahora para integrar parte de la Comisión Reguladora de Energía. ¡Qué osadía! O qué poca, materia gris.

Toda la abrumadora verborrea propagandística que empleó López Obrador para llegar al poder presidencial, la sigue arrastrando, igual como propaganda, para justificar un encono endémico ante todo indicio de orden jurídico: En su demagogia, dice combatir la corrupción, el favoritismo, la complicidad, la falta de moral y el colmo de los colmos, se dice estar en contra de la impunidad, cuando, como botón de muestra podemos señalar los miles de millones de pesos que se perdieron por un ilegal “bloqueo de seudo maestros”, ante el cual el “mandatario” se hizo el occiso y no impuso la ley, incurriendo en una “comisión por omisión”, por la cual debería estar siendo juzgado, lo mismo que sus compinches.

Toda la verborrea propagandística que empleó López Obrador para llegar al poder presidencial, la sigue arrastrando, igual como propaganda, para justificar un encono endémico ante todo indicio de orden jurídico.

López Obrador ha arremetido contra todos sus detractores, aunque tengan evidente razón. Hasta se ha ido en contra de personajes que de una u otra manera disfrazaron el peligro que era previsible en caso de que ocurriera, lo que finalmente se dio, que llegara a la presidencia un contestatario sin itinerario; sin programa para el desarrollo de un país que, a muy duras penas empezaba prosperar. Esos personajes a los que calificó de “intelectuales orgánicos”, muchos de ellos enclavados en organismos no gubernamenta- les que hoy representan para AMLO su principal enemigo, más que los partidos de oposición sometidos penosamente.

Todo aquel que piense, que razone con lógica tratando de ilustrar al “hechizo” mandatario, sobre los evidentes errores que cometen él y la casi totalidad de sus colaboradores de los gabinetes legal y ampliado, son, y seguirán siendo durante su mandato, reprobados y confinados al ostracismo político.

La vieja fórmula identificada por Aristóteles para alcanzar el convencimiento en un debate, una discusión, mediante una buena argumentación, la perfilaba en dos vertientes: una, por la vía de la razón y la otra, el convencimiento a través del sentimiento, las cuales son destruidas, penosamen- te, por una argumentación “erística”, entendida ésta como una retórica que se emplea para terminar con “éxito” en una discusión o debate.

La erística deja de lado a la lógica para llegar a la verdad objetiva, pues le es más relevante el revestimiento de “su” verdad, ya que lo único importante es lograr la “victoria”, sin importar que los fundamentos sean ciertos o falsos. Arthur Schopenhauer la definió como “el arte de vencer un debate sin tener razón”.

Más, cuando se cuenta con el puesto de mando, también, se haya alcanzado con o sin razón. Lo cierto es que cada vez nos resulta más abstru-so, no solo el discurso lopezobradorista, sino la errática política de la función pública en todos sus ámbitos, que nos puede hundir en muy corto plazo, y todo por los caprichitos de “su alteza serenísima”

Enumerar todos los errores garrafales que en tan poco tiempo ha cometido el lopezobradoris- mo resulta ya desde ahora, ocioso, de eso se han venido encargando todos esos “intelectuales orgánicos” que ha denostado reiteradamente el presidente.

Ante ese abstruso panorama nacional pienso a veces que pudiera resultar más edificante en lo futuro, tratar algunos temas del ámbito internacional. Independientemente del renglón fiduciario, donde también México está abiertamen- te descalificado y sometido a muchos de los vaivenes de la economía mundial.

Pero hay temas como el gran cisma que vive el catolicismo, evidenciado durante la cumbre llevada a cabo recientemente en Ciudad del Vatica- no, para tratar todo lo referente a la pederastia y la complicidad de las más altas autoridades eclesiásticas, en la comisión de delitos sexuales en contra de menores y religiosas, por lo que el papa Francisco está siendo enfrentado ante una corriente crítica por parte de víctimas de abusos sexuales, que le exigen acciones mucho más severas, más allá de simples llamados de atención. Expulsión de la iglesia y denuncia ante las autoridades del fuero común, para que los infractores reciban un merecido castigo.

La iglesia católica, sin duda, resentirá dentro de muy poco tiempo, no sólo el deterioro de la moral cristiana del catolicismo, sino una de las rupturas más gravosas de su historia, con una in- calculada merma de su feligresía.