por Rigoberto Losoya Reyes.
El día de hoy, un amigo me preguntó. – ¿Es la primera vez que ocurre en Piedras Negras el fenómeno de los migrantes hondureños? La respuesta no fue fácil, en un intento de localizar en mi mente algún dato histórico, al menos hasta la fecha no se encuentra algo parecido por parte de un grupo extranjero que llegara a esta ciudad en una caravana de casi mil personas. Le respondí: No.
Sin embargo, en los anales históricos encontramos que la población de Piedras Negras sufrió algo parecido en el año de 1913, es decir, se convirtió también en un pueblo migrante en busca de un refugio, de una protección para sus familias. El gobierno federal representado por el presidente usurpador Victoriano Huerta, no ofrecía garantías para la población ante la inminente llegada del ejército.
El 7 de octubre de 1913, se ocupó la plaza de Piedras Negras por una columna federal bajo el mando del general Joaquín Mass. La población ante el miedo de sufrir persecución y cárcel por haber apoyado al movimiento constitucionalista huye a Eagle Pass, Texas.
Algunos tenían familiares y se refugian en sus casas, y otros ocuparon los espacios públicos de esa ciudad. Las autoridades norteamericanas tuvieron un gesto humanitario y solidario. Ayudaron con cobertores, regalaron galletas y lo que se pudo, sin embargo, su pequeño presupuesto no era suficiente para darles de comer a todos. El Cónsul Huertista Ricardo S. Bravo, informó de las penurias del pueblo de Piedras Negras.
Dos días después, el 9 de octubre, los empresarios de filiación huertista organizaron una “Junta de Socorros” les repartieron algunos víveres con la condición de que regresaran a Piedras Negras. La ciudad de Piedras Negras casi era una ciudad fantasma.
No debemos de rechazar al hermano pueblo de Honduras. Apoyemos a nuestras autoridades que con un alto sentido de humanidad los están apoyando. La situación es muy compleja, pero peor es no hacer nada. La historia nos dice que también a nuestros tatarabuelos les ocurrió lo mismo en 1913.
El pueblo mexicano siempre se ha mostrado benevolente con aquellos pueblos que han solicitado nuestro apoyo. Recordemos a los refugiados españoles que llegaron a México durante la revolución civil española. Nuestro gobierno recibió a más de 20 mil exiliados entre 1939 y 1942.