Calentar
Oliverio Ascascius.
Calentar
las manos desnudas y olvidadas.
Sastres de sueños
en el silencio del límite.
Calentar la lluvia ceniza
que moja el pecado
de los que permanecen mudos.
Calentar copos de angustia
de los que sufren las almas.
O de esa soledad tan sola,
que no soportan
los que no aman.