Marte

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por Rufino Rodríguez Garza

“Marte es el cuarto planeta en orden de distancia al Sol y el segundo más pequeño del sistema solar, después de Mercurio, su nombre es un homenaje al dios de la guerra de la mitología romana (Ares en la mitología griega). También conocido como el planeta rojo.”

En una zona del municipio de General Cepeda podemos encontrar un cerro, una estación de ferrocarril y un ejido con este nombre: Marte. El cerro de Marte, de 1350 metros sobre el nivel del mar, se localiza en terrenos del ejido Pilar de Richardson, que está ubicado a 7 kilómetros al sur de esta elevación.

Sin embargo, lo que fue estación Marte o Ejido Marte, en la actualidad está al pie de dicho cerro. Dicha elevación está en terrenos del ejido vecino. Este cerro es muy visible desde más de 30 kilómetros, pues está en una extensa llanura, que constituyó la parte más oriental de la Laguna de Mayrán.
En las inmediaciones de esta altura y en terrenos de estas pequeñas poblaciones hay unas lomas bajas a la que se les llama “Los Cerritos” y que da motivo a esta nota.

En estas lomas hemos localizado muchos lugares con petroglifos, pinturas, y en los llanos algunos geoglifos. En relación a estas manifestaciones, las pinturas, todas en color rojo o tonos derivados del mismo, producto de las inclemencias, lluvia, sol y escurrimientos que han decolorado estas manifestaciones.

Existe un tablero con buenos dibujos pero fue salvajemente vandalizada por algún inconsciente que llevó pinturas de agua y aceite y repintó las antiguas pinturas de los indios.

En estos sitios lo más abundante son los petrograbados. La mayoría de los dibujos son geométricos y abstractos en su mayor parte, el material donde se plasmó este antiguo vestigio, es roca arenisca de un color obscuro subido. Los motivos grabados están semi-escondidos entre matorrales y mucha lechuguilla. De esta última planta diremos que hace difícil el caminar para retratar los extraños dibujos. También es de destacar otra planta que abunda y con la que nos espinamos constantemente, me refiero al nopal cegador, (opuntia rufidae).

Otro motivo rescatable que encasillamos en el apartado de “naturismo“ es el de la figura humana, pues la que encontramos está muy estilizada.
En los recorridos que hemos llevado a cabo durante este año revisando cada promontorio, nos ha llevado ocupar todos los fines de semana de enero y febrero y aún no le vemos el fin. Y como dice el compañero Ventura “en cada loma hay motivos, no nos ha fallado”.

Aunque los arqueólogos no han reparado en el caso resulta que hay una serie de rocas aisladas o entre las grabadas, en las que se utilizó el filo de las piedras para hacer marcas a base de muescas, y que desde nuestro punto de vista pensamos que fue una forma de hacer conteos de cacería o de ciclos lunares y/o calendáricos.

Aunque todo esto se localiza en el municipio de General Cepeda, no habíamos visto vestigios grabados y/o pintados de fauna y fue aquí en los Cerritos, donde localizamos tres sitios pudiendo observar huellas de venado y en una sola localidad un asta de venado cola blanca.

A partir de la Puerta, Gavillero y Narigua, donde se observan grabados de osos, felinos, bisontes y venados además de algunos reptiles, podemos afirmar que son la frontera de esos ejidos donde desaparecen los vestigios de fauna hacia el poniente del Estado y dan paso a las figuras geométricas y abstractas.

Y ahora para sorpresa nuestra volvimos a encontrar manifestaciones faunísticas cuando menos de venados. Seguramente en los grabados de Parras y parte de General Cepeda los chamanes los grabaron de una manera subjetiva y no los identificamos, no porque no los hubiera, sino porque en este territorio también habitó la misma fauna que en Ramos Arizpe, General Cepeda, Parras y el resto del Estado. ¡¡Todo un misterio por resolver!!

Una característica de esta zona que estamos explorando es la presencia de geoglifos, esas figuras hechas en el suelo, con piedras obscuras de un tamaño promedio y de aproximadamente un kilogramo de peso, que se usaron en eventos religiosos, con el fin de que sus entes superiores aceptaran este tipo de ofrendas propiciatorias, para pedir por la lluvia, la salud y la buena cacería y la necesaria recolección de frutos estacionales y la pesca en ríos y lagunas.

Los geoglifos son figuras sencillas, éstas pueden ser círculos, rectángulos, líneas, líneas paralelas y otros no identificados. Aquí en esta región recién descubrimos uno de 7 metros de diámetro y una chimenea en el interior, pero hace algunos años observamos uno más grande, de 10 metros de diámetro con tres chimeneas en su interior, con la salvedad de ubicarse a 75 kilómetros uno del otro en el municipio de Parras.

A diferencia de otros sitios aquí no se observan cuentas a base de puntos o rayas cortas, tampoco hemos identificado algún símbolo de territorialidad, como en los sitios de Narigua, Pelillal o Paredón. Quizá por lo desolado y apartado de este territorio ni los españoles, ni los curas, ni los tlaxcaltecas dejaron algún vestigio de la época Colonial, no se nos ha atravesado alguna cruz católica, o fecha, o fierro de herrar o nombres de los propietarios de ranchos o haciendas. Por lo que podemos presumir que el vandalismo es escaso o casi nulo y los que se ven son muy recientes, quizá de finales del siglo pasado o principios de éste.

Aquí la vocación de los vecinos es el de lechuguilleros, aunque otros se contratan en ranchos vecinos o emigran a las ciudades. Estos lugares son apreciados por la gran cantidad de lechuguilla silvestre, pero también la que se ha sembrado está ya lista para el tallado. Hay nopaleras sembradas que se han desarrollado grandemente pero no tienen ganado a quien chamuscarle tan buen forraje.

El lugar es muy prometedor en el tema de paleontología pues el amigo Ventura observó huellas fósiles de tortuga y dientes de tiburón.
Aún quedan lomas que seguramente nos darán buenas sorpresas. Por lo pronto, aquí en esta área encontramos pinturas, grabados y varios geoglifos.