Sócrates A. Campos Lemus.
HACE TIEMPO CONTABA UNA HISTORIA QUE VIVÍ EN LA CIUDAD DE OAXACA. Llegué a una de esas farmacias que dizque son de ahorro y cobran como viejas empresas con precios altos y engañan brindando tarjetas dizque con un descuento que van acumulando para que cada vez que compre artículos le puedan aumentar los puntos o descontarlos de la cuenta total, lo primero que hacen es tener sus datos y sobre todo los datos de los médicos a los que mandan las comisiones por los productos, cuando menos eso lo informan algunos de ellos que han rechazado esa práctica, en fin estaba viendo algunos productos y a mi lado estaba un viejo, yo ya tenía en ese tiempo algo así como setenta años y veía a este anciano revisar las cajas de los productos que tenía a la vista y se tocaba los bolsillos y miraba hacia la calle como queriendo salir corriendo, su vestimenta, cosa rara, era de un traje lustroso, zapatos viejos y boleados, corbata de aquellas enormes del siglo XIX y pensé: “Este señor que a lo mejor es un maestro jubilado, no trae para comprar los medicamentos que le urgen y tratará de salir volando y todo lo perderá”, así que mejor tomé la determinación de agarrar los productos y solicitarle al dependiente que me hiciera la cuenta junto a la mía y le dije al hombre, “Maestro, me permite pagar por ellos?”. El viejo se quedó mirándome atónito y llorosos sus ojos y me dijo: “Acaso eres alguno de mis ex alumnos?” le contente que no pero mi padre también fue maestro y tenía sus mimos gustos y sus mismos gestos, así que intuí que era un maestro.
A la salida me comentó que esos medicamentos eran para su esposa que también era jubilada del magisterio y que los dos vivían en un cuarto de una vecindad porque con los males habían tenido que rematar los bienes y el único que lograron después de muchos años era una pequeña casa que tuvieron que rematar, me dijo que sus dos hijos desde hacía muchos años se habían ido al norte y que ya no volvieron a saber de ellos y que entre los dos tenían una jubilación de cerca de cuatro mil pesos y de esos, pagaban quinientos por el cuarto y la luz y gas como trescientos, con lo demás tenían que vivir y él cuidaba a su viejita, el que quería llorar era entonces yo y me puse a pensar en los cientos de millones de pesos que se robara Jorge, el Coco, Castillo, el virrey de Gabino Cué cuando era gobernador y que dejara la estado en plena bancarrota y él, inmensamente rico con sus compadres y sus socio,s y a ellos nada les pasaba ni siquiera tenían la preocupación de demandas o de investigaciones y ahora menos, porque nadie podrá negar que ha sido aliado y socio político del presidente López Obrador que jamás ha declarado nada en su contra o hablado incluso de una investigación formal para saber el destino de miles de millones saqueados a los fondos públicos de la entidad, eso sí, ahora, tenemos la seguridad de que con el cuenterete del beis bol algunos lavadores son, no pillos ni mafiosos del poder, sino mecenas y consejeros del presidente y así pues ya sabemos lo que sigue a pesar de todo lo que nos diga, total, negocios son negocios, no lo digo por el presidente que al igual que yo somos inútiles para los negocios pero no para sus consejeros que siguen en las mismas mañas que antaño, total, solamente salen de un lado para entrar al otro y por esa misma razón ahora a los cien días, el mismo Carlos Slim Helú dice que no hay problema que todo está bien y, ¿cómo no van a andar bien las cosas si ellos siguen con sus negocios y sus transas?, pues sí, así todo está bien y en tales condiciones ahora sabemos que algunos hijos o familiares de muchos funcionarios del Seguros social y del sector salud eran los encargados de vender a los precios que se les daba la gana los medicamentos y equipos, por ello, en vez de controlar los precios de medicamentos, aumentan brutalmente cada día, cambiando solamente los empaques pero no las fórmulas y así pues nos siguen robando a todos los mexicanos incluyendo a los que cuenta con seguros y atención médica social porque cuando los médicos los atienden les dicen que ahí los medicamentos son chafas y les dan recetas para que las surtan en las farmacias y ya sabemos, algunos, reciben sus comisiones…
Así, en tales condiciones, el mercado de medicamentos chafas en los tianguis aumentan porque los mismos medicamentos que recogen los laboratorios o los consorcios de venta los vuelven a reciclar al mercado de los jodidos que lo que buscan es un precio bajo que pueda adquirir y así solamente cambian de empaques y venden los productos como si fueran vigentes y a un recio mucho menor y ahí vemos en los tianguis y mercados, loteros de medicamentos que tienen tanta habilidad para reconocer los productos o sus similares que tienen un enorme éxito y si ellos pueden vender muy barato y con ganancias enormes me pregunto la razón por la que ninguna autoridad pone un orden en los medicamentos y sus precios de acuerdo a los verdaderos costos y no a los caprichos de los laboratorios y cuando menos tendríamos muchos productos baratos que nos permitieran a muchos no sacar los recursos para ese tema y quedarnos con la disyuntiva entre comer o medicarnos. Yo no sé si AMLO conoce el tema, es un hombre sensible y cuando menos le puede preguntar a sus cuates y aliados que ahora son ex funcionarios que hicieron esos enormes negocios con sus compadres y socios y que siguen en la impunidad porque las autoridades destinadas a investigarlos son también sus cuates y socios y hasta paisanos y ellos mantienen una cerrada mafia de poder y con poder de venta y de saqueos de recursos por medio de la compra venta de medicamentos que siguen operando en muchos lados, así que los casos como el del maestro seguirá siendo una realidad y veremos a muchos ancianos morir por la falta de atención o como sucede a muchos, cuando ven que se les terminan los medicamentos los parten a la mitad, pensando que les sigue medio ayudando en sus males y les rinden más en los días difíciles, donde se terminan los recursos para comer y para curarse, pero así es la realidad y así estamos por culpa de muchos hampones de cuello blanco…