por Luis Eduardo Enciso Canales
Ya lo decía Don Jesús Reyes Heroles en una de sus frases predilectas y quizás más utilizada por los especialistas en el medio político porque da sentido y explicación al análisis del entorno sin la necesidad de muchos argumentos, que en la vida como en la política la forma de hacer las cosas revela su verdadero contenido, es decir, podemos percatarnos por medio del discurso ligado con la actuación de un gobierno, un personaje político o un partido, si las ideas realmente están vinculadas entre si y por lo tanto existe coherencia entre el decir y el actuar.
A través de ello podemos ver claramente cuáles son las verdaderas intenciones que subyacen en el fondo, o cuál es su verdadera razón de ser. Para Reyes Heroles el respeto a la forma es la clave de la supervivencia de un sistema político, por eso dijo; “seremos inflexibles en la defensa de las ideas, pero respetuosos en las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo”. México es un país de tradiciones y lo político no es la excepción, para poder explicarnos lo que hoy sucede y poder caminar hacia el futuro como nación, necesa- riamente tenemos que volver la vista atrás.
El tratar de desmantelar nuestro pasado histórico, por doloroso que sea, no garantiza que en el fondo las cosas cambiaran y no solo eso, quizás también terminen agravándose aún más nuestros problemas, porque aunque las formas cambien, en el fondo todo continúa inalterable, en este afán hemos lesionado seriamente nuestra capacidad de crecimiento al tratar de reinventar el país cada seis años, cada tanto la nación se frena para poder dar paso a las ocurrencias en turno, hoy llegamos a la locura de inventarnos una cuarta transformación que nadie, tanto propios y extraños, sabe explicar bien a bien en que consiste.
Poco a poco la idealización de un concepto falto de contenido se comienza a desdibujar prematuramente, una cuarta transformación que pretende compararse históricamente con grandes momentos que ha vivido este país y que forman parte de las luchas transformadoras de todos los que, al paso del tiempo, han habitado esta tierra y que produjeron cambios que formaron parte del resultado de una evolución natural del desarrollo de una nación. Nuevamente las formas de hacer las cosas revelan su contenido, hoy el vacío de ideas galopa desbocado como chivo en cristalería.
El discurso político está diseñado para generar amplias expectativas con respecto a temas específicos que no serán cumplidas, las razones pueden ser muchas pero las más comunes que podemos observar claramente son: la propia complejidad de los problemas, el escaso conocimiento sobre el tema, la falta de un enfoque previsor que permita la reorientación anticipada y puntual de las acciones, funcionarios no calificados e ineficientes para ejecutar tareas especializadas. En su mayoría personajes sin la experiencia profesional o con una formación que no corresponde con la responsabilidad que les ha sido conferida, la cual inclusive, llega a contraponerse.
Por ende las tareas que se van generando no le hacen ni cosquillas al problema a resolver como ha sido el caso de PEMEX, o bien éstas andan alejadas a varias cuadras del desfile elevando los costos de operatividad de las estrategias. Lo que permanece de todo esto es la velada negatividad de los detentadores reales del poder de no querer resolver algo, ya sea por fines políticos, económicos e incluso por intereses particulares o de grupo.
Sin darnos cuenta y gracias al poder de las redes sociales vivimos en campaña permanente, todo el tiempo a toda hora somos bombardeados con mensajes políticos tendientes a la obtención de un voto futuro, esa es la verdadera cuestión de fondo, aunque los políticos en el poder en turno juren que sólo dan a conocer sus informes de actividades o sus logros de gobierno, el hecho es que estamos permanen- temente expuestos a mensajes de carácter político.
Pero las redes sociales son una arma de dos filos, como dan quitan, ya que éstas tiene la capacidad de transparentar el lenguaje corporal, la honestidad de intenciones, hoy en boga por cierto. No se puede fingir, no se puede persuadir a las personas con un discurso engañoso o hecho a modo porque “el cuerpo grita lo que la boca calla”. Un discurso que cumple como muchos otros con las estrategias de manipulación de un problema que nadie cuestionará porque es algo que nos afecta a todos, la corrupción por ejemplo. La postura oficial del problema de la corrupción tiene una visión expiatoria de culpas donde el estado ve a todo aquello externo a él cómo “corrupto”, sin reconocer lo poderosamente corrupto que puede ser el ejercicio del poder, otra vez, la forma es fondo.
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