por Evaristo Velasco Álvarez
Este, como muchos años anteriores, las lluvias se han tardado en caer y la tierra se encuentra seca y agrietada, calcinada por los ardientes rayos del sol de inicio de la primavera; y seguramente, como todos los años, nos sorprenderán algunos ligeros goteos o lagrimales de las nubes, haciendo que el calor se resienta mucho más con la evaporación.
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Todos los campos, en el centro de la república están amarillentos, polvosos, tristes, anhelantes de la reconfortante lluvia que hará que los campos se vistan de un verdor hermoso y prometedor, y que las plantas se pongan sus mejores vestidos multicolores, con flores que a la vista y al olfato llenan de gusto y contento. La magia anual en que nuestra vida se ve bendecida con alegría y regocijo. Las aves y todos los animales copulan y cantan sus mejores trinos para saludar al Sol.
Y esto que es tan angustiante en los humanos por la calor fuerte, así como a los agricultores por la falta del vital líquido, será motivo de pláticas y discusiones en todos los rincones, así como el motivo de sendas peregrinaciones y sacrificios y noches de rosario pidiendo a los cielos que no nos olvide y que nos tenga contemplados en sus designios…
Mientras tanto, las plantas y los animales, confiados en que los ciclos se repiten incesantemente, se esfuerzan por estar seguros de que la vida continuará sin modificaciones, porque es así como siempre ha sucedido; como dicen los viejos: “Calma, mañana volverá a salir el sol…”
Desgraciadamente para los que viven en las tierras bajas, cerca de las costas, en los paraísos terrenales de las selvas tropicales, habrán de vivir momentos de angustia y desazón con la llegada inminente de las tormentas, de los huracanes, de las trombas; para que en consecuencia, nos lleguen las lluvias vitales al centro de la república. Ojalá que no les sean dañinos y que no les destruyan sus patrimonios, pero eso habrá de ser así.
Y sin pretender ser adivino ni nigromante, sí les digo que habrán de llegar las lluvias y que habremos de gozar de sus beneficios, sin que tengamos que realizar sacrificios a los dioses, porque la naturaleza ha actuado así desde la noche de los tiempos. Y claro que nuestro padre celestial está contento con nosotros y que nos enviará lo necesario para vivir y disfrutar de este paraíso terrenal; porque como padre amoroso estará al pendiente de que tengamos lo necesario.
Amables lectores, desde mi espacio vital les invito a que tengan toda la confianza en que llegarán las lluvias y a tiempo. Que sepamos que vamos a estar felices y gozosos, y que cantaremos emocionados canciones de alegría, y que gritaremos con fuerza ¡Que viva México!