Jorge Ramos en la mañanera

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por Augusto Hugo Peña Delgadillo.

Lo que hay detrás del desencuentro de Jorge Ramos con AMLO es lo que tenemos que encontrar para dilucidar no el fondo de las preguntas de Jorge Ramos sobre la violencia y su incremento en México en este sexenio -porque es absolutamente correcta- sino la forma y el por qué el periodista mexicano radicado en Estados Unidos pretendió reventar la entrevista, adueñándose de una rueda de prensa en la que había cuando menos otros 20 periodistas. ¿Quién ha utilizado a Jorge Ramos con fines claramente aviesos para exponer al ridículo a AMLO y con qué fines? Lo que se sabe es que George Soros es el jefe de Jorge Ramos, y que Soros obedece a los designios de la banca Rothschild, entonces… ¿Cuáles serían las motivaciones para que Soros/Rothschild hayan enviado a México a Jorge Ramos para reventar una entrevista y, en el menor de los casos, ridiculizar a AMLO y para qué? Algunos expertos en geopolítica, entre ellos Alfredo Jalife Rahme, han emitido una serie de opiniones al respecto, las que probablemente sean las correctas para entender la actitud de Ramos.
Partiendo del hecho de que en la política no hay casualidades, queremos entender cuáles podrían ser los intereses de George Soros, como para enviar a Jorge Ramos explícitamente a reventar una entrevista a López Obrador y, en el mejor de los casos, ridiculizarlo y o, restarle credibilidad. Para entenderlo lo que hay que hacer primero es saber quién es George Soros y qué es lo que lo mueve. Soros es de origen húngaro, su padre cambió el apellido de Schwartz a Soros debido al antisemitismo; trabajó en muchos ramos y al final en los de las finanzas como empleado modesto hasta ser un ejecutivo y, a la postre se independizó y fundó la empresa Quantum Fund, y ahora en compañía de sus hijos sigue trabajando en la misma línea en esa empresa. Desde un principio se ha dedicado a la especulación bajo la influencia de la banca Rothschild para la que trabaja en forma un tanto encubierta. Ha financiado a políticos de Latino América y también ha financiado campañas contra políticos de Centro y Suramérica, obedeciendo no una ideología sino a los intereses pecuniarios de sus socios de manera absoluta, cuasi descarada.

Estos datos nos muestran que Jorge Ramos es sólo un mandadero de George Soros y, qué al intentar desacreditar a AMLO, obedeció a los intereses del sistema financiero que representan Soros/Rothschild, los que invirtieron algunos miles de millones de dólares en la construcción del nuevo aeropuerto de Texcoco y que AMLO les frustró el negocio. Grandes negocios en México son parte del sistema financiero bajo la férula de Soros/Rothschild, como Grupo México de Germán Larrea Mota Velazco, principal extractor y productor de cobre, plata, oro, plomo zinc, etc., de Alberto Bailleres de PEÑOLES del mismo ramo de la metalúrgica que Larrea Mota Velazco; de la familia Servitje de BIMBO y de Alejandro Ramírez dueño de la cadena de cines CINEPOLIS entre otros, los que han enfrentado -por medio del Consejo Coordinador Empresarial y COPARMEX- a AMLO por diferentes motivos pero todos ellos relacionados con negocios, con el dinero y en menor parte con la política.

Es claro que el cambio radical del paradigma de la política en México con la llegada de MORENA después de 36 años (seis sexenios) de gobiernos afines a los intereses de Soros/Rothschild en nuestro país, les ha incomodado a los beneficiarios del sistema anterior y, qué por esas razones, desde la campaña, se han dado a la tarea de desacreditar a AMLO y de obstaculizarlo en todo lo que pueda afectar sus intereses.

El episodio un tanto ríspido entre AMLO y Jorge Ramos que pudimos contemplar hace días, se va a seguir repitiendo en otros escenarios y con otros personajes durante todo el sexenio actual ya que están siendo trastocados intereses que antes no se habían afectado y dañado ni con el pétalo de una rosa. Lo que ahora estamos viendo, dentro de los partidos políticos hay que considerarlo como un cambio. El PRI durante 51 años, de 1929 hasta el 1º de diciembre de 1982 mantuvo una directriz nacionalista para elevar el nivel de vida de los más pobres que representaban un 80% y más de nuestra población, y el PAN representante de la clase empresarial, desde 1939 hasta en 2000 con la llegada de Fox a la presidencia, combatió al Partido Revolucionario Institucional, sin embargo, en 1981/1982, algo cambió. Carlos Salinas por el PRI y Fernández de Cevallos por el PAN sellaron un pacto para repartirse el poder cerrándole el paso a López Obrador inclusive llevando a cabo dos fraudes electorales, los del 2006/2012.

En suma, PRI y PAN de la mano, nos gobernaron durante 36 años, pero el 1º de julio del año pasado lo perdieron todo ante el empuje de López Obrador/MORENA y lo mismo le sucedió al grupo empresarial dominante el que es dirigido -tras bambalinas- por Claudio X. González el CEO de Kimberly Clark además de ser la némesis de AMLO, no han podido controlarlo ni tampoco han logrado alinear sus intereses a este nuevo gobierno que les plantea retos que no habían visto en los últimos 30 años. Claudio X. González Laporte y Claudio X. González Guajardo su hijo han tratado de continuar siendo la punta de lanza del sistema empresarial mexicano, pero al parecer con López Obrador se han topado en pared y, si bien les va, terminarán cediéndole terreno a otros empre- sarios menos radicales, las riendas de la Iniciativa Privada, los que serán menos agraces contra AMLO o bien, más afines a las formas de gobernar del actual presidente y al fondo del nuevo paradigma político administrativo.

Entre el empresariado hay un arcoíris de opiniones que van desde un gran optimismo y entusiasmo por el luminoso destino que promete la transformación profunda, que según la visión de ellos, encabeza López Obrador, hasta lo que ve el bando de sus críticos que contemplan un panorama obscuro con grandes nubarrones que prometen virtuales desastres sociopolíticos y económicos. La cuestión es que México como un barco de gran calado, tiene desde hace cuatro meses un nuevo capitán y, según mi parecer, nada sería peor que tripulantes y pasajeros de dicho barco, estén en contra de su capitán. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?