Los directores del estilo Pecos

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por Alejandro Arizpe Montemayor.

Estilo Pecos (Kirkland y Newcomb 1967) es un calificativo que distingue a una singular clase de arte rupestre de pinturas policromadas conocidas coloquialmente como chamanes, dibujados en las paredes y techos en diversos refugios naturales, en un entorno montañoso que rodea la periferia de los ríos Bravo y Pecos, abarcando 300 kms de circunferencia en el Norte del estado de Coahuila frontera con EUA, su antigüedad se estima de 3000 a 4000 años (Solveig Turpin 2010).

El sitio arqueológico de San Vicente en la Sierra del Bonito en Acuña, Coahuila, con figuras antropomorfas reflejando su dinamismo, es una muestra típica del mencionado asunto.

Los chamanes son los sabios personajes que hacían prácticas religiosas actuando como intercesores entre el mundo natural y el sobrenatural, consiguiendo asegurar las vitales lluvias, sanar enfermedades, dirigiendo a su gremio (C.S. VanPool 2003).

Para lograr sus propósitos efectuaban múltiples acciones en sus complejos rituales; una de ellas muy arraigada consiste en el aprovechamiento de plantas mágicas ceremoniales, conformándose una tradición milenaria en muchos pueblos del orbe, continuando su empuje en algunos grupos étnicos mexicanos.

Las plantas sagradas desde hace décadas llamaron su atención, siendo consumidas en forma indiscriminada por las propiedades que las rodean, insertándose sus atractivos con otros valores culturales y con otros propósitos (Xavier Lozoya 2003); quedando desprestigiadas por las palabras que intervienen en ellas: alucinógenas, alcaloides, psicodélicas entre otras palabras.

De acuerdo con el Etnobotánico Jonathan Ott, indica que los libros de plantas alucinógenas del Antropólogo Carlos Castañeda, publicados en los años 70´s del siglo pasado alcanzando popularidad; su contenido raya en el espurio (Falsos)

Los científicos sustituyeron los términos peyorativos que circundan a las plantas rituales por el termino enteógeno. C. Masfarren, Díaz Breni 2003, subrayan que las propiedades biodinámicas contenidas en los vegetales sagrados son elementos positivos, terapéuticos, nunca como agentes destructivos o degradantes. En este mismo tenor, al parecer la gente arcaica del Noreste Mexicano, primero consumieron las semillas del arbusto leguminoso del colorín Sophora secundiflora, que contienen cistina, un poderoso enteógeno y fue sustituido por el cactus del peyote (J. Louis Brau 1973 Diaz, J. L. 2003).

Regresando al sitio San Vicente; ahí se manifiesta una fuerte carga simbólica de personajes anónimos en estado de trance, expresando una alta variabilidad en sus tamaños dimensionales, desde unos cuantos centímetros, muchos de ellos acomodados masivamente, hasta figuras mayores a dos metros; acompañados con elementos de fauna, flora, motivos solares y lunares, algunos de estos decorados en forma masiva y diminutos, cuentas numéricas con el sistema del punto; comunicando su mundo de fuerzas divinas pretendiendo los seres su acceso a las fronteras del más allá; donde ellos así mismo se veían subjetivamente; producto de su aislamiento, cancelación de alimentos, agua, consumo de sustancias enteógenas.

Al colocar esos singulares escalones, funcionó como un puente entre su contacto ordinario y extraordinario, de hecho, a la mitad de la prolongada pared dibujaron una larga línea recta horizontal, que al parecer así manifestaron la división del mundo terrenal del mundo divino, en la búsqueda de su contacto con las deidades y obtener respuestas a sus necesidades emergentes.

Los agentes involucrados para hacer esos retiros espirituales impresionantes que pudieron durar semanas ayudaron a que su cuerpo-alma-espíritu quedaran gobernados en un instinto dual de conservación, actuando fenómenos de cambios en la personalidad y alejamiento de sí mismo, logrando la auténtica y rara alucinación que no responde a situaciones objetivas externas (Jose Ferreter Mora); en otras palabras percibían algo inexistente de la realidad en su entera conciencia del objeto en espacio y tiempo, a verse ellos o sus colegas a sí mismo, estampando artísticamente esos conceptos ajenos a nuestro entendimiento en su total dimensión; mientras que con las drogas sintéticas se conduce al caos y a veces sin regreso.

Por otro lado, agradezco al Ing. Agr. Donato Arizpe C. el permiso para acceder a esos lugares arqueológicos, al camarada J. Enrique Guerra D. por el apoyo de ir hasta esos recónditos entornos, al lugareño Manuel Vázquez F. y a Rufino Rodriguez G. por sus publicaciones continuas en el Periódico de Saltillo que contribuyen al conocimiento ancestral.

Referencias:
Alucinógenos del México Prehispánico. Arqueología Mexicana Vol. X No 59. 2003. Editorial Raíces.
José Luis Díaz Las plantas mágicas y la conciencia visionaria.
Christine S.VanPool: Viajes chamanicos.
Elio Masferrer Kan: Los alucinógenos en las culturas contemporáneas.
Xavier Lozoya: Las plantas del alma.
Jean Louis Brau. Historia de las drogas. Editorial Brugera S.A 1973.
Jonathan Ott. Pharmacothean: Drogas enteógenicas, sus fuentes vegetales y su historia. Edición española 1992.
Jose Ferreter Mora. Diccionario filosofico 1942.
Solveig Turpin. El arte indígena de Coahuila. Universidad Autonoma de Coahuila 2010.

arizpealejandro@hotmail.com