Día del Periodista, de la Libertad de Prensa o de la Libertad de Expresión (Qué más da, si no se respeta)

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por Jesús M. Moreno Mejía.

“Negar el derecho a la libertad de la palabra, equivale a negar la libertad de pensamiento”.
Gilbert Murray.

En nuestro país está consagrada la libertad de manifestar las ideas y escribir sobre cualquier materia, en los artículos 6° y 7° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Sin embargo, al amparo del poder hay quienes hacen callar por la fuerza al periodista y al defensor de los derechos humanos, en repetidas ocasiones.

El 7 de junio se celebra en casi todo el país el “Día de la Libertad de Expresión”, cuya fecha fue instituida en 1951 por el entonces Presidente, Miguel Alemán Valdés, en base a lo expresado en los mencionados artículos de nuestra Carta Magna.

El 3 de mayo se conmemora el “Día Mundial de la Libertad de Prensa” en virtud de así haberlo instituido la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).

El 4 de enero se recuerda el “Día del Periodista”, especialmente en el centro de la república, en honor a Manuel Caballero, considerado el primer reportero de México, pues fue quien introdujo un sentido sensacionalista a las noticias en la época del Porfiriato. Él nació en Tequila, Jalisco, y murió en la capital del país el 4 de enero de 1926.

En fin, que por festejos y homenajes a quienes tenemos por profesión u oficio el periodismo, sobran fechas. Sin embargo, la fuerza de la palabra es considerada ominosa para quienes se sienten ofendidos, al ser exhibidos en su mal proceder, sean funcionarios públicos o personas revestidas de poder.

Los gobernantes, sea a nivel federal, estatal o municipal, recurren a la estrategia de congraciarse con los comunicadores, organizando ágapes, concursos y reconocimientos, en un afán de mantenerlos quietos en su labor informativa o comentarios.

No obstante, el periodista y el luchador social que vela por la defensa de los derechos humanos, consagrados en los artículos antes mencionados de nuestra Constitución, expresan libremente sus ideas de manera abierta y en algunos casos pagando con sufrir amenazas físicas, e incluso con su vida.
Tal ha sido el caso de innumerables periodistas, amenazados o agredidos físicamente, desaparecidos y/o asesinados en diferentes partes del país, sin que se investigue a fondo y se castigue a los culpables.

Desde el inicio del nuevo siglo hasta la fecha, suman más de 100 los comunicadores inmolados, cuyo número hace que nuestro país iguale anualmente a los periodistas muertos en Afganistán y Siria, donde existe una constante condición de guerra.

El pasado mes de mayo se recordó en Torreón el décimo aniversario luctuoso del reportero de fuentes policiacas del diario “La Opinión Milenio”, Eliseo Barrón Hernández, asesinado arteramente tras de haber sido sacado por la fuerza de su casa.

Sobre el particular, se supo de la detención de cinco individuos que se supone estuvieron involucrados con el crimen de Barrón Hernández y se dijo que estuvieron presos en la penitenciaría de Saltillo, pero nunca se supo si fueron sentenciados a una pena, pues el caso se esfumó en el olvido.

No ha sido ese compañero la única víctima de manos criminales en La Laguna o en Coahuila, pero se le considera emblemático en otros ocurridos en similares circunstancias, entre ellas mencionaremos la desaparición del periodista Cuauhtémoc Ornelas Campos, ocurrida el 3 de octubre de 1995, en algún lugar de la Comarca Lagunera; Valentín Valdés Espinoza, que fuera acribillado a balazos el 8 de enero de 2009 en Saltillo; Rafael Ortiz Ramírez, desaparecido el 8 de julio de 2006 en Monclova; Luis Emmanuel Ruiz Carrillo, asesinado en Monterrey, N.L., quien trabajaba para La Prensa, de Saltillo.

La lista es más extensa e incluye otras ciudades de Coahuila, entre ellas Acuña y Piedras Negras, pero todos los casos se han caracterizado por ser hechos impunes.

Reiteramos que la profesión u oficio del periodismo es una labor de mucho riesgo, pues como dijera Simón Bolívar: “La libertad (de opinión) es el único objeto digno del sacrificio de la vida y de los hombres”. ¿O usted, amable lector, qué opina?

¡Hasta la próxima!