El lopezobradorismo tiene un nuevo sinónimo: “La más grande deformación”

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por Adolfo Olmedo Muñoz.

En los primeros días de este mes de junio, se dio a conocer la renuncia del director de la Comisión Reguladora de Energía, Guillermo García Alcocer, prendiendo de nueva cuenta un señalamiento ámbar, de alarma, que desde luego no ha sido el primero que se presenta en los meses en que se viene desarrollando la mal llamada “cuarta transformación”. Aunque no podemos calificar como el indicio más importante, o más trascendente en la obvia destrucción del sistema político nacional, para implantar un régimen de ignorancia, de improvisación, de mediocridad y servilismo clientelista, pues ha habido otros infaustos acontecimientos tan o muchos más graves que la renuncia que nos ocupa. Sin embargo, éste es un hecho volitivo, en el que se trasciende un gran contenido moral de sentencia despectiva ante la supina ignorancia que excreta el actual régimen, que también de manera muy temprana se ha empeñado en mostrar su pequeñez.

Con este “amigo” presidente, para qué quiere México enemigos de fuera del país…

Y es que aunque quieran disfrazar el hecho con versiones “oficiales”, constituye incuestionablemente una bofetada con guante blanco al autoritarismo del actual presidente, López Obrador, quien con descaro, con cinismo y autoritarismo acotó con basura intelectual, un organismo fundamental para el sano desarrollo del sector energético de nuestro país, involucionando el desarrollo, pues mientras otras naciones buscan y aplican medidas tendientes a la excelencia, en México, se está dando chamba a los “cuates” o en todo caso a los “testaferros” lopezobradoristas.
Antes de iniciar este comentario de opinión, me pregunte cuál sería la “litis” de mi reflexión, el espíritu de un asunto (el futuro de los mexicanos) que con tanta velocidad y descaro se ha venido revelando, sin dar tiempo siquiera, a reflexiones profundas del daño que se está causando a la nación, merced a una política viciada, basada en una supuesta democracia que ha revelado, por ejemplo, con la reciente pantomima de elecciones en el estado de Puebla, donde, a pesar del más del 70 por ciento del abstencionismo (que no es más que el desprecio de los ciudadanos para con la política) ejercerá como “mandatario” un oscuro saltimbanqui de la política Luis Miguel Barbosa, mientras que en Baja California un tal Jaime Bonilla, amparado en la horda morenista será gobernador , a pesar de que menos del treinta por ciento de la población ejerció un “voto”, con el que se echó a tierra el predominio panista de más de 30 años, luego de que Ernesto Ruffo Apel ganara, por primera vez, con las siglas del PAN una elección a la clase priista.

Menos del cuarenta por ciento de la escuáli- da votación les bastaron a los “morenistas triunfa- dores”… para llegar a un poder del que hoy, poblanos y bajacalifornianos, tendrán que padecer.

¿Se atreverán a seguir llamando a eso “democracia”?
Pero lo que ya no da risa es la incapacidad en la que se ha desplomado la política mexicana. Definitivamente no creo que exista ni un solo “chairo” y aun muchos de los que deslumbran, encandilan, pe… regrinos, diciéndose culteranos de izquierda, se han percatado de la forma tan cobarde con que están tirando por tierra la otrora orgullosa, viril e intelectual diplomacia de la que en tiempos pasados (priistas), México hacia gala en el concierto de naciones, ricas y pobres, incluso en medio de un respeto oculto y vergonzante de los norteamericanos, que en más de una ocasión no tuvieron más que “morderse un cachete” y tolerar acciones de apoyo a oponentes de los intereses yanquis en el mundo, todo en honor a una política nacionalista, basada más en la capacidad de defendernos de la eterna agresión y abuso de los norteamericanos que tanto daño le han procurado a nuestra patria.

Hoy hasta los flamantes socios del capitalismo internacional, avecindados y oriundos de nuestro país, felicitan al mal llamado presidente de México, por su “firme” pero “ecuánime” pronunciamiento ante las aberrantes y majaderas agresiones que viene repitiendo el bruto ese que finge (no funge) como presidente del, todavía, imperio norteamericano, el tal Donald Trump, quien le ha puesto un “ultimátum” al mal llamado presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para que en menos de un mes, frenara la inmigración de centroamericanos a los Estados Unidos, o de lo contrario… impondrá -dijo- aranceles extraordinarios a todos los productos mexicanos que vayan a los Estados Unidos.

Antaño, ya habríamos buscado, diplomática- mente, apoyo de los enemigos de nuestros más grandes enemigos, por más que muchos, pen… sadores connacionales les consideren “amigos” o “míster amigos”.
Ya lo dijo Porfirio Díaz a principios del siglo veinte: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.

La economía mexicana sigue depreciándose en el espectro de las naciones, poniéndose frenos, obstáculos y poniendo cada vez a más ignorantes en los puestos importantes de la administración pública.

Pero lo que no tiene progenitora, es el grave deterioro que se ha emprendido en contra del sistema de salud del que nuestro país podía presumir en el mundo hasta hace poco tiempo. No es necesario entrar en detalles de todas las estupideces con que se ha venido atentando contra el sector salud.

A todo ello, y mucho más, ¿le pueden llamar “la Cuarta Transformación”? A mí me parece, más que un eufemismo, una tergiversación; en lugar de la Cuarta Transformación se le debe denominar “La más grande deformación” retardataria que se da en nuestro de por sí inacabado sistema político mexicano.

Con este “amigo” presidente, para qué quiere México enemigos de fuera del país…