por Fidencio Treviño Maldonado.
Atracar con permiso para robar, ha sido el rasante de muchos empleados de nuestro país, como uso y costumbre es la realidad de algunas instituciones, que entre otras cosas son muy bien pagadas por los mismos a los que roba, muchas de las veces atacan en despoblado y como regla general no informar del dinero que “entra, sale y se gasta”. Se comenta y se dice, el o los cabildos en sus reuniones que aceptan y firman los gastado en X mes, muchos integrares de estos cabildos aldeanos ni siquiera leen lo que firman, aunque debería existir transparencia en todos los actos referentes al dinero que los municipios, el Estado y la misma Federación recauda y recibe, lo mismo en qué se utiliza ese recurso que sale casi todo de los impuestos multas y ganancias que el mismo pueblo genera.
El temor más que respeto que para desgracia siempre ha generado el o los departamentos de las diferentes corporaciones policíacas y tránsito en cientos de municipios es tangible, se sabe que los tránsitos se le llama en algunos municipios Vialidad, y que entre otras cosas estos departamentos y su agentes, oficiales y trabajadores están para prevenir y desde luego también para infraccionar cuando el caso amerite, sin embargo al menos en Torreón y Matamoros, Coahuila, la consigna parece ser otra: Recaudar dinero, fregar a todos los conductores que se puedan en una competencia desleal entre los trabajadores de estos departamentos, para ver quien multa, infracciona o recauda más dinero.
Trampas pone el departamento de vialidad de Torreón y que administra Jorge Zermeño en el bulevar Matamoros/Torreón a sólo 200 metros de la entrada a la llamada Perla de la Laguna, y sin señal alguna sólo escondidos como mapaches los oficiales y agentes de Tránsito muy celosos de sus tareas cumplen su cometido como viles verdugos de la sociedad. La velocidad que está permitida no la señala ningún anuncio en esa rúa, sin embargo ellos paran a quien se les antoja, so pretexto de que se iba con 5 o 10 kilómetros más de lo permitido. ¿Pero dónde está el anuncio o señalamiento para saber cuál es la velocidad permitida en ese bulevar? pues no hay. Ellos, los agentes de tránsito hacen mención o citan artículos del reglamento, artículos que al ser cuestionados los oficiales y recuas que les acompañan, sucede que ni ellos conocen el reglamento. ¡Ah! y de pilón tienen en Torreón sólo Grúas Laguna, y en Matamoros Grúas Ibarra que son los que tienen el derecho de arrastrar vehículos, son los concesionarios y consentidos de estas administraciones, municipios entre otras cosas, son el futuro de la Nación.
En Matamoros, al igual que en Torreón, los agentes y la policía municipal no se tientan la mano en quitar placas, tarjetas de circulación, licencias de manejar o en su caso dinero, pero nadie da cuenta de lo recaudado, lo mismo es el caso de parquimetros que se dice en Torreón se recauda entre multas y tiempos de espacio en máquinas son entre 20 a 30 mil pesos al día, en Matamoros es menos, sin embargo tienen años que nadie da cifras, mucho menos qué se hace con el dinero recaudado. La sociedad dice que se lo roban, los habitantes comentan que se lo reparten, las diferentes cámaras ni ven, ni oyen, ni hablan ni siquiera sabe el pueblo quiénes son, inclusive ellos -la Cámara de Comercio- tuvo la brillante idea de traer y contratar los aparatos para medir tiempo y sacar dinero dizque para obras y pues ahora ellos al igual que los integrantes del cabildo actual parece que en vez de defender a los ciudadanos, les están sirviendo veneno en cada acción, como el caso de Torreón en donde muchos servidores públicos “por ordenes de arriba” tienen que recaudar cierta cantidad de multas, importándoles poco o nada la molestia que causan y el malestar que va directo a la bolsa. Pues ahí está la bola de humo a ver quién la batea, porque es inaguantable esta situación que se presenta en el bulevar Torreón/ Matamoros, lo mismo en muchas arterias de Matamoros con algunos elementos de este departamento de Tránsito y de parquimetros, cuya finalidad parece ser no dar servicio, sino recaudar dinero del que al fin de “cuentas” nadie da cuentas de lo recaudado y de lo que se hace con esa lana.