José C. Serrano Cuevas.
Jorge Zepeda Patterson es economista por la Universidad de Guadalajara, maestro en Sociología por FLACSO y doctor en Ciencias Políticas por la Sorbona. Es un periodista que ha transitado por diversos medios de comunicación: director de Sinembargo.mx, director editorial de El Universal y del semanario Día Siete, director fundador de Siglo 21 y Público en Guadalajara. Es autor y coautor de libros, entre ellos, Los Suspirantes 2012 y Los corruptores.
Encabezó, como coordinador, a un selecto grupo de escritores quienes trabajaron con ahínco y con el rigor que exige el manejo del conocimiento, en la tarea que dio como resultado la publicación del libro Los amos de México. ¡Por sus nombres los conoceréis! Ellas y Ellos son Francesc Relea, Jenaro Villamil, Gabriel Sosa Plata, Blanche Petrich, Marco Lara Klahr, Rita Varela Mayorga, Alejandro Pérez Varela, Salvador Frausto Crotte y José Pérez-Espino.
Los biografiados son Carlos Slim Helú, Emilio Azcárraga Jean, Ricardo Salinas Pliego, Alberto Bailléres González, Olegario Vázquez Raña, María Asunción Aramburuzabala Larregui, Roberto Hernández Ramírez, Lorenzo Servitje Sendra (+ 3 de febrero de 2017), Jorge Vergara Madrigal, Los Ramírez: Enrique Ramírez Miguel y Enrique Ramírez Villalón. Son un puñado de familias cuya riqueza y poder las ubica en la cúspide de la pirámide social y económica del país.
El libro consta de diez capítulos. La información contenida en ellos hace pensar que las 20 familias más acaudaladas del país no sólo concentran una proporción superior al 10 por ciento del PIB, y más de la mitad del valor accionario de la Bolsa Mexicana; además influyen decisivamente en la economía y la política mexicanas y, por ende, en la vida de todos los habitantes de este país.
En palabras de Francesc Relea: “Es prácticamente imposible que un mexicano transcurra un día de vida sin requerir de los productos de Slim o del conjunto de los empresarios aquí incluidos. Comer o beber, vestirse, ver televisión, seguir el futbol, enfermarse, viajar, hablar por teléfono, ir al cine, escuchar música. En estos momentos resulta impensable ‘un día sin Slim’ y sus colegas. Pero más allá de la omnipresencia, Televisa, Telmex, TV Azteca, Modelo, Sanborns, Cinépolis y otra veintena de grandes consorcios, los multimillonarios son los dueños del país por la enorme capacidad que tienen para moldear y modificar las estructuras políticas y económicas del mismo de acuerdo con sus intereses”.
Algunos de estos afortunados hombres de negocios se hicieron a sí mismos: Jorge Vergara Madrigal y Roberto Hernández Ramírez, literalmente, no podían pagar su tarjeta de crédito hace 30 años. En el extremo opuesto, varios de ellos son ya tercera generación: Emilio Azcárraga Jean, María Asunción Aramburuzabala Larregui y Alejandro Ramírez Villalón heredaron imperios fundados por sus abuelos; aunque nadie les niega el mérito de haber ampliado dichos negocios. Son casos de éxito (para ellos y sus familias) que echan por tierra la vieja maldición china sobre la tercera generación: “La primera construye la fortuna, la segunda la disfruta y la tercera se la acaba”.
La dimensión de sus fortunas constituye para muchos mexicanos un motivo de escándalo en un país que padece tantas desigualdades. La disponibilidad de una enorme chequera los dota de un amplísimo poder y les brinda la capacidad para aprovechar en su favor las distorsiones y particularidades que caracterizan a la sociedad y a la política mexicana.
Un recorrido cuidadoso por las páginas del libro Los amos de México permite al lector encontrar afirmaciones como la siguiente: “Ser inmensamente rico en una sociedad que hace del dinero la esencia del éxito, termina por convertir a las personas en una especie diferente. La riqueza ilimitada afecta a los ricos y la manera en que estos ven a la especie humana. Pero también cambia a las personas que rodean a los ricos y, por ende, los cambia a ellos. Al poder que emana del hecho de ser empresarios exitosos se añade la actitud reverencial de propios y extraños que termina por construir una corte de adulación en torno a cada uno de ellos. Algunos han utilizado estos recursos para ampliar su imperio por las buenas y por las regulares; otros los han aprovechado para satisfacer caprichos y alguna que otra infamia.”
México está viviendo (es un decir) una realidad cambiante y contradictoria. Días hubo en que un político tabasqueño en campaña para la presidencia de la República echaba de su ronco pecho feroces anatemas en contra de los ricos de este país. En fechas más recientes anda con ellos a partir un piñón. ¿Se habrá dado cuenta de que el poder político y el poder económico son indisolubles? ¿Habrá descubierto, mansamente, la existencia de los amos de México?