Las preguntas filosóficas III

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por Salvador Hernández Vélez

Para continuar con “Las Preguntas de los Grandes Filósofos”, de Leszek Kolakowski, ahora abordemos al maestro Eckhart. Después de su muerte, el papa Juan XXII condenó 28 frases extraídas de sus textos. Su pensamiento está impregnado de un tema: la unidad del hombre con Dios. He aquí una de sus preguntas: ¿cómo pueden confundir en una unidad dos seres, uno de los cuales, el humano, es finito, creado, sujeto al espacio y al tiempo y, además, pecaminoso, de voluntad débil y pocos alcances, mientras que el otro, el divino, es absoluto, todopoderoso, omnisciente, fuera del espacio y del tiempo, perfecto y no creado? ¿Cómo concebir tal unidad?


Eckhart de Hochheim, más conocido como Maestro Eckhart, fue un dominico alemán, conocido por su obra como teólogo y filósofo y por sus escritos que dieron forma a una especie de misticismo especulativo, que más tarde sería conocido como mística renana

Dice Eckhart si Dios es atemporal, sería una blasfemia y un sacrilegio sostener que en un momento dado decidió crear el mundo, porque al afirmar tal cosa lo convertiríamos en un ser temporal. Por ser Dios atemporal no puede crear el mundo, ¿en qué momento lo creo? Dios no tiene momentos.

A continuación abordaremos las preguntas de Santo Tomás de Aquino. El tomismo tiene la reputación de ser la doctrina más apropiada para ratificar y consolidar la herencia intelectual de la cultura católica. La obra de Santo Tomás es la reivindicación del orden natural, temporal, aunque éste siempre esté supeditado al orden eterno, a los designios divinos. También él ofrece una respuesta a la pregunta de por qué Dios creó el mundo si no le hacía ninguna falta y, autosuficiente en su plenitud y su perfección, no necesitaba nada: el bien tiene la propiedad natural de expandirse y multiplicarse. La pregunta más natural que se presenta y que se ha presentado siempre, a propósito de estas creencias, se refiere al mal. Santo Tomás acepta en términos generales la respuesta de San Agustín: la existencia es buena en sí, el mal no es un ente, sino una deficiencia que Dios admite para lograr una mayor relevancia del bien. Además de afirmar que todo ha sido creado por Dios, ¿puede tener algún otro significado la tesis de que la existencia es buena en sí? Si el bien tiene una inclinación natural a expandirse, lo cual explicaría la creación del mundo, ¿es esto también aplicable al mal?, ¿y qué consecuencia tendría una doctrina basada en una respuesta afirmativa?

Ahora pasemos al nominalista Guillermo de Occam. Kolakowski sostiene que este filósofo fue el pensador más eminente y más importante del siglo 14. El nominalismo es una postura intelectual que puede adoptar la forma de una doctrina metafísica o bien la de una regla de pensamiento. Esta doctrina pasa por ser una de las fuentes fundamentales de la Reforma del Siglo 26. Martín Lutero era discípulo de los nominalistas. La relación que une ambas doctrinas es la siguiente: el nominalismo llevó a cabo la ruptura entre la religión y la razón, entre lo divino y la vida y la ciencia laica. He aquí una de las preguntas: ¿realmente se desprende de la omnipotencia de Dios que todas las reglas morales que nos ha revelado son decisiones arbitrarias suyas y, por lo tanto, no tiene sentido afirmar que sean buenas en sí, independiente de estas decisiones? Y suponiendo que Dios omnipotente puede hacer que todo lo que experimentamos y tenemos por real sea un espejismo, ¿en qué diferiría este mundo aparente del mundo real e idéntico en cuanto al contenido con el de nuestras percepciones?

Ahora las preguntas de Nicolás de Cusa. Dice Kolakowski que probablemente se trata de la mente más perspicaz del siglo 15. Los escritos del cusano forman parte de la mística especulativa. La verdad es una; una unidad presente en todas las cosas, de la misma manera que el uno forma parte de todos los números; y esta verdad inefable e infranqueable no es otra cosa que Dios en persona. ¿Es lícito decir –y en qué sentido– que el universo creado, incluidos los seres humanos, enriquece a Dios? ¿Puede un cristiano creer en Dios y afirmar a un tiempo que nada sabemos de él?

Finalmente las preguntas de René Descartes: ¿podemos saber algo a ciencia cierta?, ¿a ciencia cierta, es decir, sin ninguna sombra de duda? Descartes fue un gran maestro de la filosofía europea, es el impulsor de una mutación cultural. ¿Para qué necesitamos la certidumbre? El primer texto impreso de Descartes parece sugerir que el conocimiento incuestionable es necesario por razones prácticas. ¿Es lícito decir que mi existencia es lo mismo que mi conciencia de la existencia?

@SalvadorHV

https://vanguardia.com.mx/articulo/las-preguntas-filosoficas-iii