Del divide y vencerás a la sociedad fragmentada

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Luis Eduardo Enciso Canales.

Divorciados del cosmos, de la naturaleza, de la sociedad
y de los demás, nos hemos convertido en fracturado y fragmentado.
Daisaku Ikeda.

El presidente Andrés Manuel López Obrador y su equipo conocen a la perfección las estrategias de dividir y fragmentar, y las ejercen desde el poder.

Los sistemas de poder siempre han utilizado a su favor la aplicación de la máxima de “dividir para vencer”, valiéndose de que el poder implica también el control de los medios de difusión de la información, controlan o direccionan lo que se quiere imponer como una verdad absoluta. Esto siempre permea mejor si el caldo de cultivo donde se vierte esta idea es una sociedad ignorante o que solo posee una información parcial, por consiguiente no sabe lo que está sucediendo realmente y es así que compra sin chistar la nueva idea y se va posicionando ésta en un colectivo que voluntariamente se va sometiendo e incluso fanatizando.

Divide y vencerás o dividir para reinar, es ganar y mantener el poder mediante la ruptura en piezas de las concentraciones más grandes, que tienen individualmente menos energía. Dívide et ímpera, (divide y domina) estas palabras se le atribuyen al gobernante romano Julio César que implícitamente aconseja a quien desee controlar un gobierno con poco esfuerzo; deben crear confusión y sembrar la desconfianza, polarizar y enfrentar, porque una sociedad dividida es más fácil de controlar y por lo tanto de “gobernar”.

Este plan consiste en contraponer a unos contra otros, enfrentar a distintos colectivos, o azuzar a la sociedad en contra de un grupo en particular. Además “divide y vencerás” emplea un paradigma de fragmentación algorítmico común que se basa en la recursividad, es decir el paradigma; divide y vencerás, separa un problema en sub problemas que se parecen al problema original, por ejemplo, la pobreza la divide, o más bien, la sub divide en: adultos mayores, mujeres, jóvenes, niños, obreros, campesinos, etc. De manera recursiva resuelve o trata de resolver los sub problemas.
Y por último, combina las soluciones de los sub problemas para resolver el problema original, o sea que un gobierno crea muchos programas sociales dirigidos a lo mismo desde diferentes frentes. Como divide y vencerás “resuelve” sub problemas de manera recursiva, parece como si resolviera mucho pero en realidad no está resolviendo, solo está paleando los problemas, cada sub problema debe ser más pequeño que el problema original para que la profundidad de éste no se alcance a distinguir, y debe haber un caso base para los sub problemas, por citar algo ilustrativo; la “corrupción”, como eje central de todos nuestros problemas.

Se debe pensar, para no perderlo de vista, que los algoritmos de “divide y vencerás” tienen tres partes. Divide el problema en un número de sub problemas que son pequeñas instancias del mismo problema (lo fragmenta). Vence los sub problemas al resolverlos de manera recursiva (se repiten o se aplica algo indefinidamente). Si son los suficientemente pequeños, resuelve los sub problemas como casos que sirvan de ejemplo; se “resolvió”, se le dio atención médica, con tal o cual programa se benefició o apoyó, etc. Y por último, combina las soluciones de los sub problemas en la solución para el problema original, un ejemplo clásico de ésto es la lucha contra la violencia, se declarar que el combate es integral, que se apoya a jóvenes, se subsidia el deporte y las actividades recreativas, se fomenta la educación, se crean empleos, etc. Así se fomenta la creencia que se está solucionando el problema de fondo del crimen organizado, aunque ésto no sea así. Por eso hoy en día la sociedad está inmersa en un sinfín de discusiones y frentes abiertos en todos lados, lo vimos recientemente con la marcha feminista y todos los alegatos que provocó, pero que tristemente no resolvió nada.

Cultura de género con todas sus variantes y por supuesto sus discusiones que van desde la defensa a la legalidad hasta la lucha por los derechos humanos. La ecología y el medio ambiente, la economía salvaje y sus nuevas formas de consumo, la ley, los migrantes, sociedades desplazadas, la salud, la niñez y sus derechos, la ley, el orden, la justicia, la economía, en fin, estamos enfocados en todo y en nada, nos han convertido en una sociedad fragmentada en segmentos.

Cualquier análisis de la situación política de las minorías debe enmarcarse en el fenómeno de la “sociedad fragmentada”. Éstas conforman la nueva base social propia de las democracias restringidas y denota una sociedad en la que, mediante distintas estrategias de fragmentación, transforma a la mayoría o a la totalidad de la sociedad en un conjunto de grupos aislados (minorías), que se declaran la guerra entre sí y adquieren una condición dual de víctimas y victimarios. De este modo, se evita la construcción de mayorías hegemónicas y se condiciona de un modo estructural a la democracia, evitando que se convierta en una democracia transformadora. Frente a la fragmentación de la sociedad se encuentra latente la pedagogía del encuentro.

Una auténtica unidad nacional representaría el único modo de restaurar una base social verdaderamente democrática que puede restablecer las condiciones de la política por encima de la división.

El presidente Andrés Manuel López Obrador y su equipo conocen a la perfección las estrategias de dividir y fragmentar, y sin duda las ejercen desde el poder; enfrentan, echan culpas, distraen, simulan. Cambian todo desde el discurso para que todo quede igual, la violencia contra las mujeres sigue y se hace más profunda cada día, las libertades se acotan, la ejecuciones van en aumento, la economía se desacelera e impacta a los que menos tienen, la corrupción y la impunidad siguen, se imponen políticas de forma vertical, se cancelan las vías de acceso a la verdadera participación ciudadana, se desmarca de sus antecesores y en la práctica se mimetiza, no se separa el poder político del poder económico, se ejerce terrorismo admirativo a los trabajadores del estado, se destruye pero no se construye, continúan existiendo injusticias. La hegemonía política sigue siendo de unos cuantos, la mafia del poder no se crea ni se destruye, solo se transforma.

luis_enciso21@hotmail.com