Iván Nájera Agüero.
En 1765, en Francia, el Marqués d’Argenson escribió que la verdadera democracia era aquella en la que los ciudadanos actuaban a través de diputados, designados por elección; diputados que eran quienes constituían el poder público. Es decir, los diputados eran los representantes de los votantes y decidían por ellos. El buen gobierno era el gobierno ejercido por representantes. A lo largo de estos 254 años cada nación ha ido construyendo su propio sistema de representación. Éste adquirirá diferentes formas dependiendo de la naturaleza de su sistema de partidos políticos, del tipo de sistema electoral usado para seleccionar representantes, de cómo el concepto de distrito electoral o grupo de votantes es entendido y de las actividades representacionales de interés organizados que, como los legisladores y los partidos políticos, también buscan ligar a los ciudadanos con las tomas de decisión gubernamentales.
México y la democracia en la historia de la Revolución fue y será el escenario cuya finalidad, fue establecer otro paradigma en la vida de la administración pública. Dentro de los objetivos principales estuvo en organizar y empoderarse de la participación ciudadana como también a los actores políticos interesados con los nuevos mecanismos de participación con una nueva regla por delante: “Sufragio efectivo, no reelección”, es decir, se reivindicó la vida política incluyente. A partir de aquel escenario utópico de la democracia soñada, se comenzó a estructurar nuevas estrategias hegemónicas para la búsqueda del poder. Y así se comenzó un nuevo juego llamado “El poder del Pueblo”. Existen factores de colaboración para alimentar esta práctica, como la igualdad, la equidad, la creación de partidos políticos, sobre todo lo que va a permitir y dar vida a este juego… La participación ciudadana.
Nuevamente a través de los años y con todas sus fracturas, se reestructura el compromiso por salvar lo que creemos que es la participación ciudadana, “el voto”, el sufragio de los ciudadanos, con esto nace institucionalmente un órgano regulador para el sistema electoral en el año de 1990 con la creación de Instituto Federal Electoral (IFE), creado supuestamente por las irregularidades presentadas en la elección para presidente de la república en el año de 1988.
Según esta institución ahora llamada Instituto Nacional Electoral (INE), para poder participar en la vida activa de la democracia, los jóvenes que ya cuentan con la edad de dieciocho años tienen acceso a la credencial para votar, siempre y cuando se acredite ser ciudadano mexicano o naturalizado, esto quiere decir, que ya forman parte de una “construcción democrática” se convierten en agentes participativos en la elección de sus gobernantes ya que el INE es el ancla de la democracia. Normalmente cuando nos referimos a democracia nos vamos por el camino de la política; lo que representa la elección de un partido político o a su vez un candidato. Creemos que solamente existe cuando son escenarios de competencia por el poder, una vez emitido el sufragio termina nuestra participación ciudadana y esperamos que los resultados sean positivos, pero ¿Para quién?
El enfoque de la participación tiene que ver con la sociedad y sus ciudadanos ya que sin ella no tiene sentido lo que es la democracia. La participación ciudadana en materia electoral en México está completamente fracturada, la percepción de la ciudadanía mantiene un disgusto colectivo, afuera existe un malestar social reflejado en las instituciones gubernamentales, en los partidos políticos y hasta en el tema de la democracia no se sabe realmente con qué se come, tal es el caso, que dentro del imaginario colectivo de la sociedad que cuenta con su credencial para votar prefiere no ejercer su derecho y aunque el Estado se lo concedió para ser activo en esta práctica, no lo hace, ya que así demuestran su inconformidad y se cree que por lo menos existió la participación ciudadana.
La participación ciudadana se ha convertido en una cuestión más radical para la población, ya no hay preocupación por aquel convenio entre los partidos políticos y la gente, cada vez más se incrementa el desinterés para legitimar a sus representantes. El bombardeo mediático que se realiza en los diferentes medios de comunicación para conocer a los candidatos que luchan por el poder carecen de credibilidad, la población se siente ofendida y de alguna manera están generando una revolución ideológica que posiblemente represente el desvanecimiento de los partidos políticos y de toda una estructura tradicional.
Para tomar en cuenta
“Entre todos hay que ayudar para que se mantengan principios, ideales, que se vayan al carajo los ambiciosos vulgares. Los otros partidos están en crisis y cuidemos que Morena no caiga en crisis”. Palabras de AMLO en plenaria con legisladores y legisladoras de ese partido.