Rigoberto Losoya Reyes
Como afirmara Lesley B. Simpson (1941) “hablar sobre Miguel Hidalgo resulta muy espinoso. El patriotismo ha hecho de él el Padre de la Independencia y el símbolo de la revuelta contra todos los males del antiguo régimen, el látigo de los tiranos, el amigo de los oprimidos, el hombre de México…”. (2)
La imagen del padre Hidalgo, iniciador del movimiento de la independencia nacional, es una de las más difundidas en nuestro país y ha sido representada en monumentos, oleos, estampillas, esculturas y papel moneda. Cada año en las escuelas, los niños aprenden la historia patria con las estampitas que imprimen las casas editoriales donde no aparecen sus autores, y en consecuencia su información carece de validez.
A través del tiempo, se han dado a conocer rostros del patricio, con el deseo de brindarle un tributo, y se muestran tan diferentes unos de otros a tal grado que su imagen se convirtió en un mito. Esta práctica indiscriminada provocó distorsionar nuestra historia. El sacerdote fue bautizado con el nombre de Miguel Gregorio Antonio Ignacio y los apellidos de sus padres: Cristóbal Hidalgo y Costilla (3), y a raíz de su movimiento insurgente, cuando fue fusilado, el gobierno virreinal en un intento de borrar todo tipo de vestigio de esta lucha social ordenó la destrucción de todo tipo de imagen y documento que se relacionara con este personaje.
Durante el Imperio, en el año de 1865, el pintor Joaquín Ramírez realizó una pintura de cuerpo entero a petición del director de la academia de San Carlos, Santiago Rebull, nos presenta un rostro de un hombre maduro, de pelo cano, con su atuendo negro. Esta imagen se convirtió oficial con el devenir de los años.
En el siglo XIX, Clemente Terrazas talló en madera una estatuilla policromada que se exhibe en el Museo Nacional de Historia (México, D.F.) El personaje esculpido muestra un sombrero de copa mediano, traje solemne y botas de montar. En el transcurso del siglo XIX y los primeros años del siglo XX se hicieron distintas representaciones del cura de Dolores.
Lucas Alamán describe así a Hidalgo:
“… De mediana estatura, cargado de espaldas, de color moreno y ojos verdes vivos, la cabeza algo caída sobre el pecho, bastante cano y calvo, como que pasaba ya de sesenta años, pero vigoroso, aunque no activo ni pronto en sus movimientos: de pocas palabras en el trato común, pero animado en la argumentación a estilo de colegio cuando entraba en el calor de alguna disputa. Poco aliñado en su traje, no usaba otro que el que acostumbraban entonces los curas de los pueblos pequeños. (Citado por Krauze, 1994:65)
Paco Ignacio Taibo II (4) lo describe de la siguiente manera:
“… de mediana estatura, cargado de espaldas, cabeza caída sobre el pecho… parecía más viejo que sus cincuenta largos años… muy moreno…”.
A la fecha no se ha dado a conocer ningún resultado de la localización de alguna pintura o imagen que se apegue al rostro real del cura de Dolores, que se destacó por su afición a la literatura francesa, tanto así que su casa fue llamada por sus amigos “la pequeña Francia”.
Su conducta no siempre estuvo apegada a los cánones de la iglesia católica y fue constante- mente reprendido. Sus amigos en ocasiones le llamaban el “Zorro”.
Su prendimiento ocurrió muy cerca de Monclova, en una emboscada en La Noria de Acatita de Baján, Coahuila. El 21 de marzo de 1811, las tropas de Ignacio Elizondo aprendieron a los jefes y oficiales; entre los primeros se hallaban Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez.
*Cronista e Historiador de Piedras Negras, Coahuila.
Fuentes:
(1) Imagen de la pagina oficial de la Secretaria de Cultura.
(2) Brenes, G. (2010). Los rostros de hidalgo: iconografía del héroe nacional, padre de la patria mexicana (Siglos XIX y XX.)
(3) Fernández M. Miguel Hidalgo: Nacimiento y primeras décadas de un héroe.
(4) Taibo, P. (2007). El Cura Hidalgo y sus Amigos. México: Planeta.