Luis Fernando Hernández González.
¡Ay de los soberbios! Que para ellos no será por ningún motivo el reino de los cielos
La actitud de autosuficiencia del presidente Andrés Manuel López Obrador en su Primer Informe de gobierno, en el que tiene un alto grado de aprecio popular sobre su persona en estos 10 meses de gobierno; contrastan en su evaluación administrativa que es calificado en su desempeño con los signos económicos enigmáticos y bajos, mismos que representan las malas estrategias en opinión dentro del mundo empresarial de esta nación.
Son el resultado de las malas destrezas de su gobierno y funcionarios en aquellas actividades económicas dinámicas de crecimiento y del desarrollo, al mostrarse en actores emprendedores graves contraseñas de desconfianza en inversiones y empresariales, donde por ningún motivo se propicia el crecimiento, o por lo menos su impulso en los factores y contextos de aplicaciones económicas llámese industria, servicios, agricultura o construcción que por el contrario se encuentran reticentes y a la expectativa de lo que pueda venir en este gobierno de la 4T.
Comento a ustedes lo anterior por las afirmaciones realizada por el Presidente de la República en este acto informativo con amplia cobertura nacional, cuando al referirse a quien discrepa de él, el propio presidente los señala como una “oposición moralmente derrotada” expresión que encierra apreciaciones, distorsiones y falacias que provocan irritación en la sociedad en general y que a la vez alientan a quien le sigue fielmente como autoridad, provocando sus expresiones un distanciamiento de confrontación fatal entre la sociedad que requiere de unidad.
La actitud del presidente finca base como resultado de una soberbia desmedida, que busca imponerse a toda costa sobre el resto de los integrantes de la sociedad, donde la oposición mediana, chica o en suma grande, tiene tanta validez moral como el propio Presidente y su partido o movimiento, porque no por pensar distinto o sostener ideas y principios políticos diferentes son inmorales, puesto que cada uno de los matices ideológicos y políticos postulan sus propias estrategias para dar respuesta a los asuntos y causas de la sociedad, donde unos proyectos políticos y funcionarios públicos son más eficientes que otros, y por supuesto dando mejores resultados entre unos y otros.
Cuando buscamos indagar sobre la soberbia en la política, su mejor radicación la encontramos en el filósofo y literato que exhibe en el análisis que realiza Fernando Savater en el contenido de su libro Los Siete Pecados Capitales, en donde destaca su análisis sobre la soberbia como uno de los siete pecados capitales, pues este pecado significa la raíz misma de los mismos que se urden en el mal, en donde por tanto de ella misma surge la mayor debilidad en el individuo. No se trata de lo que se es sino del menosprecio de lo que es el otro, el no reconocer a los semejantes.
Agregue usted amigo lector a su análisis lo que el propio Savater nos dice: El soberbio es aquel que tiene un amor desordenado hacia sí mismo y expresa una adoración de la propia excelencia, que normalmente lleva consigo el desprecio olímpico por los demás.
Ser soberbio es básicamente el deseo de ponerse por encima de todo como centro de decisiones y apreciaciones, para otros es una megalomanía delirante antidemocrática por excelencia de imponerse sobre los demás sin reconocer ningún mérito en la conformación de los otros, al no reconocer aportación alguna en la edificación total de una mejor sociedad en coexistencia.
Para otros analistas en cuestiones públicas, hay políticos soberbios, prepotentes, creídos, que dicen saber de todo y de todas las cosas, al expresarse dicen porque yo y yo, y continúan con un yoismo impresionante, que cuando hablan de sus obras y acciones se ponen como ejemplo primario en todo.
Para el evangélico López Obrador, de ninguna manera deben de pasar desapercibida en sus lecturas bíblicas sobre la soberbia en donde mejor aparece su descripción, sus raíces y también sus consecuencias ¡Ay de los soberbios! donde la soberbia es odiosa al Señor y a los hombres y contra ambas peca quien comete injusticia al aplicarla en su provecho.