José C. Serrano Cuevas.
Enrique Serna Rodríguez nació en la Ciudad de México hace seis décadas. Estudió Letras Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En los inicios de su exitosa carrera fue publicista de cine, argumentista de telenovelas y biógrafo de ídolos populares.
Metido de lleno en el oficio de escritor, ha publicado las novelas: Señorita México, Uno soñaba que era rey, El miedo a los animales, El seductor de la patria (Premio Mazatlán de Literatura), Ángeles del abismo (Premio de Narrativa Colima), Fruta verde, La sangre erguida (Premio Antonin Artaud) y La doble vida de Jesús.
En el terreno ensayístico es autor de Las caricaturas me hacen llorar, Giros negros y Genealogía de la soberbia intelectual. Algunas de sus obras han sido traducidas al francés, al italiano y al portugués.
El pasado viernes 27 de septiembre tuvo lugar la presentación de la novela El vendedor de silencio, de Enrique Serna, en la que participaron Carmen Aristegui, Philippe Ollé Laprune, Eduardo Antonio Parra y el autor. El acto ocurrió en la Biblioteca Vasconcelos.
Esta novela es un estudio de carácter incisivo y mordaz, sustentado en un arduo trabajo de investigación. El autor vuelve a una de sus vetas narrativas predilectas: la reconstrucción del pasado para entregar un fresco histórico apasionante.
En entrevista con los medios de difusión, Serna ha externado que el reto para explorar a Denegri es “crear una trama verosímil que vaya mostrando qué acontecimientos de su vida fueron determinantes para ir convirtiendo a un joven idealista con aspiración de justicia social en un cerdo”.
En esa transformación influyó la circunstancia del periodismo mexicano de mediados del siglo XX. Carlos Denegri, dice Serna, valía lo que callaba. Complementa su dicho con lo expresado hace años por don Julio Scherer: “El mejor y el más vil de los periodistas”. Hizo del “chayote” una forma de vida. Poderoso, culto y políglota tuvo acceso a los líderes de la época, era el “gato de angora” del periodismo mexicano.
Para narrar la vida de Carlos Denegri, Serna tuvo que hacer una descripción de época y del proceso degenerativo de un régimen que llegó al poder a balazos y, a pesar del paréntesis de liderazgo ético del general Lázaro Cárdenas, nunca pudo renegar de su ADN autoritario, necesitado de una prensa sumisa que rindiera culto a la figura del presidente.
Denegri llegó a ser el periodista más poderoso del país entre 1940 y 1967. Reportero de Excélsior, era famoso por su talento y cultura -hablaba inglés, francés y alemán- y en sus viajes por el mundo entrevistaba a grandes políticos, intelectuales y personalidades del espectáculo. Era famoso además por su misoginia, su falta de escrúpulos para publicar información, con frecuencia falsa o arbitraria, que destruía carreras o vidas, aunque sabía guardar secretos si así le resultaba conveniente; todo tenía un precio.
Una generación de periodistas que logra llegar a la dirección de Excélsior (con Scherer a la cabeza) excluyó a Denegri del rotativo desde el segundo semestre de 1969. Es cuando viene el derrumbe de ese personaje que lo lleva a la muerte. En cierta forma Denegri le pasó la estafeta de vocero extraoficial de la Presidencia de la República a Jacobo Zabludovsky. Varios acontecimientos trágicos ocurridos en la capital y en el resto del país, fueron maquillados en el programa televisivo “24 Horas”. El conductor del noticiario engañaba a la audiencia con verdades a medias; por muchos años fue el Denegri redivivo.