José Guadalupe Robledo Guerrero.
El 13 de octubre Morena iniciará el proceso para elegir a sus dirigencias, eligiendo a sus consejeros distritales. El evento se hará en un escenario de denuncias internas que tienen a sus militantes divididos luchando en grupos por apoderarse del partido, a tal grado que el presidente López Obrador, en una mañanera, los amenazó con salirse de Morena si no se corregían.
Las denuncias y acusaciones en la vida interna de Morena muestran la real situación: desvío de recursos, intervención de funcionarios, coacción de voto, nepotismo, manipulación y rasuramiento del padrón de militantes que excluyó a miles de morenistas, etcétera.
Con apenas cinco años de vida, Morena tiene ya todos los vicios de la perniciosa partidocracia mexicana, lo que motivó que hace días dos de los aspirantes a la presidencia de Morena, Yeidckol Polevnsky y Mario Delgado, señalaron que no había condiciones para celebrar las elecciones por la “fragilidad” de las asambleas distritales, y porque “agentes externos” podrían meter la mano. Pidieron se posponga para el 2020.
Todo lo que vive hoy Morena, el partido “gobernante”, luego de un lustro de vida partidista, tiene su explicación: Morena fue hecho como un Frankestein con pedazos de los partidos agonizantes (PRI, PAN, PRD, PES, PT, Panal, PVM) ante el arrastre de Andrés Manuel López Obrador.
De tal manera que ahora conviven dentro de la estructura morenista peleándose por los puestos y presupuestos: demócratas, comunistas, empresarios, asalariados, sacerdotes católicos y ministros evangélicos, pobres y ricos, oportunistas, votos duros y ciudadanos encabronados por la corrupción, según dicen, del Prian, pero fue de todos los partidos, unos por ladrones, otros por dóciles y manipulables con dinero, unos más recogiendo migajas y el resto haciendo negocios, pero todos se beneficiaron de la corrupción.
Esto explica la conducta inconstitucional del gobernador electo de Baja California Jaime Bonilla, el conflicto de intereses del ex superdelegado de Jalisco Carlos Lomelí, los pésimos gobernado- res como Cuauhtémoc Blanco de Morelos y Cuitláuac García de Veracruz, pero no son los únicos casos, sólo es una muestra, hay muchos más.
Esta situación también exhibe la soledad del principal tomador de decisiones del país, sin asesores, con políticos de la misma corrupción, y sin contar con un partido que impulse y haga realidad el proyecto de la 4T, pues los pedazos del Frankestein creado andan en lo suyo: peleando por apoderarse de los puestos y presupuestos…