Profesor Evaristo Velasco Álvarez.
¿Estaremos en el alba de una nueva época, donde no sean importantes ni el idioma, ni la ortografía, ni la prosodia, ni la fonética, ni la fonología, ni ningún atributo que hasta hoy han significado: el buen decir, el buen hablar y el buen escribir?
A diario y en todas partes nos encontramos con un lenguaje que ya no es español ni es inglés; son agrupaciones fónicas o gráficas con que se comunican los jóvenes y que se va extendiendo la moda a los grupos de mayor edad y de más conocimientos.
En verdad que es preocupante, desde mi punto de vista, que la riqueza y la elegancia de la diplomacia y de la cortesía lingüística, se van perdiendo y nos invaden con sus decires, como: ¡NO MANCHES!, ¡YA VAS!, ¡XOXO!, ¡QDTB!, ¡CU! ¡NO MA…MA! ¡SIMÓN! Y muchas otras más.
La comunicación no se rompe siempre que el emisor y el receptor conozcan la misma clave o conozcan el mismo código, porque de no ser así, la comunicación no se pudiera realizar. Porque luego se vuelve un lenguaje que no es posible entender. Lo mismo pasa en México, como en Estados Unidos. En ambos países se han desarrollados códigos muy diferentes y tan exclusivos que sólo quienes pertenecen al grupo que utiliza estos ¿vocablos?, podrán estar en condiciones de entenderlos.
Y tan bello que es el idioma de Cervantes (El Quijote de la Mancha), de Neruda (poema número 20), de Octavio Paz (El laberinto de la Soledad), Carlos Fuentes (La región más transparente), Gabriel García Márquez (100 años de soledad), etc., que no concibo la idea de que se agotara su amable método de comunicación; que lo mismo pudiera decirse de los grandes escritores de habla inglesa como: Walt Whitman, Shakespeare, Chales Dikens, Jonhatan Swift, Jack London y muchos más.
En el afán de abreviar y facilitar la comunicación, la han hecho tan difícil y complicada que ya me parece difícil entender todo lo que se dice. Son códigos tal vez sencillos, pero desconocidos para mí.
Amable lector, ¿cree usted que tengo la razón? O tal vez usted crea que estoy exagerando, o que ya estoy chochando y estoy muy viejo para entender lo que está sucediendo. Por lo pronto exhorto a quien corresponda en la Secretaría de Educación Pública, que nos salven la belleza del español. Hagamos ¡Que viva México!