Jorge Arturo Estrada García.
“Quienes alcanzan el poder con demagogia terminan haciéndole pagar al país un precio muy caro.”
Adolfo Suárez.
“Los demagogos y los políticos de profesión quieren obrar el milagro de estar bien en todo y con todos, engañando necesariamente a todos en todo. Los revolucionarios han de proclamar sus ideas valientemente, definir sus principios y expresar sus intenciones para que nadie se engañe, ni amigos ni enemigos.”
Fidel Castro Ruz.
La Cuarta Transformación recibió un país envenenado por la inseguridad y la corrupción. Un México, infestado de gobiernos corruptos, en todos los niveles que forman parte de una clase política dedicada a enriquecerse descaradamente. Un país, en el cual, el modelo neoliberal de mano de obra barata seguía atrayendo inversión extranjera y generando empleos manufactureros en grandes cantidades, en el marco del Tratado de Libre Comercio, del original, aunque la inseguridad creciente declaraba un estado fallido.
Sin embargo, el presidente López Obrador ensoberbecido por la magnitud de su triunfo y su amplia base social, parte de ella muy fiel y dogmática, pensó que su camino al pedestal de los héroes nacionales estaba despejado. A un año de distancia los nubarrones lo acechan. Sus recetas no han funcionado, y su discurso se ha vuelto estridente. Habla de golpes de estado, de Madero y los conservadores que lo asesinaron, solamente que olvidó mencionar que el plan se orquestó en la embajada estadounidense. Hay crisis económica y de seguridad que permea en el país.
El arranque de su gestión ha sido atropellado y conflictivo. Su visión de país no se ajusta a la realidad del siglo XXI, su discurso va de lo moral a lo agresivo y vengativo, atravesando por el amor y paz. El presidente AMLO parece ser un persona- je de rencores y temores. La curva de aprendizaje, de él y su gabinete, ya se prolongó. Luego de un año, su gobierno es incapaz de despegar y su partido está fracturado e inmerso en luchas internas a lo largo del país. Para rematar, Donald Trump, el caprichoso y déspota mandatario del país vecino, detectó la debilidad del tabasqueño y su temor por lo extranjero, y se ha dedicado a someterlo y exhibirlo sin pudor.
Así, las demandas electorales de Donald Trump en materia del tratado, de la migración, del muro fronterizo que ya es mexicano, humano y militar compuesto por 65 mil guardias nacionales pagados por los mexicanos; y además, un combate al narcotráfico selectivo de acuerdo con la agenda estadounidense. Igual que como lo hizo en el caso de Ucrania, el quo pro quo, el dando y dando, el algo por algo. El me cumples mis temas y respaldo tu arranque de gobierno, aunque sea sólo en el Twitter y en el discurso.
Lo que más ha perdido López Obrador es la confianza, la confianza de algunos sectores y la propia, la de él en sí mismo. En el extranjero están a la expectativa en un mundo que se acerca a un estancamiento económico; en lo interno el empre- sariado ha sido exhibido y castigado, la fuga de divisas es un hecho; la clase media que le dio su voto de castigo titubea. Tal vez hasta el ejército está confundido y dividido.
Las malas noticias seguirán cayendo en cascada. Serán publicadas con malas intenciones o con profesionalismo, pero se seguirán sucediendo y se acumularán en el bagaje del presidente. El tabasqueño que en el discurso parece tener res- puestas y regaños para todos, parece rebasado por los hechos. El culiacanazo y el crecimiento cero lo sacaron de balance. Lo mismo predica el amor y paz, que estigmatiza adversarios enviándo- los al linchamiento mediático y cibernético. El crecimiento cero para 2019 en el primer año ha sido un año tan malo como el 2009, el año de la grave crisis mundial. En materia de seguridad los asesinatos violentos rompen récords.
Llegó al poder con sus recetas “caseras” maduradas durante 18 años de campaña. Su visión del país y del mundo no son su fuerte. Conoce a cada municipio y comunidad, pero no la compleja economía global de la que México es un nodo. Su combate a la corrupción dejó secos a estados y municipios y se detuvo la inversión pública, los empresarios prometieron invertir miles de millones, pero eso fue ante los reflectores, hasta ahora no han aparecido. Los empresarios y el presidente están enfrascados en duelos de poder a poder a ver quién somete a quién.
El arma principal de AMLO es la retórica, pero por el momento sus palabras caen en el vacío, los resultados son malos. Su pragmatismo alcanza para casi todo, pero el desgaste es acelerado, su base social es fuerte y por el momento su popularidad se sostiene con saliva, dogmatismo y erráticos procesos judiciales.
Las recetas y estrategias de la Cuarta Trans- formación son a largo plazo, pero el desplome de los indicadores económicos es real, lo mismo que las olas de violencia, y se requieren respuestas inmediatas. Desconectado de la globalización y enfrascado en lo interno rechazó asistir a la reunión de Davós. Aferrado en dictar la agenda de los medios ya chocó con quienes según él les quitó el bozal. Su imaginario es setentero del México totali- tario y uniformado. Sus fortalezas son la retórica y la demagogia, sus debilidades son la economía y la seguridad.
El precio de referencia para el 2018 es de 55 dólares por barril. El precio actual está 7 dólares por debajo. Los motores del crecimiento del país se cayeron y ya sólo se generan menos de la mitad de los empleos que se necesitan. Pemex registró una pérdida de 87 mil millones de pesos este año, el equivalente a dos presupuestos anuales de Coahuila. El número de pobres está aumentando: 52.4 millones mexicanos son pobres, 2.9 millones más que hace 10 años. En esa década se generaron 24 millones de pobres al mes, 794 millones de pobres por día.
El poder adquisitivo del salario mínimo es más bajo hoy que hace veinte años. Son tan bajos, que el 38% de la población no puede comprar la canasta básica con sus ingresos. Si nos centramos en los trabajadores formales y de tiempo completo, el 53% no puede sostener su familia, no les alcanza. Las economías de 15 estados están a la baja. En Baja California y Sinaloa, producen 5% menos que el año pasado.
Andrés Manuel está en una trampa perfecta: Trump ya lo agarró de ayudante del imperio y lo puso al servicio de su campaña. El tabasqueño se ha visto forzado a apalear el avispero y su gabinete de seguridad quedó exhibido. La Guardia Nacional anda en pos de los migrantes mientras la delincuen- cia asesina al por mayor. Y los resultados tardarán en llegar y la incertidumbre crece.
El presidente está inquieto e irritado, no le salen las cosas y le fastidian las críticas. Ya hace alusiones a golpes de estado y a dictaduras con sus referencia a Madero y a la fábula griega de “Las Ranas pidiendo rey” escrita por Esopo. Por su parte, Alfonso Romo el millonario asesor, ha alertado por el surgimiento de pánico y falta de confianza entre la gente del dinero y los especialis- tas económicos.
Para diversos sectores, la paz social y la paciencia que impera en el país es casi inexplicable. Algunos la atribuyen al fenómeno López Obrador o a la resignación y la apatía de los mexicanos. Pero qué pasará cuando la situación empeore y los proyectos presidenciales no se consoliden. Qué pasará cuando las palabras ya no puedan sustentar al proyecto de la 4T. Seguramente, surgirán mayo- res arengas en contra de sus “adversarios”.