El derrumbe de la esperanza

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Luis Eduardo Enciso Canales.

“A veces la gente no quiere escuchar la verdad porque no quieren que se destruyan sus ilusiones”.
Friedrich Nietzsche.

El divisionismo de los mexicanos es alentado por AMLO, con sus declaraciones a la defensiva, escapando de su responsabilidad, repartiendo culpas e intolerante a la crítica.

El fracaso de un Estado puede medirse con un indicador preciso, el miedo, cuando el miedo comienza a imperar en una sociedad, cuando la gente siente temor de abandonar sus refugios, de invertir, de salir y exponerse sintiéndose vulnerable en el espacio público, entonces el Estado ha fracasado, el miedo también pone en entre dicho la credibilidad y uno de los activos más importantes que tiene una persona es precisamente su credibilidad, cuando ésta queda en entre dicho la esperanza comienza a diluirse, el discurso “esperanzador” de Andrés Manuel junto con el slogan de MORENA “la esperanza de México” se están cayendo a punta de balazos, de declaraciones infortunadas, de acciones contradictorias, de políticas económicas que nos mantienen en ceros y con nulos resultados. Ese tan cacareado cambio cada día se parece más a eso que iba a sustituir, el discurso sigue siendo una larga carta a los Reyes Magos sin llegar aterrizar en la realidad que día a día se manifiesta poderosamente para no dejarle cabida a la duda que si ésta no se atiende las consecuencias pueden ser funestas, la etapa del aprendizaje ya debió haberse superado puesto que los problemas se acumulan.

Con la escalada de la violencia en el país que gradualmente ha ido subiendo de intensidad hasta alcanzar a ser un tema, que por su impacto, rebasó las fronteras obligando a la opinión pública internacional a voltear a vernos, llegando a ocupar estos hechos los principales titulares de los medios más importantes en el mundo, se ha puesto a México nuevamente de manifiesto en el escenario mundial como un destino inseguro, no sólo por el número de muertes violentas y por la impunidad con la que se mueven los grupos delin- cuenciales, sino también como un lugar poco seguro para invertir y construir alianzas rompiendo con las inercias de desarrollo que se habían venido dando por el gran potencial territorial que tenemos y por el reconocido liderazgo político que en los últimos años ha venido ejerciendo nuestro país en la región.

A este panorama le podemos sumar que internamente existe una profunda fractura social y el divisionismos se ha instalado derivado de una narrativa rígida, obstinada y reduccionista de clasificar a una sociedad diversa, como lo es la mexicana, en solo dos segmentos; “buenos y malos”, con todas las variantes que ya conocemos para acabar metiéndonos a todos dentro de una u otra clasificación.

Este divisionismo en gran medida es alentado por AMLO, con sus declaraciones siempre a la defensiva y tratando a toda costa de escapar de sus responsabilidades, minimizando, repartiendo culpas, intolerante a lo que se escapa de sus linderos mentales o simplemente dándole la vuelta para evadir responder lo que se le cuestiona directamente. Con este peculiar estilo, que dicho sea de paso, no ha variado desde que era candidato, ha contribuido a enrarecer todavía más el clima de inestabilidad e incertidumbre que padece el país producto de la pronunciada desaceleración de la economía nacional, las erráticas estrategias de seguridad, la escasa inversión del gobierno en infraestructura, los proyectos que se estancan, el fracaso prematuro en la lucha contra la corrupción que se ha quedado solo en el discurso, la radicalización de las posturas oficialistas que lo convierten en un gobernante miope que ejerce el poder de manera discrecional validando solo lo que para el presidente y su equipo son sus razones para hacer de este un gobierno de ocurrencias, “olvidando” que los gobiernos que se jactan de ser democráticos se distinguen por ejercer políticas horizontales y no verticales.

Parece que el actual gobierno no conoce el concepto inclusión social, su estilo de gobernar se contradice en los hechos a todo lo que se jacta de ser y omite que un Estado multicultural es democrático por naturaleza. México es un país que a través de la lucha de mucha gente, desde diferentes trincheras, han logrado que nos reconozcamos por fin como una sociedad multicultural y no solo que esto sea mencionado como un elemento decorativo de los discursos oficiales, para reconocer la diferencia y ser incluyentes en la práctica se tiene que comenzar por abandonar las descalificaciones solo por pensar diferente al presidente de esta nación.

Desactiva una parte fundamental cuando generaliza al hablar de corrupción ya que las nuevas políticas públicas deben incluir a la diversidad como un recurso fundamental para el desarrollo, porque la nación no sólo la construye el gobierno, la construimos todos y en este país no todos somos corruptos. La gente al ver amenazados sus ideales genera una resistencia, los enfrentamientos en las redes sociales entre los que están a favor y los que están en contra va exacerbando el lenguaje de la violencia, cuando éste sube, la violencia se normaliza y cuando eso sucede se genera más violencia. Esta espiral es un indicador inequívoco de que la esperanza se está derrumbando.

luis_enciso21@hotmail.com