Coahuila 2020, año de elecciones

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Jorge Arturo Estrada García.

“En política lo que no es posible es falso”
Max Webber.

“La política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa”.
Marco Aurelio Almazán.

La mano del gobernador Miguel Ángel Riquelme se notará en la selección de los candidatos tricolores, pues le interesa ganar la mayoría en el Congreso.

En Coahuila el 2020 será año de elecciones. Para los ciudadanos posiblemente serán unas elecciones más aburridas y desairadas que de costumbre. Sin embargo, para los partidos y sus personajes clave será momento para ganar posiciones en el ajedrez político de la entidad, incluso con miras para los relevos en el Palacio Rosa.

Algunos perfiles políticos serán impulsados, otros serán contenidos e incluso varios podrían ser bloqueados en los diversos partidos. La mano del gobernador Riquelme se notará en la selección de los candidatos tricolores. A él le interesa ganar la mayoría en el Congreso y debilitar aún más a sus opositores coahuilenses. Pero también le interesa consolidar un proyecto político que le permita llegar a final de sexenio sin sobresaltos, en medio de las tormentosas aguas de la política nacional. En la que los linchamientos pueden iniciar en el Palacio Nacional, proseguir en las redes sociales y terminar en carpetas de investigación.

El PRI no la tendrá fácil, pero como siempre el abstencionismo le ayudará. Su maquinaria está siendo aceitada. Ya están bien organizados, pero en esta ocasión deberán enfrentarse con los Servidores de la Nación, los programas sociales del gobierno federal y el arrastre de López Obrador que se ha arraigado en las clases sociales beneficiadas con dichos programas. A muchas personas sí les ha gustado que les entreguen dinero directamente a sus bolsillos, por parte de la Cuarta Transformación.

Además, el desprestigio del PRIAN persiste y el desgaste de Andrés Manuel aún no ha crecido lo suficiente para que los apáticos coahuilenses salgan a castigar a Morena en las urnas. Lo que podría resultar en un proceso con poca afluencia.

Por el lado de los panistas, lo que impera es la división. El líder Jesús de León no ha podido sanar las heridas en el partido. En el PAN Coahuila hay demasiados grupúsculos regionales y familiares que insisten en seguir incrustados en cargos y candidaturas, traficando influencias y haciendo negocios al amparo del erario. El dirigente panista, tampoco ha encontrado la estrategia ideal para reposicionar a su partido. De todos los partidos en contienda son ellos quienes más dependen de los ciudadanos libres, del voto consciente sea de castigo o de afinidad.

Los blanquiazules coahuilenses no comprenden que, para retener sus posiciones, además de madurez y unidad, necesitan renovar los cuadros. Las mismas caras no atraerán votos nuevos en un estado polarizado, apático y fatalista. En cada una de las regiones se requiere que los liderazgos se sumen y trabajen sin traiciones ni rencores. Sólo así podrían ganar el Congreso local. Con el dinamismo de Chuy no bastará, se requieren pactos y apertura.

Morena Coahuila es un movimiento sin rumbo. En su interior se sostiene una permanente batalla tribal de todos contra todos. El senador Armando Guadiana se siente dueño de la franquicia, porque aportó mucho dinero en las campañas. Reyes Flores se considera jefe político porque es el superdelegado del gobierno de López Obrador, es quien reparte empleos y cada día más, se siente virrey.

Mientras, unas tribus ocupan ilegalmente el edificio del partido y ni siquiera dan cuentas de los gastos del dinero de las prerrogativas que reciben. Al mismo tiempo, los militantes fundadores son borrados del padrón por sus adversarios. En el Congreso local su mini fracción ya se disolvió y Elisa Villalobos convirtió en priísta su voto. Para el 2020, sólo el nombre AMLO y el dinero de los programas asistenciales podrían acarrearles votos.

México vive una etapa turbulenta, los ciudadanos ya no confían en sus gobernantes ni en sus instituciones, los niveles de tolerancia populares están siendo puestos a prueba. Las derrotas aplastantes del PRI son señales que deben observarse. Malas decisiones, mal consensuadas o impuestas, junto a malos candidatos causaron esos resultados electorales. Al nuevo PRI se le borró la máscara y fue echado de la Silla del Águila mientras que el resto de los partidos también quedaron envueltos en los saqueos de los virreyes y como especies al borde de la extinción.

La mayoría de los gobernadores del país son reprobados en las encuestas, ello incluye a los morenistas de Veracruz y Puebla que resultaron nefastos. Los problemas económicos del país se han agudizado por la impericia de los nuevos funcionarios y gobernantes; los empleos que se generan son de sueldos bajísimos y las alzas en los alimentos son considerables. El crecimiento raquítico se disolvió y en su lugar sólo ha quedado retórica.

El panorama no es alentador. La llegada de Donald Trump resultó, como se avizoraba, muy mala para los mexicanos. Él nos puso en el foco de sus fobias y así será de nueva cuenta el presente año. Esos odios son los que lo hicieron ganar la presidencia de su país, contra todos los pronósticos.
Trump nunca se comportó como un político, a pesar de que participó bajo las siglas de los republicanos. Ni su discurso, ni sus modales fueron políticamente correctos y eso lo fortaleció más ante los ojos de los receptores de sus locuaces mensajes. Trump identificó a un segmento social lo suficientemente molesto, alterado y amplio para enfocar sus mensajes; y se aseguró de que fueran a votar. Una franja de la población estadounidense decidió la elección.

Trump fue muy claro para convencer a esa franja de norteamericanos de que los mexicanos eran culpables de sus niveles de vida mediocres, “ya que ellos les quitaban los empleos en Estados Unidos y hasta se los llevaban a México”. Con base en ese discurso tan simple, el multimillonario, impreparado y poco ético, Trump logró ganar la presidencia del vecino del Norte. Para el 2020, el presidente llega con promesas cumplidas: un muro militarizado con más de 50 mil guardias nacionales que México paga para detener a los migrantes centroamericanos. Además, con un tratado comercial que favorece en todo Estados Unidos y Canadá y que frenará la inversión extranjera porque incluye candados a la mano de obra barata que es lo que genera los empleos para los mexicanos.

En el ámbito local, la legislatura actual de Coahuila renovó su mesa directiva y Emilio de Hoyos será su nuevo presidente. Del diputado por la Unidad Democrática de Coahuila se espera un trabajo serio de oposición responsable y alejado del discurso simplón del panista favorito de los priístas, Marcelo Torres Cofiño quien demostró que en su paso por las grandes ligas aprendió poco. Y que adicionalmente, se reveló como un blanquiazul acomodaticio y frágil de principios, solamente interesado en proyectar su carrera política, aunque sea del lado de los tricolores.

Reyes Flores Hurtado se considera
jefe político porque es el superdelegado
del gobierno de López Obrador, es
quien reparte empleos y cada día
más, se siente virrey.

Para Saltillo, el 2020 no avizora muchas cosas buenas. Aunque el alcalde Manolo Jiménez se quiere poner el disfraz de anti sistémico exigiendo recursos al gobierno federal, la imagen de chavorruco político que proyecta ya parece pesarle. Su aspecto y dinamismo proyectan a un joven carismático, pero sus actitudes y discurso parecen anclados en la era de los dinosaurios del PRI. Lleva dos años en campaña permanente hacia el Palacio Rosa, y solamente entre sus amigos interesados y sus jilgueros ha logrado mejorar su imagen. Con acciones y obras mediocres atiende a las colonias populares y con obras mayores apoya a los ipecos locales y sus juniors para que hagan negocios y fortunas, sean “consejeros ciudadanos”, para que le aplaudan sistemáticamente y posteriormente cooperen en sus aspiraciones políticas.

La vialidad en la capital de Coahuila es caótica y es un pasivo enorme ya que el costo de la congestión vehicular es de mil 475 millones 90 mil 850 pesos anuales. Es decir, 3 mil 346 pesos per cápita, según el informe “El costo de la congestión, vida y recursos perdidos”, elaborado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).

Manolo Jiménez Salinas lleva dos años en campaña permanente hacia el Palacio Rosa. Con obras mediocres atiende a las colonias populares y con obras mayores apoya a los ipecos locales y sus juniors.

Sin un plan maestro de tránsito, con la protección a los concesionarios que ahora son juniors de empresarios, de políticos y de prestanombres, el pésimo transporte urbano local perjudica la calidad de vida del 39 por ciento de los ciudadanos que se ven forzados a usarlo, es decir 450 mil saltillense según reporta el estudio. Con el agravante de que los seguros de viajero que usan los concesionarios son de empresas “patito”.

En Saltillo el daño al medio ambiente es inmenso. La Sierra de Zapalinamé está siendo depredada por los fraccionadores voraces amigos, socios y familiares de los alcaldes durante décadas, sin que se les haga cumplir la ley. El millón de pinos prometidos por Jiménez Salinas, para reforestarla, difícilmente se cumplirá, según sus propias cifras solamente llevan los 10 mil con que iniciaron hace varios meses. Deberán sembrar 10 mil cada semana para cumplir el compromiso, en las 100 semanas que le restan.

En los planes para Derramadero el alcalde y sus socios buscan importar miles de trabajadores para mantener los salarios bajos, vender cinco mil viviendas reducidas y caras en lugares alejados y expandir la sobreexplotación de los mantos usando incluso los reservorios de Parras y General Cepeda y comprometiendo el futuro de Saltillo. La administración del vital líquido está en manos de un socio caro, de mala reputación y desinteresado en la sustentabilidad de la ciudad. Un socio que mantiene ocultos, en complicidad de los alcaldes y regidores en turno, los contratos con Aguas de Barcelona.

De la evolución de los clústers, de la sociedad del conocimiento y la diversificación de la economía mejor ni hablamos. Para el alcalde su visión de gobernar se limita a organizar desfiles, rodeos, altares y roscas. A veces, se monta en su mini aplanadora y anuncia que tapó más baches, que concesionó el alumbrado, que hará lo mismo con los parquímetros y que han pintado unas docenas de cebras. Lo más avanzado, tecnológicamente hablando, que ha logrado hasta el momento son sus grupos de seguridad en WhatsApp y sus fotos en el Facebook. Por lo pronto, no pinta bien el año nuevo 2020.

jjjeee_04@yahoo.com